Aquí puede descargar la lección en pdf.
Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.
Gracias por regresar. Es un privilegio que sigamos con nuestro estudio titulado “De Gloria en Gloria,” un seminario sobre los principios del desarrollo de un carácter cristiano. Estamos en plena consideración de la máxima revelación de la gloria de Dios, la cual se encuentra en la persona de Su Hijo, Cristo Jesús. Recuerden que nombramos siete maneras, siete lugares, en los cuales Dios nos reveló Su gloria. Y a la cabeza de la lista está Cristo Jesús, a quien las Escrituras se refieren como el resplandor de la gloria de Su Padre. {Heb 1:3} Les dije que en ese momento solamente íbamos a tomar nota de eso, del hecho que Cristo fue la revelación máxima de la gloria de Dios porque regresaríamos y dedicaríamos varios estudios a la revelación de la gloria de Dios en Jesucristo. Y esos son los estudios que estamos cubriendo ahora. Los empezamos anoche y vamos a continuar esta noche, y seguiremos enfocados en la revelación máxima de la gloria de Dios, sólo mientras el Espíritu de Dios lo indique y dirija.
El estudio de esta noche, como lo ven es sus copias, es bastante largo, de modo que voy a apresurarme a entrar en este material. Pero nunca debemos estar tan apurados para pausar e invitar al Espíritu de Dios a entrar a nuestro corazón ¿Amén? Dios no quiera, queridos amigos, que seamos tan presuntuosos para seguir adelante sin invitar al Espíritu Santo para que nos dé ese discernimiento espiritual que no tenemos por naturaleza, pero que está a nuestro alcance mediante la gracia. Ciertamente quiero asegurarles que nuestra acción de pedir el Espíritu Santo no es para convencer al Padre que nos dé algo que Él está inseguro de darnos, pero que si lo persuadimos y le suplicamos por suficiente tiempo, finalmente lo hará. Oh no, mil veces no. El Padre desea derramar Su Espíritu sobre Sus hijos. ¿Amén? {Amén} De hecho, como la Biblia dice, aún más que nosotros como padres que amamos a nuestros hijos nos deleitamos en darles buenos regalos, Él se deleita en darnos el Espíritu Santo. {Lc 11:13} ¿Entonces por qué lo pedimos? Es para preparar nuestros corazones para recibir lo que el Padre desea darnos, reconociendo nuestra necesidad y ejerciendo nuestro libre albedrío, eligiendo permitirle darnos lo que Él quiere darnos. “Pedid y se os dará”. {Mt 7:7} Así que por favor, otra vez acompáñenme de rodillas, como es nuestra costumbre, para hacer una oración en silencio por un momento. Y al orar por usted, por favor ore por mí.
Padre nuestro que estás en los cielos, en el nombre de Cristo Jesús, el Señor nuestra Justicia, vengo en nombre mío y en nombre de mis hermanos comprados con sangre aquí presentes, primeramente para darte gracias por el privilegio de pertenecerte, siendo hijas e hijos tuyos. Te agradecemos por el precio infinito que ha sido pagado para que eso sea posible. Y estamos tan agradecidos porque mediante Jesús, nuestro Hermano mayor, somos aceptables ante Ti, y tenemos acceso a Tu trono infinitamente justo. Y venimos con una osadía santa al escucharte decir de Jesús, “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Y sabiendo que nos incluyes en Él y con Él, eso nos da seguridad para venir ante Ti esta noche y pedirte que bondadosamente derrames Tu Santo Espíritu sobre nosotros. Tú sabes cuán desesperadamente necesito de Tu Espíritu, Padre. Quiero elevar a Jesús esta noche. La plenitud de tu gloria ha sido revelada en Él, el Verbo hecho carne. Y Padre estoy muy consciente de mis imperfecciones cuando se trata de procurar hacerle justicia a la belleza de Jesús. El lenguaje y pensamientos humanos se quedan tan cortos de hacerle justicia al Único que es todo encantador, el mayormente Señalado entre diez mil. Pero Padre es mi oración que condesciendas a usar una vasija de barro, y por el poder del Espíritu Santo, acepta la imperfección del pensamiento y lenguaje humano y por un milagro de gracia, por favor permite que Jesús sea elevado esta noche. Y reclamo Su promesa, “Y yo, si fuere levantado… a todos atraeré a mí mismo”. Que al contemplar a Jesús seamos cambiados… a semejanza de lo que contemplamos. Por favor concédenos esta oración, pues la pido en el nombre de Jesús. Amén.
Recogieron su nuevo encarte al entrar esta noche, espero. Y ahora estamos en la página 17, lección número 9. Bienvenidos, bienvenidos. El título de esta lección es: “El Resplandor de Su Gloria”. Hebreos 1:3. Anoche estudiamos ese extraordinario poema hebreo. Lo recuerdan, ¿verdad? Es un poema no porque las frases rimen, pero es una poesía de la manera que los hebreos escribían poesía. Paralelismo: decir lo mismo, pero de una manera diferente. Y las dos líneas de ese poema hermoso describen muy claramente cómo Cristo cumplió Su misión de revelar la gloria de Dios al hombre. Primera línea: “El cual, siendo el resplandor de su gloria”, segunda línea: “y la imagen misma de su sustancia”.
“El resplandor de su gloria”, eso nos dice que Cristo era la brillantez absoluta del carácter de Su Padre. No era un simple reflejo tenue. Era el resplandor, la brillantez absoluta del carácter de Su gloria. Y recuerden, por supuesto, gloria significa carácter.
Y luego la siguiente línea: “La imagen misma de su sustancia”. Alguien motíveme, ¿cuál es la palabra griega que se traduce como “imagen misma”? “Khar-ak-tare, khar-ak-tare”. Se usa una vez en el Nuevo Testamento, aquí en este poema. Y es de esta palabra griega que obtenemos nuestra palabra “carácter” y muchos diferentes idiomas obtienen la misma palabra. Y es una palabra muy interesante. Hicimos un estudio etimológico sobre ella.
Lo que quiero que consideremos esta noche es cómo es posible que Cristo Jesús sea el resplandor de la gloria de Su Padre, la imagen misma de Su sustancia, siendo hombre. Siendo hombre. Porque, es imperativo que entendamos que este poema se refiere a Cristo encarnado. En el contexto de Hebreos se establece claramente. Uno podría argumentar que esto describiría a Cristo correctamente antes de la encarnación. Ya que estaba sentado a la derecha del trono del Padre, sin duda era el resplandor de Su gloria y la imagen misma de Su sustancia. Pero queridos amigos, insisto en que este poema se refiere a Cristo encarnado. La pluma inspirada lo confirma. Youth Instructor, 21 de noviembre, 1895: “Contemplando a Cristo en la carne…” ¿De qué estamos hablando? De Cristo encarnado, de Cristo como hombre. “Contemplando a Cristo en la carne, contemplamos a Dios en la humanidad, y vemos en Él el resplandor de la gloria divina, la expresa imagen de Dios el Padre”. ¿Qué lenguaje está usando ella claramente? El lenguaje de Hebreos 1:3, y usándolo en referencia a Cristo en la carne, a Cristo encarnado.
El Espíritu de Profecía, Tomo 2, página 9 (del inglés): “Era la imagen expresa de su Padre, no sólo en los rasgos externos, sino también en la perfección de su carácter”. Es el resplandor del carácter de Su Padre. Como señalamos anteriormente, pero debo señalarlo otra vez porque es tan importante, si Cristo es el resplandor de la gloria de Su Padre, entonces debe revelar un carácter infinitamente perfecto. Ya que por definición, la perfección del carácter de Dios es, ¿qué? Infinito, sin medida. ¿Reveló Cristo tal carácter? Absolutamente. La pluma inspirada lo confirma otra vez. Testimonios para la Iglesia, Tomo 6, página 60: “La vida de Cristo reveló un carácter infinitamente perfecto”. ¿Cuán perfecto era el carácter que la vida de Cristo reveló, amigos? ¿Cuán perfecto? Infinitamente perfecto. Ciertamente era el resplandor de la gloria de Su Padre.
Ahora, ¿cómo puede ser eso posible? ¿Se puede decir eso de alguno de los descendientes caídos de Adán? Absolutamente, rotundamente no. ¿Qué debe decirse de todos nosotros? Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y”, ¿qué? “están destituidos de la gloria de Dios…” Así que obviamente hay algo significativamente diferente entre los descendientes caídos de Adán y Cristo Jesús, ¿no es así? Él es el resplandor de la gloria de Su Padre. Todos nosotros estamos destituidos de la gloria ¿Estamos de acuerdo? Les voy a hacer otra pregunta y ésta es un poco más estimulante. “El resplandor de la gloria de Su Padre”, ¿podría decirse eso aún de Adán antes de la caída? ¿Podría decirse eso de Adán antes de la caída? Vamos, sin miedo… Han reaccionado de diferentes maneras y eso es bueno. Estamos estimulando sus mentes y haciéndoles pensar. Queridos amigos, escuchen esta declaración extraordinaria: Historia de los Patriarcas y Profetas, página 45 (del inglés): “El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter. Sólo Cristo es ‘la misma imagen’ del Padre; pero el hombre fue creado a”, ¿qué? “a semejanza de Dios”. “Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre”. Obviamente, ella se refiere a Adán antes de la caída. Sin embargo, por favor observen que Adán antes de la caída, en su estado santo, aún era sólo, ¿qué? “La semejanza de Dios”. Mientras que el segundo Adán es la, ¿qué? “la imagen misma”. ¿No es eso interesante? En otras palabras, Jesucristo encarnado es una revelación mucho más perfecta del carácter de Dios que aún Adán en su estado santo. Así es.
Otra vez hago la pregunta, ¿cómo puede ser? ¿Cómo puede Cristo, siendo hombre, ser el resplandor de la gloria de Su Padre… la imagen misma de Su sustancia? La respuesta a esa pregunta en parte radica en el hecho de que Cristo no sólo era hombre, también era Dios. En parte, repito, la respuesta a la pregunta: “¿Cómo puede Cristo, siendo hombre, ser el resplandor de la gloria de Su Padre?”, radica en el hecho de que Cristo no sólo era hombre, sino también Dios. ¿Cuán Dios era? Cien por ciento Dios. ¿Cuán hombre era? Cien por ciento hombre. Y sé que 200 por ciento no tiene sentido matemáticamente, pero queridos amigos, ése es el misterio de la encarnación. Ése es el misterio de la encarnación.
Por favor dense cuenta y consideremos el hecho de que Cristo, el resplandor de la gloria de Su Padre, era completamente hombre y completamente Dios al mismo tiempo. Filipenses capítulo 2, del versículo 5 en adelante: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a”, ¿qué? “los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Ahora, por favor dense cuenta que cuando Pablo dice que vino “semejante a los hombres” y “estando en la condición de hombre”, no nos está diciendo que Jesús sólo pretendía ser hombre, y que sólo tomó apariencia humana. De verdad era hombre. Pero queridos amigos, dice “semejante a los hombres” porque no sólo era hombre, también era, ¿qué? Dios.
La palabra “semejanza” es una palabra que uno usa cuando uno quiere indicar que hay similitudes pero también quiere dar lugar a que haya diferencias. ¿Tiene sentido? Y cuando Pablo dice que Él era “semejante a los hombres”, no está diciendo que no es hombre de verdad, sino que no es sólo un hombre, también es Dios. Este versículo… es, creo yo, traducido más fielmente en la traducción corregida de la Biblia en inglés. De hecho, el Espíritu de Profecía cita la traducción corregida cuando cita este versículo en El Deseado de Todas las Gentes, página 22. Presten atención: “Pero Cristo, ‘existiendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que debía aferrarse; sino que se desprendió de ella, tomando antes la forma de un siervo, siendo hecho a semejanza de los hombres'”. Qué interesante. En la Biblia del Rey Jacobo y en la Nueva Versión de la Biblia del Rey Jacobo dice: “no consideró el ser igual a Dios como un robo”. Pero la traducción corregida dice que Cristo “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que debía aferrarse”. ¿Se dan cuenta? Cristo era perfectamente igual a Dios ¿Amén?
Pero nos amó tanto que estuvo dispuesto a despojarse de eso, y asumir la posición humilde de un hombre para salvarnos. Esto es radicalmente opuesto al carácter de Satanás, ¿no es cierto? Satanás, una criatura, dice “seré semejante al Dios Altísimo”. Él busca aferrarse a la divinidad. Mientras que Cristo, el Creador, el Hijo divino de Dios, se despoja de la divinidad para salvar a la criatura. Hemos de amar a un Dios que es así ¿Amén? {Amén} Son radicalmente opuestos. Aquí se manifiestan dos caracteres: el carácter de Satanás y el carácter de Cristo. Uno buscando usurpar la divinidad, y Otro estando dispuesto a despojarse de la prerrogativa divina y privilegios de la divinidad para hacerse hombre -para salvar a los hombres. Pero no sólo un hombre, sino un hombre que sería despreciado y rechazado; {Is 53:3} un hombre nacido en la pobreza, sin siquiera tener un lugar dónde descansar {Mt 8:20} que pudiera llamar suyo. Amigos, hemos de amar a un Señor que es así. Hemos de amar a un Señor que es así.
Pero por favor dense cuenta que cuando las Escrituras dicen que se despojó a sí mismo, {Phil 2:7} no están sugiriendo que Cristo abandonó Su divinidad cuando se hizo hombre. Nos están diciendo que renunció a todos sus privilegios y prerrogativas de su forma y posición divina, y asumió el estado humilde de un ser humano. Observen cómo la Biblia habla con respecto a esto. En referencia a Cristo, Colosenses 2:9 dice: “Porque en Él habita corporalmente toda la”, ¿qué? “plenitud de la Deidad”. Esto se refiere a Cristo encarnado. “Porque en él habita”, ¿cómo? “corporalmente toda la plenitud de la Deidad”, De manera que cuando se encarnó, no se despojó de la divinidad. Ciertamente no; corporalmente estaba lleno de la divinidad. Nosotros podemos estar llenos mediante la fe. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. {Heb 11:1} Cristo estaba colmado corporalmente.
Es por eso que en ocasiones, realmente podemos ver una divinidad moradora. Hubo algunos casos en la experiencia de Cristo en los cuales Su divinidad brilló a través de Su humanidad. {DA 590.4} Esto se debe a que Su tienda humana estaba habitada, ¿cómo? Corporalmente. Regresemos al tipo, el santuario del desierto Sinaí, el tipo de Cristo encarnado según lo estudiamos anoche. Estaba construido para que Dios pudiera, ¿qué? Habitar en él. “Y harán un santuario para mí, y”, ¿qué? “y habitaré en medio de ellos”. {Éx 25:8} Y Dios en realidad habitaba en esa tienda, y su presencia moradora se manifestaba en el aura de la Shekinah que la envolvía. De la misma manera ocurría con el anti-tipo. De la misma manera ocurría con el anti-tipo; en Él habitaba corporalmente.
Review and Herald, 15 de junio, 1905: “Cristo veló su divinidad con el manto de la humanidad, pero no se separó de su divinidad”. ¿Quedó claro? No se separó de su divinidad. Sí, asumió la humanidad, pero conservó, ¿qué? Su divinidad. Sigamos leyendo: “Como Salvador divino humano, vino a ponerse a la cabeza de la raza caída, para compartir su experiencia desde la infancia hasta la virilidad”. Aquí hay otra revelación preciosa respecto al hecho de que no sólo era hombre, sino también Dios completamente. Comentario Bíblico, Tomo 5, página 1113 (del inglés): “La naturaleza humana del Hijo de María, ¿fue cambiada en la naturaleza divina del Hijo de Dios? No. Las dos naturalezas se mezclaron misteriosamente en una sola persona: el hombre Cristo Jesús. ‘En Él moraba toda la plenitud de la Deidad corporalmente’. Cuando Cristo fue crucificado, su naturaleza humana fue la que murió. La Deidad no disminuyó y murió; esto habría sido imposible”.
Queridos amigos, cuando contemplamos el hecho de que fue Él, la persona infinita, eterna, omnipotente, divina, de la Deidad, quien eligió nacer como un bebito indefenso, hijo de padres humanos humildes, resulta incomprensible. Esa condescendencia, ese sacrificio, esa disposición a despojarse a sí mismo, es una revelación hermosa del carácter, la gloria de Dios. Y recordemos que Él dice, “El que me ha visto a mí”, ¿qué? “ha visto al Padre”. {Juan 14:9}
Youth’s Instructor, 21 de noviembre, 1895: “Mientras más pensamos en el hecho de que Cristo llegó a ser un bebé aquí en esta tierra, más maravilloso nos parece. ¿Cómo pudo ser posible que el indefenso bebé del pesebre de Belén siguiera siendo el divino Hijo de Dios?” Qué maravilloso, ¿no es así? “Aunque no lo podamos entender, podemos creer que el que hizo los mundos se convirtió por nuestra causa en un indefenso bebé. Aunque ocupaba una posición superior a la de cualquiera de los ángeles, y aunque era tan grande como el Padre en el trono del cielo, se hizo uno con nosotros. En Él Dios y el hombre llegaron a ser uno, y en este hecho encontramos la esperanza de nuestra raza caída”.
De modo que en parte, la respuesta a nuestra pregunta: “¿Cómo Cristo, siendo hombre, puede ser el resplandor de la gloria de Su Padre?”, radica en el hecho de que no sólo era hombre, sino también Dios. Pero amigos, la respuesta a nuestra pregunta también radica en el hecho de que era único, aún como hombre.
Ahora, Dios ten misericordia, aquí es donde estoy plenamente consciente de que estamos entrando en un territorio controversial. Y he estado luchando todo el día; créanme. Y a propósito, preparo estas copias durante el día. He estado debatiendo si debo abordar este tópico o no. Pero han habido algunas conversaciones, y al considerar esto en oración, el Señor me ha impulsado a seguir adelante y tratar este asunto. Queridos amigos, es rotundamente imperativo que tengamos un entendimiento correcto tanto de la humanidad de Cristo Jesús como del hecho de que era divino. No creo que haya alguien en esta iglesia que no reconozca que Cristo tenía una naturaleza divina. Pero hay una diversidad significativa en nuestra iglesia amada, respecto de la naturaleza humana de Cristo Jesús. Y en esto radica la controversia. Y como lo mencioné, creo que fue anoche, quiero llorar cuando veo cuán poco semejantes a Cristo podemos llegar a ser… hablando entre nosotros acerca de la naturaleza de Cristo. Que Dios nos ayude. Y hay una gran división entre nosotros. Ahora, si esto fuera un asunto de poca importancia, por supuesto que estaría dispuesto a ignorarlo. Pero, ¿es un asunto de poca importancia? Cuando hablamos de Cristo Jesús, ¿es un asunto de poca importancia, amigos? Todo lo contrario.
Cristo Jesús es el corazón y meollo de todo el plan de salvación. Y lo que hacemos con Él afecta todo este plan. ¿Captaron esto? Lo que hacemos con Cristo afecta todo este plan. Y es por eso que hay, aún dentro de nuestra iglesia, unas interpretaciones radicalmente diferentes aún del plan de salvación, porque hay algunas interpretaciones muy distintas, radicalmente distintas, con respecto a Él, en quien tenemos salvación, Cristo Jesús, en el área de Su humanidad, en el área de Su humanidad. Ahora amigos, después de haber hecho estos comentarios, analicemos esto por favor. Y no sé cuáles serán sus ideas preconcebidas sobre este asunto, pero por favor, ¿estarían dispuestos a hacerlas a un lado?
Porque ahora nos vamos a acercar a tierra santa. ¿Recuerdan cuando Moisés estaba fuera en el desierto Sinaí apacentando ovejas? ¿Qué vio? Una zarza ardiendo y tuvo curiosidad. Y empezó a ir para observarla y, ¿qué dijo el Señor? “Quita tu calzado de tus pies porque el lugar en que tú estás”, ¿qué? “tierra santa es”. {Éx 3:5} ¿Se dan cuenta de que la pluma inspirada nos dice específicamente que esa zarza ardiendo era un tipo de Cristo encarnado? {DA 23.2} Un tipo de Cristo encarnado, una pequeña zarza humilde llena de, ¿qué? Fuego. Ahora, no era tan extraño que una zarza estuviera ardiendo. Moisés había visto zarzas quemarse en el pasado. Pero lo que era absolutamente extraordinario, ciertamente milagroso, de esta zarza era que no se consumía. Y lo que es tan milagroso de la encarnación es que la divinidad moradora y la gloria infinita de la divinidad, no consumieron la tienda humana en la que moraba. Porque, la gloria de Dios es como, ¿qué? Como un fuego consumidor para el pecado {Heb 12:29} ¿Amén? {Amén} Y sin embargo, aquí está la gloria de Dios morando en un cuerpo humano, y aún así el cuerpo humano no se consume. Y estamos por contemplar ese misterio de todos los misterios y necesitamos, ¿qué? Quitarnos los zapatos. Y eso incluye quitarnos los zapatos de nuestras ideas preconcebidas; y necesitamos tener un espíritu humilde y dispuesto a recibir enseñanza. {GC 599.1} ¿Amén? {Amén} Necesitamos permitir que la pluma inspirada instruya nuestro entendimiento, y no viceversa. ¿Entienden de qué estoy tratando de advertirles? Nos resulta tan fácil venir con nuestras ideas preconcebidas al estudio de la palabra de Dios y luego forzar a la pluma inspirada para que respalde estas ideas preconcebidas ¿Es posible hacer eso? Sí, sí lo es. Y si recortamos y pegamos justo donde debemos y si seleccionamos bien, podemos hacer que la pluma inspirada respalde casi cualquier cosa. ¿Escuchan lo que les estoy diciendo? Queridos amigos, que Dios nos ayude a escuchar este consejo y a hacer a un lado los zapatos de la autosuficiencia, y nuestras filosofías e ideas preconcebidas, y venir con un espíritu dispuesto a recibir enseñanza para considerar este misterio de misterios ¿Están dispuestos a hacer eso? Bien.
Romanos 8:3; Acerca de esta humanidad que Cristo asumió, ¿qué nos informa este versículo? “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en”, ¿qué? “en semejanza de carne de pecado…” Ahora, por favor observen queridos amigos, por favor observen que Pablo intencionalmente y muy precisamente y cuidadosamente usa la palabra “semejanza” aquí. Pablo no dice: “Porque lo que era imposible para la ley por cuanto era débil por la carne, Dios lo hizo enviando a su Hijo en carne de pecado”. No dice eso. No dice que Cristo fue enviado en carne de pecado. Dice que fue enviado en, ¿qué? “En semejanza de carne de pecado”. Ahora, ¿es importante que ponga la palabra “semejanza” ahí? Sí lo es. Y a propósito, ésta es la misma palabra, “semejanza”, que vimos acá en Filipenses 2, cuando vino “semejante a los hombres”. ¿Están captando esto? “Semejanza” es una palabra que usamos cuando hay similitudes, pero también hay, ¿qué? Diferencias. Cuando vino como hombre, ¿era sólo un hombre? No. También era, ¿qué? Dios. Es por eso que dice que era “semejante a los hombres”, y que estaba en la “condición” de hombre, porque al mismo tiempo también era, ¿qué? Dios. Ahora, el mismo autor, Pablo, usa esa misma palabra, aquí en este versículo cuando dice que Cristo vino “en semejanza de carne de pecado”. “Semejanza” permite similitudes, comunica que hay similitudes, pero permite, ¿qué? Diferencias, diferencias.
Ahora queridos amigos, es importante que en este momento consideremos qué ocurrió con la naturaleza humana al momento de la caída. Hay dos consecuencias del pecado en la naturaleza humana que quiero que reconozcamos, por favor -dos. Podemos describir la primera de esta manera: El hombre fue infectado con el pecado. El hombre, ¿qué? Fue infectado con el pecado. Ahora, ¿de qué fue infectado el corazón humano al momento de la caída? Precisamente de egoísmo. ¿Recuerdan cómo la pluma inspirada lo describió? El egoísmo sustituyó al amor. {SC 17.1} Ahora, ¿es el egoísmo pecado? Vamos, alguien anímese a contestar. ¿Es el egoísmo pecado? Absolutamente. Recuerden… “Bajo el encabezamiento del egoísmo venían todos los demás pecados”. {4T 384.3} El egoísmo es la esencia de todo pecado. El egoísmo es el espíritu que comprende todo pecado. Así como el amor es a la obediencia, el egoísmo es a la desobediencia. El egoísmo es el espíritu de Satanás, así como el amor es el Espíritu de Cristo. Y cuando el egoísmo sustituyó al amor en la naturaleza humana, la naturaleza humana fue infectada con el pecado. ¿Me están siguiendo? Infectados con el pecado, infectados por el pecado, y causó un desvarío moral de todo el ser del hombre, llamado depravación. {Mar 153.4} ¿Está bien? El hombre fue infectado con el pecado, y se volvió, ¿qué? Depravado. Todas sus facultades, las cuales antes de la caída eran ejercitadas para gratificar y glorificar a Dios, y las cuales eran gobernadas por el amor, después de la caída, son gobernadas por el egoísmo, y ahora son ejercitadas para gratificar y glorificar al yo. Hay un desvarío moral fundamental. Estamos inclinados a hacer el mal, {2MR 269.1} propensos a auto-gratificarnos, a auto-glorificarnos. Esto es lo que significa estar infectado con el pecado ¿Sí? Ésta es una de las consecuencias de la caída.
Siguiente; hay otra. Como consecuencia de la caída, el hombre también fue afectado por el pecado. Fue, ¿qué? Fue afectado por el pecado. Por ejemplo, el pecado ocasionó que se le prohibiera el acceso al árbol de la vida. {Gn 3:22} ¿Están siguiendo este concepto? Y por lo tanto, ya no tenía esa provisión maravillosa mediante la cual sus energías de vida eran renovadas, y empezó a deteriorarse. Quedó sujeto a la mortalidad. Esto en sí no es pecaminoso; es la consecuencia del pecado. Éstas son las debilidades inocentes que resultan del pecado. No es pecado ser mortal; es la consecuencia del pecado. Es pecaminoso ser depravado. ¿Están captando lo que estoy tratando de matizar?
Al ser infectado con el pecado, el hombre quedó sujeto a la inmoralidad. Al ser afectado por el pecado, el hombre quedó sujeto a la mortalidad. ¿Es esto provechoso?
Al ser infectado con el pecado, el hombre se volvió depravado. Al ser afectado por el pecado, el hombre empezó a deteriorarse.
Siendo infectado, todas las funciones de sus facultades se desvariaron. Siendo afectado, todas sus facultades y capacidades se debilitaron ¿Es esto provechoso?
¿Se dan cuenta de lo que estoy tratando de matizar? A éstas las llamamos debilidades inocentes, las cuales son consecuencia del pecado, las otras son propensiones pecaminosas, las cuales se deben al pecado en sí. ¿Quedó claro?
Ahora… Antes de la caída, Adán no estaba infectado con el pecado o afectado por el pecado. No tenía ni propensiones pecaminosas ni debilidades inocentes. No tenía ninguna tendencia hacia el mal, y ninguna inclinación a deterioro y mortalidad, a ninguna de ellas. Después de la caída tiene ambas ¿Están captando esto? Tiene ambas.
Ahora, el segundo Adán, Cristo Jesús, ¿qué asumió Él… lo cual lo hace según Pablo, “en semejanza de carne de pecado?” ¿Qué asume Él? Asume todas los deterioros, pero nada de la depravación. ¿Estamos de acuerdo? ¿Se dieron cuenta de lo que traté de explicar? Cristo tomó una naturaleza que había sido debilitada. Que había sido, ¿qué? Debilitada por 4,000 años. {DA 117.1} Ahora, la dimensión más obvia era su estatura física. ¿Tenía más de 15 pies de altura como los tenía Adán? La pluma inspirada nos da una revelación bastante buena de cuán alto era Adán, aproximadamente 15 pies. Y a propósito, para estar bien proporcionado a esa altura, uno tiene que pesar cerca de 2,500 libras. Era un modelo maravilloso, amigos. Pero miren lo que ocurrió con la raza humana después de la caída Pueden darse cuenta qué le pasa a la vida de la raza, especialmente después del diluvio y después de que la carne, de paso, forma parte de la dieta. Nos desplomamos. Ahora, cuando el segundo Adán viene, ¿mide 15 pies de altura? No. Es una cabeza más alto que el hombre promedio, nos dice la pluma inspirada, pero ciertamente no es tan alto como Adán lo era ¿Por qué? Porque había asumido la naturaleza humana la cual estaba sujeta a 4,000 años de deterioro. ¿Están siguiendo este concepto? Su naturaleza física estaba deteriorada por 4,000 años. Ahora, ¿habría también afectado ese órgano físico llamado cerebro? ¿Lo habría afectado? Claro, por supuesto. Por lo tanto sus capacidades mentales son, ¿qué? Más limitadas. Y cuando uno limita las facultades mentales -¿Cuál es la función más alta de las facultades mentales? Es la naturaleza espiritual, y ésta también está limitada. De modo que Cristo asume “la semejanza de carne de pecado” al tomar el deterioro de 4,000 años. ¿Está sujeto a la mortalidad? ¿Está Cristo sujeto a la mortalidad? Sí, lo está. Está sujeto a la mortalidad. Tiene todas las debilidades inocentes.
Pero queridos amigos, ¿está sujeto a la inmoralidad? ¿Tiene la depravación, tiene el egoísmo? Absolutamente y rotundamente no. No lo tiene. Ahora, ¿por qué es esto tan importante? Oh queridos amigos, si Cristo hubiera asumido algo de egoísmo, el cual es pecado, Él hubiera sido por consiguiente pecador. Y si Él es pecador de alguna manera, ya no puede ser nuestro substituto. ¿Estamos de acuerdo? Tiene que estar absolutamente sin pecado para colgar en la cruz por nuestros pecados. Si de alguna manera fuera pecador, entonces ¿por quién estaría en la cruz? ¿Por quién estaría en la cruz? Estaría en la cruz por sí mismo. Por favor entiendan esto. Comentario Bíblico, Tomo 5, página 1131 (del inglés): “Al tomar sobre sí la naturaleza humana en su condición caída”, en su, ¿qué? en su condición caída -4,000 años de deterioro – “Al tomar sobre sí la naturaleza humana en su condición caída, Cristo no participó en lo más mínimo en su pecado. Estuvo sometido a las debilidades y flaquezas por las cuales está rodeado el hombre para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: ‘Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias’. Él se compadeció de nuestras debilidades, y en todo fue tentado como lo somos nosotros, pero”, ¿qué? “sin pecado. Él fue el cordero ‘sin mancha y sin contaminación’. No debiéramos albergar dudas en cuanto a la perfecta impecabilidad de la naturaleza de Cristo”.
Es una declaración bastante clara, ¿no es así? “No debiéramos albergar dudas en cuanto a la”, ¿qué, amigos? ¿La impecabilidad relativa? No. La, ¿qué? “La perfecta impecabilidad” -¿del carácter humano de Cristo? ¿Es eso lo que está diciendo? No, ¿qué? “la naturaleza humana de Cristo”. Y a propósito, ¿por qué no deberíamos albergar dudas? Porque si albergamos dudas respecto de la perfecta impecabilidad de la naturaleza humana de Cristo, no tenemos la garantía de que tenemos un substituto que tiene o una justicia suficiente para cumplir la ley a nuestro favor, o que puede morir por nuestros pecados, en lugar de los suyos. De modo que es imperativo que no alberguemos “dudas en cuanto a la perfecta impecabilidad de la naturaleza de Cristo”.
Ahora, podemos obtener una revelación muy significativa respecto de la naturaleza humana de Cristo, escuchando lo que le dice al Padre justamente antes de encarnarse, justamente antes de asumir el cuerpo que fue preparado para Él. Vamos a Salmos 40 para escuchar esa conversación. Y a propósito, tengo autorización para hacer esto, porque en Hebreos capítulo 10, Pablo cita este mismo pasaje, y lo cita como palabras dichas por Cristo justo antes de asumir el cuerpo que le ha sido preparado. Pueden hacer un estudio más profundo sobre eso si así lo desean. Salmo 40: ¿Qué le dice al Padre? “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: ‘He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí'”. ¿Adónde viene? Viene al planeta Tierra, a asumir el cuerpo que le ha sido preparado, para nacer como un bebé en el pesebre de Belén. ¿Y qué le dice al Padre? Versículo 8: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está”, ¿dónde? “en medio de mi corazón”. Ahora, cuando Cristo se hizo hombre, hermano, hermana, ¿cuál era la ley que estaba en su corazón? La ley de Dios. Por favor entiéndanlo. La ley de Dios estaba en su corazón. La ley de amor era la ley que gobernaba el corazón humano de Cristo encarnado.
Eso puede confirmarse una vez más al mirar el santuario, el cual es, ustedes recordarán, un tipo de Cristo encarnado. ¿Qué ley estaba escrita en esas tablas de piedra? ¿Era la ley de egoísmo? ¿…como está escrita en el corazón de todos nosotros por herencia natural? No, era la ley de, ¿qué? Era la ley de amor. Escuchen. El Camino a Cristo, página 61 (del inglés): “…si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley… Sabemos lo que es justicia por el modelo de la santa ley de Dios, como se expresa en los Diez Mandamientos dados en el Sinaí… Jesús dijo de sí mismo antes de venir al mundo: ‘Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón'”. Eso es lo que acabamos de leer, Salmo 40:8. Ahora escuchen: “Y cuando estaba por ascender a los cielos, dijo otra vez: ‘Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor'”. En otras palabras, en toda la duración de la vida humana de Cristo encarnado, ¿qué ley no sólo estaba escrita en su corazón, sino también a qué ley continuamente obedecía Él a la perfección? La ley de Dios, la ley de amor. Queridos amigos, esta es precisamente la razón por la cual Cristo Jesús era una revelación perfecta del carácter de Dios, desde el principio. Ésta también es la razón por la cual Cristo Jesús nunca tuvo que convertirse. ¿Tuvo que convertirse Cristo? ¿Tuvo que ir al pie de la cruz, como todos nosotros lo hacemos, y exclamar “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”? {Sal 51:10} ¿Tuvo que hacer tal cosa? No. ¿Tuvo que nacer otra vez? No ¿Por qué? Porque en su nacimiento natural tenía la ley de Dios escrita en su corazón ¿Están captando esto? Su nacimiento, por favor capten esto, fue único. Era el unigénito, el unigénito sin igual –“monogenes” es la palabra griega- el unigénito sin igual Hijo de Dios.
Lucas nos da una revelación de su posición única en cuanto a su concepción y nacimiento. Lucas 1:35: “Respondiendo el ángel, le dijo:” ¿A quién le está hablando? A María. ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios'”. Qué interesante. ¿Cómo se llama Jesús al nacer? “El Santo Ser”. Queridos amigos, ¿se puede decir eso de algún otro ser humano? ¿…al nacer? Vamos, ¿se puede? No correctamente. Somos por naturaleza hijos de ira. {Ef 2:3} ¿Qué confiesa David de todos nosotros? “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. {Sal 51:5} ¿Por qué nacemos en condición de pecado? Porque somos concebidos por padres pecadores.
Pero aquí hay un Ser único. Es concebido, ¿por quién, amigos? ¿Por quién, hermanos? Por el Espíritu Santo. Por lo tanto, al nacer Él es, ¿qué? Santo. El Espíritu Santo no concebiría nada sino lo que es santo. Él es santo porque fue concebido por el Espíritu Santo. Y esa concepción y nacimiento único lo hacen un hijo único. Ésta es la razón por qué Jesús, aún durante su crecimiento, nunca manifestó ningún comportamiento pecaminoso, aún antes de la edad de responsabilidad, aún antes de conocer la diferencia entre el bien y el mal, por sí mismo. Aún así, siempre fue una revelación perfecta de Su Padre… una revelación perfecta del Padre. Escuchen esta revelación extraordinaria. Youth’s Instructor, 8 de septiembre, 1898: “Nadie, al contemplar ese rostro infantil, que resplandecía de animación, podía decir que Cristo era justamente como otros niños. Era Dios en carne humana. Cuando sus compañeros lo instaban a hacer algo malo, la divinidad resplandecía a través de la humanidad”, estamos hablando de cuando era niño… “y rehusaba decididamente. En un instante distinguía la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto”. ¿Por qué? Porque la ley de Dios estaba escrita en su corazón. Sigamos leyendo: “y examinaba el pecado a la luz de los mandamientos de Dios, y sostenía la ley como un espejo que arrojaba luz sobre el error”. Qué extraordinario, ¿no es así?
Jesús no era justamente como otros niños. Ahora, ¿qué otra revelación obtenemos de esta conversación entre el Hijo de Dios y Su Padre, justo antes de encarnarse? Él dice, “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. ¿Qué dijo? “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. Por favor entiendan que la voluntad humana de Cristo Jesús desde el principio de su peregrinación humana estaba sometida perfectamente y estaba en armonía con la voluntad de Dios. Y no digo eso con autoridad propia. De hecho, queridos amigos, no me atrevo a decirles nada con autoridad propia. Escuchen. Signs of the Times, 29 de octubre, 1894: “Cristo Jesús empezó la vida”, Él ¿qué? “Empezó la vida”. ¿Cuándo empieza uno la vida? Pausemos aquí.
¿Cuándo empieza uno la vida? Aquí hemos entrado en otro tema controversial, ¿no es así? Como si no tuviéramos suficiente. Bueno, ustedes saben, todo este asunto del aborto nos tiene argumentando sobre cuándo empieza la vida. Todos estamos de acuerdo que al menos al nacer, ¿verdad? Uno empieza la vida al menos al momento de nacer. Personalmente yo creo que es antes de eso. Es en la concepción.
Pero por favor observen lo que la pluma inspirada nos dice aquí. “Empezó la vida, atravesó sus experiencias, y terminó su registro con una”, ¿qué? “una voluntad humana santificada”. Y queridos amigos, la voluntad es la facultad gobernante en la naturaleza del hombre, la facultad para decidir, la facultad para elegir. ¿Se puede decir eso de algún otro ser humano que jamás ha nacido en la faz de la tierra? ¿De padres caídos? ¿Empezamos la vida con una voluntad humana santificada? ¿Es así? ¡No! “Los designios de la carne son”, ¿qué? “enemistad contra Dios”. “Porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco”, ¿qué? “¡pueden!” {Rom 8:7} Ésta es la condición en la que todos nosotros nacemos. En una condición de rebelión. Nuestra voluntad está en rebelión contra la ley de Dios ¿Por qué? Porque está tiranizada por la ley de egoísmo. Es por eso que tenemos una enemistad natural contra Dios y Su ley.
Obviamente Jesús es un poco diferente del resto de nosotros, ¿no es así? ¿Estamos todos de acuerdo? Jesús “empezó la vida, atravesó sus experiencias, y terminó su registro con una voluntad humana santificada”. Pero escuchen la siguiente oración. Y aquí es donde entra el desafío, queridos amigos. “Fue tentado en todo como lo somos nosotros. No obstante, porque mantuvo su voluntad rendida y santificada, nunca tuvo siquiera la menor inclinación hacia el mal, ni manifestó rebelión contra Dios”. ¡Muy interesante! Qué revelación tan profunda. Por favor cáptenla. Cristo empezó la vida con una, ¿qué? Una voluntad humana santificada. No obstante, no teniendo siquiera la menor inclinación hacia el mal, nunca habiéndose acercado a manifestar rebelión contra Dios, ¿qué se nos dice que experimentó? Tentación. No sólo tentación, sino que “fue tentado en todo”, ¿cómo? “Como lo somos nosotros”. Aquí está la misma palabra, usada por el mismo autor, esta vez en Hebreos, ¿qué palabra? Semejanza… Interesante. Pablo usa la palabra “semejanza” tres veces cuando habla de Cristo encarnado.
La primera vez dice que Él es “semejante” a los hombres. La siguiente vez dice que es “en semejanza de carne de pecado”. Y ahora nos dice que fue “tentado en todo según nuestra semejanza”.
Ahora, recuerden que la palabra “semejanza” se usa cuando uno quiere indicar que hay similitudes, pero también quiere dar lugar a, ¿qué? Diferencias. Oh queridos amigos, ahora estamos tratando un material muy, muy interesante. Resistan. Estamos estableciendo la base para la segunda parte, nuestro siguiente estudio. Hebreos 4:15 es donde se encuentra la declaración de Pablo. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue”, ¿qué? “tentado en todo según nuestra semejanza, pero”, ¿qué? “sin pecado”.
Aquí está nuestro desafío. Cómo puede ser Cristo tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin, ¿qué? Sin pecado. Ahora, por favor observen que Pablo no quiere decir que solamente no cometió pecado. Eso no es en realidad… Sí, eso es cierto, nunca cometió pecado. Pero Pablo está diciendo que no tenía pecado. No tenía pecado -PECADO con mayúscula. La raíz del pecado la cual es, ¿qué? Egoísmo. Por favor entiendan que la impecabilidad de Cristo es absoluta. Es completa. Comprende todo Su ser. Observen cómo las Escrituras lo aclaran. 1 Pedro 2:22: Dice, “el cual no hizo pecado”. Jesús, ¿qué? “No hizo pecado”. En otras palabras, es impecable en conducta, en palabra y acción. ¿Están captando esto? En segundo lugar, 2 Corintios 5:21 dice que Él, ¿qué? “No conoció pecado”. ¿De qué estamos hablando aquí? Impecabilidad de carácter, en pensamiento y sentimiento. Y en tercer lugar, ¿qué se nos dice respecto a la impecabilidad de Cristo? 1 Juan 3:5: “Y no hay”, ¿qué? “pecado en él”. ¿Ahora en qué nivel estamos? Impecabilidad en naturaleza. En el ámbito de su espíritu y deseo era, ¿cómo? Era impecable. Sin embargo, queridos amigos, el desafío es, ¿cómo es posible que Él, siendo perfectamente impecable, haya sido tentado en todo, ¿cómo? …como lo somos nosotros. Y vamos a dirigir nuestra atención a la respuesta a esa pregunta… después de una pequeña pausa. ¿Podrían ponerse de pie para orar, por favor?
Padre nuestro que estás en los cielos, muchas gracias por la gloria infinita que Jesús reveló, aún siendo hombre. Y Padre, cuando vemos que Él era la imagen misma Tuya y el resplandor de Tu gloria, nos regocijamos en ese hecho, pero Padre, también queremos reconocer que aunque era infinitamente glorioso y el Hijo divino de Dios, Él aún se compadeció de nosotros, y pudo identificarse con nosotros, y nosotros podemos identificarnos con Él. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza”. Ayúdanos a entender cómo esto es posible al seguir estudiando. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Si usted desea, usted puede enrollar la traducción y leerla mientras que mira el video. Si usted interrumpe su estudio en cierto minuto y si usted perdió su lugar en la traducción, puesto simplemente en CTRL-F (APPLE-F) pocas palabras usted acaba de escuchar. La búsqueda le traerá exactamente allí, enseguida.
Leave A Comment