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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.

Bienvenidos otra vez amigos. De verdad aprecio el privilegio de estudiar con ustedes… diligentemente. Estamos estudiando de cerca a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien es el resplandor de la gloria de Su Padre y la imagen misma de Su sustancia. {Heb 1:3} Y eso nos ha desafiado a hacernos la pregunta: ¿Cómo? ¿Cómo es posible que Él, siendo hombre, pueda ser eso? Eso no puede decirse de nadie más, ni siquiera del hombre impecable antes de caer. Desde la caída, todos nosotros estamos destituidos de la gloria. {Rom 3:23} Y el hombre impecable, antes de la caída, era sólo, ¿qué? La semejanza de Dios. {Gn 1:23} Pero aquí hay Uno quien es la, ¿qué? La imagen misma y el resplandor de la gloria de Su Padre.

¿Cómo es posible? Y hemos reconocido que hay una respuesta doble. En primer lugar, tomamos nota de que no sólo era hombre, también era, ¿qué? Dios. Pero la respuesta a la pregunta: “¿Cómo puede Él, siendo hombre, ser el resplandor de la gloria de Su Padre?”, también radica en el hecho de que era un hombre único. No era justamente como el resto de nosotros. Y ahora hemos llegado al punto en el cual estamos tratando de entender cómo, aunque es único por ser sólo “en semejanza de carne de pecado”, {Rom 8:3} y no tiene la misma carne pecaminosa que nosotros tenemos, cómo puede aún así ser tentado en todo según nuestra semejanza. Y ése no es un desafío pequeño. Nosotros tenemos naturalezas egoístas que tienen una inclinación hacia el mal. ¿Tenía Él una naturaleza egoísta con una inclinación hacia el mal? No. El pecado es innato en nosotros; tenemos maldad innata en nuestro corazón natural. ¿Tenía Él tal cosa? No. Nunca tuvo que nacer otra vez. Nunca tuvo que ser convertido. Y si el pecado hubiera sido innato en Él, Él por consiguiente hubiera sido pecador y no podría haber sido nuestro substituto impecable. Sólo puede estar en la cruz por nuestros pecados si Él no tiene pecado alguno -en ninguna dimensión de Su ser. Y concluimos nuestro último estudio tomando nota de la triple dimensión de Su impecabilidad.

Las Escrituras dicen que no cometió pecado. {1 Pe 2:22} Eso significa que fue impecable en conducta, en palabra y acción.

Las Escrituras dicen que no conoció pecado. {2 Cor 5:21} Eso significa que fue impecable en carácter, en pensamiento y sentimiento.

Pero las Escrituras también dicen, “no hay pecado en él”. {1 Juan 3:5} Eso significa que fue impecable en naturaleza, en espíritu y en deseo.

Absolutamente impecable. Y ésa es la impecabilidad que Pablo encierra cuando dice, “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. {Heb 4:15} Sin pecado alguno.

Pero nuestro desafío, por supuesto, el cual vamos a tratar ahora es: ¿Cómo es posible que nuestro Salvador, quien es absolutamente impecable, pueda ser tentado como lo fueron seres humanos pecadores? …y como aún lo son. ¿Se dan cuenta de este desafío? Es un misterio, queridos amigos, es un misterio. Pero por favor sepan que los misterios no son cosas que no se puedan entender. Son cosas que no se pueden entender sin la ayuda del Espíritu Santo. Es imposible explicar a plenitud cómo Cristo, siendo impecable, pudo haber sido tentado en todo según nuestra semejanza. Y no voy a tratar de hacer eso. Pero sí quiero compartir con ustedes lo que se nos ha revelado. Y lo que se nos ha revelado es para nosotros y nuestros hijos. {Dt 29:29} Y hay algunas revelaciones preciosas que me han ayudado a entender cómo Cristo puede ser perfectamente impecable, cual debe serlo para ser nuestro substituto; y al mismo tiempo perfectamente compasivo, cual debe serlo para ser un ejemplo válido para nosotros.

Éste es el desafío: Cómo permitir que Cristo sea tanto nuestro Substituto impecable como nuestro Modelo compasivo al mismo tiempo.

Es bastante fácil tomar una posición respecto de la naturaleza humana de Cristo, la cual lo hace nuestro substituto impecable. Decimos, “Bueno, tenía la naturaleza de Adán antes de la caída”. A propósito, eso es lo que mucha gente cree. Y también es bastante fácil establecer que Cristo es nuestro modelo compasivo, simplemente declarando que tenía la naturaleza de Adán después de la caída. Y aquí es donde está la controversia, aquí mismo. Y no se imaginan cuántas veces alguien se ha acercado a mí para preguntarme, “¿Usted que cree? ¿Usted cree que Cristo tenía la naturaleza de Adán antes de la caída, o la naturaleza de Adán después de la caída?” Y se quedan en suspenso, sin aliento… esperando a que les dé mi respuesta ya sea para abrazarme como hermano, o desdeñarme como hereje. Queridos amigos, esto se ha convertido, y no exagero, esto se ha convertido, en muchos círculos, en la supuesta prueba definitiva respecto de la validez de nuestra afirmación como Cristianos Adventistas del Séptimo Día. De verdad se ha convertido en eso… en muchos círculos. Y cuando me hacen esa pregunta, siempre me inclino a responder en una de dos maneras. La primera y la más simple es, “Sabe, necesito una tercera opción”. Necesito una tercera opción. Y alabado sea Dios porque hay una tercera opción. O si de verdad quiero confundirlos, digo algo como esto: Bueno, ninguna… o ambas… dependiendo de qué aspecto de la consecuencia del pecado en la naturaleza humana esté hablando usted. ¿Le encontraron lógica a lo que dije?

Si está hablando de la depravación, tenía la naturaleza de Adán, ¿cuándo? Antes de la caída.

Si está hablando de deterioro, tenía, ¿qué? La naturaleza de Adán después de la caída.

Si está hablando de estar infectado con el pecado, tenía la naturaleza de Adán antes de la caída. Si está hablando de estar afectado por el pecado, tenía la naturaleza de Adán 4,000 años después de la caída. ¿Me explico? De modo que por favor queridos amigos, necesitamos pensar un poco más… profundamente sobre este asunto. Insisto en que esta “naturaleza de Adán antes de la caída” y “después de la caída” es muy… es una dicotomía artificial. Es superficial, no toma en cuenta el cuadro entero. Y nuestro desafío es tener un entendimiento de la naturaleza de Cristo que le permita ser tanto nuestro Substituto impecable -y en lo que respecta a impecabilidad, tenía la naturaleza de Adán antes de la caída – y nuestro Modelo compasivo. Y en lo que respecta a esa dimensión de su ministerio, tenía la naturaleza de Adán, ¿qué? Después de la caída. Pero debemos tener un entendimiento que le permita ser ambos -Substituto impecable y Modelo compasivo- a la misma vez. ¿Amén? {Amén}

Ahora, si exageramos nuestra perspectiva de Él como nuestro Substituto impecable, y lo vemos como un ser tan santo y tan diferente de nosotros que es imposible que se identifique con nosotros, ni nosotros con Él, entonces tendremos un problema, ¿no es así? ¿Cuál sería el resultado? El resultado sería que el plan de salvación es un plan en el cual Jesús lo hizo todo. Simplemente tapémonos con su justicia, y no nos preocupemos más. Somos libres -ésa es una gracia barata. ¿Están siguiendo este concepto?

Ahora, si nos esforzamos para hacer de Él nuestro Modelo compasivo, y exageramos y enfatizamos Su semejanza a nosotros, de modo que es tal como somos nosotros, entonces inadvertidamente, ¿qué hacemos? Destruimos Su capacidad para ser nuestro Substituto impecable… porque hacemos de Él un pecador. Y queridos amigos, si es un pecador, entonces. ¿por quién está muriendo en la cruz? Por Él mismo, y estaríamos en un gran problema. ¿Amén? {Amén} Debemos tener un pecador impecable. Pero el desafío, por supuesto, es que tengamos un entendimiento que le permita ser nuestro Substituto impecable como nuestro Modelo compasivo a la misma vez. Y eso es lo que quiero que exploremos en este último estudio de esta noche.

Pero antes de continuar, ¿qué debemos hacer? Debemos pausar y pedir que el Espíritu de Dios nos dirija de una manera especial. Por favor oren por ustedes y por mí, mientras pasamos unos momentos en oración.

Padre nuestro que estás en los cielos, deseo tanto repartir correctamente la Palabra de Verdad. Deseo tanto representar correctamente a Aquél que es la Verdad, en todo lo que diga. Por favor Padre, por el Espíritu de Verdad, dirige mis pensamientos, dicta mis palabras, y permite que hable la verdad y solamente la verdad, la verdad como está en Jesús. Por el mismo Espíritu que me permite hablarla, permite que cada uno la escuche. Danos “audífonos espirituales” esta noche; y ayúdanos no sólo a escuchar la verdad, sino también a entenderla. Ayúdanos no sólo a entenderla, sino también a valorarla y apreciarla. Y especialmente ayúdanos a elegir ponerla en práctica en nuestras vidas, para que mediante la verdad, podamos ser cambiados a la semejanza de Aquél que es la Verdad. Que al contemplar, seamos cambiados por el poder del Espíritu de Verdad, es mi oración en el nombre de Jesús. Amén.

Estamos al tope de la página 19, ¿verdad? Acabamos de señalar la perfecta impecabilidad de Cristo. Por favor hagan un contraste entre esto y nuestra situación. Signs of the Times, 17 de marzo, 1887: “Podemos gozar de la paz que sobrepasa todo entendimiento; pero nos costará batallas contra los poderes de las tinieblas, y luchas severas contra el egoísmo y”, ¿qué? “el pecado innato”. Mi pecado innato.

Qué declaración tan extraordinaria. Obviamente queridos amigos, hay una dimensión más profunda del pecado que la conducta o aún el carácter. ¿Verdad? Es un pecado innato. ¿Cuál es el pecado innato? Es el egoísmo. Es, ¿qué? El egoísmo. ¿Se acuerdan cuando lo buscamos, y leímos esa declaración anteriormente? Notas Históricas, página 138: “El egoísmo se encuentra impreso en nuestro mismísimo ser. Lo hemos recibido”, ¿cómo? “Como herencia”. Esto quiere decir que es innato. Nuestros hijos, mediante la ley de herencia, son por naturaleza, ¿qué? Egoístas.

¿Era el bebé Jesús egoísta por naturaleza? No, no lo era. Si hubiera sido egoísta por naturaleza, hubiera manifestado una conducta egoísta, al menos hasta que se convirtiera. ¿Pero tuvo siquiera que ser convertido? ¿Tuvo que recibir un corazón nuevo? No. No, absolutamente no. No tenía el pecado innato. Review and Herald, 4 de mayo, 1886. Habla de la maldad innata del corazón natural, la maldad innata. Todos nosotros, como descendientes de Adán, tenemos una inclinación natural hacia el mal, una fuerza la cual sin ayuda no podemos resistir. La Educación, página 29 (del inglés): “En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal”. ¿En cuántos? En la vida de todo hombre, y queridas hermanas, está hablando en general, ¿bien? Eso las incluye a ustedes. En la vida de todos, “hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir”. Todos los hijos e hijas caídos de Adán tienen, ¿qué? Como resultado de haber comido del árbol del conocimiento, ¿qué tenemos? Tenemos una inclinación hacia el mal, una fuerza que, sin ayuda, no podríamos resistir.

¿Tenía Jesús una inclinación hacia el mal? Absolutamente, rotundamente no. Escuchen, el libro La Fe Por la Cual Vivo, página 49 (del inglés), de la pluma inspirada: “Él es un hermano en nuestras flaquezas, pero no en nuestras pasiones. Como ser inmaculado, su naturaleza rechazó el mal”. Su naturaleza, ¿qué, amigos? “Rechazó el mal”. “Soportó las luchas y la angustia del alma en un mundo de pecado… Podría haber pecado; podría haber caído, pero en ningún momento hubo en él tendencia alguna al mal”. ¿Amén? {Amén} No sólo no tenía inclinación hacia el mal, Su naturaleza, ¿qué? Rechazó el mal, tenía una aversión natural hacia el mal. Aborrecía el mal, era absolutamente impecable. Para Él, la maldad era terriblemente dolorosa e increíblemente ofensiva. En ningún momento hubo en Él tendencia alguna a, ¿qué? Al mal.

Así que una vez más, ¿cómo puede ser que Él, con una naturaleza que rechaza la maldad, y nosotros que tenemos naturalezas que tienen tendencia al mal, cómo es posible que sea tentado en todo según nuestra semejanza? {Heb 4:15} ¿Se dan cuenta del desafío que tenemos aquí? Y queridos amigos, estoy tratando este asunto, precisamente porque la motivación primordial de aquéllos que insisten en que Cristo tiene una naturaleza idéntica a la nuestra en todo aspecto, con todas las tendencias pecaminosas que nosotros tenemos, es porque creen que es esencial que Él tenga dicha naturaleza si ha de ser tentado en todo según nuestra semejanza. Pero quiero compartir con ustedes un conocimiento que nos permitirá ver cómo Cristo puede ser tentado en todo según nuestra semejanza, y aún así ser absolutamente impecable, sin ninguna inclinación o tendencia hacia el mal. ¿Está bien? Eso es lo que estamos tratando de hacer.

Ahora, por favor observen con atención lo que dice Pablo. Fue tentado en todo según nuestra semejanza. ¿Cuántas maneras o cuántas clases de tentación hay? Sólo hay tres. ¿Cuántas hay? Sólo hay tres. ¿Cuáles son? Están registradas en 1 Juan 2:16: “Porque todo lo que hay en el mundo”

-¿cuál es la número uno? “…los deseos de la carne”,

¿cuál es la número dos? “…los deseos de los ojos”,

¿y cuál es la número tres? “…la vanagloria de la vida”- “no proviene del Padre, sino del mundo”.

Ahora, la Biblia nos dice que estos tres encabezamientos encierran toda tentación. Y cada tentación que experimentamos viene bajo uno de esos tres encabezamientos. {RH, July 5, 1892 par. 10} Analicemos estos tres encabezamientos. Número uno, los deseos de la carne, ¿qué quiere decir eso? Podríamos llamarlo sensualismo. Es la idolatría del amor al placer. Los deseos de los ojos, ¿qué es eso? El materialismo: lo que vemos, lo deseamos para nosotros. Ésa es la idolatría del amor al mundo y todo lo que el mundo ofrece. La vanagloria de la vida, ¿qué es eso? El egotismo, ésa es la idolatría del amor al yo. ¿Captaron lo que acabo de compartir? Ésas son las tres categorías de la tentación. Y les desafío: en alguna ocasión siéntense y traten de pensar en cualquier tentación que hayan tenido y descubrirán que está bajo uno de esos tres encabezamientos: sensualismo, materialismo o egotismo: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida.

Ahora, observen algo muy, muy interesante y significativo. Fue precisamente en esas tres áreas que Satanás tentó a nuestros primeros padres en el Edén, y lo que acarreó la caída del hombre. Estén atentos a ellas; Génesis 3:6: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer”, ¿cuál es ésa? Los deseos de la carne. “…y que era agradable a los ojos”, ¿cuál es ésa? Los deseos de los ojos. “…y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;” ¿cuál es ésa? La vanagloria de la vida. “…y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.

Ahora, analicemos esto juntos. Cuando nuestros primeros padres fueron tentados en esas tres áreas, ¿tenían ellos una inclinación hacia el mal? ¿Tenían el pecado innato? No, absolutamente no. Estaban recién salidos de las manos del Creador. Eran perfectamente impecables. ¿Estamos todos de acuerdo? Entonces ¿qué podemos concluir? No tenemos que ser pecadores para ser tentados en esas tres áreas, ¿no es así? ¿Cierto? ¿Cómo lo sabemos? ¿Fue Adán tentado en esas áreas? Sí. ¿Era pecador? No. Así que obviamente, no tenemos que ser pecadores para ser tentados en esas áreas. ¿Tenemos que ser pecadores para ceder a la tentación… en esas tres áreas? No. ¿Cuál es nuestra prueba una vez más? Adán y su esposa. ¿Cedieron ellos? Sí. Cedieron –mientras, ¿qué? Mientras que eran perfectamente impecables.

¿Se dan cuenta? Por favor entiendan algo. Satanás está apelando a la versión impecable, antes de la caída, de lo que ahora se ha convertido en los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. En su condición no caída, tenían el deseo de disfrutar de placeres sensoriales. Dios los había capacitado para disfrutar de ellos. Disfrutaban de los deliciosos sabores de la fruta buena, ¿cierto? ¿Era pecaminoso que los disfrutaran? No. Pero Satanás estaba apelando a ese deseo que Dios les había dado para que disfrutaran del placer sensorial, tratando de conseguir que se complacieran de una manera prohibida por Dios. Al comer de, ¿qué? De la fruta prohibida. Y si se entregaban a satisfacer ese deseo santo de una manera prohibida por Dios, se volvería impuro. Y eso es exactamente lo que ocurrió; es exactamente lo que ocurrió.

También Dios les había dado el deseo de adquirir cosas hermosas. Y Eva vio que el árbol era, ¿qué? Agradable a los ojos; era hermoso. Satanás estaba apelando al deseo que Dios les dio de adquirir cosas hermosas. Y Dios también les había dado a nuestros primeros padres un deseo de cultivarse. Y aquí se les estaba ofreciendo como algo que los haría, ¿qué? Sabios; de hecho serían como, ¿qué? Como, ¿quién? Como Dios, sabiendo el bien y el mal. Así que Satanás estaba apelando a los deseos que Dios les había dado antes de la caída. Pero cuando fueron saciados de una manera prohibida por Dios, se convirtieron en lo que hoy es, después de la caída, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida ¿Sí? Pervertidos.

Ahora, Cristo Jesús es el segundo Adán. {1 Cor 15:45-47} Jesús es, ¿qué? El segundo Adán. ¿Qué significa eso? Escuchen. Youth’s Instructor, 2 de junio, 1898: “A Cristo se lo llama el segundo Adán. En pureza y santidad, conectado con Dios y amado por él. Comenzó donde el primer Adán había comenzado. Voluntariamente recorrió el terreno donde Adán había caído, y redimió el fracaso de Adán”.

Pregunta amigos: ¿Comenzó Adán con una naturaleza pecaminosa y depravada? No. El segundo Adán, comenzó donde el primer Adán había comenzado. Y recorrió el terreno donde Adán había caído. ¿Están captando esto? Ahora, sí, el segundo Adán tenía toda el deterioro de 4,000 años. Debía tenerla porque no sólo debía pasar la prueba que Adán reprobó, sino también debía ser un ejemplo para pobres mortales caídos, y mostrarles cómo, mediante la gracia, podían superar sus pruebas diarias y tentaciones. ¿Están captando esto? Es por eso que ha de ser no sólo, en lo que respecta a depravación e impecabilidad, como Adán antes de la caída, sino también en lo que respecta a deterioro y flaqueza, ha de ser como Adán después de la caída. ¿De acuerdo? Necesito ver algún tipo de reacción, por favor.

Bien, observen lo siguiente: Signs of the Times, 9 de junio, 1898: “Cristo vino a la tierra tomando la humanidad y presentándose como representante del hombre”. Pausemos. Eso quiere decir como nuestro segundo Adán, la cabeza de una raza nueva, ¿está bien? Vino a hacer lo que el primer Adán no logró hacer a favor de la raza humana. Sigamos leyendo: “para mostrar que, en el conflicto con Satanás, el hombre tal como Dios lo creó, unido con el Padre y el Hijo, podía obedecer”, ¿qué? “todos los requerimientos divinos”. La cuestión en la gran controversia, es si el hombre, como Dios lo creó, podía obedecer perfectamente la ley de Dios o no. Y Adán da una evidencia aparente de que no podía. Así que el segundo Adán viene para probar que el hombre, como Dios lo creó, podía, ¿qué? Podía obedecer perfectamente -es muy importante que entendamos eso.

Pero también viene a probar que aún el hombre caído puede, mediante Su fuerza, ser vencedor ¿Amén? {Amén} Es de igual importancia que enfaticemos esto, queridos amigos. Es por eso que cuando Cristo es probado, debe serlo de una manera que le permitirá probar que aún el hombre caído puede vencer toda tentación -mediante Su fuerza. Y por esa razón, viene con algunos requisitos previos muy importantes. En primer lugar, la pluma inspirada nos dice que hay una carga de culpa depositada sobre Él al sobrellevar la prueba en el desierto ¿Por qué? {RH, Sept 23, 1890 par. 3} Porque nosotros tenemos que afrontar culpabilidad. Tenemos que afrontar culpabilidad. De modo que sobrelleva una conciencia de nuestra culpabilidad, siendo nuestros pecados depositados sobre Él.

Pero hay algo muy importante respecto de la prueba que va a experimentar, y por la cual va al desierto. ¿Cuántas veces es Cristo tentado en el desierto? ¿Cuántas veces, queridos amigos? Tres veces. ¿Es esa una coincidencia? ¿Cuántas tentaciones hay? Tres… y Él debe ser “tentado en todo”, ¿cómo? “…según nuestra semejanza”. {Heb 4:15} ¿Cuáles suponen que son esas tres tentaciones? ¿Cuáles suponen que puedan ser? Lucas, aquí las tengo registradas, no podemos tomar el tiempo para leerlas, pero Lucas 4:1-13.

Los deseos de la carne {1 Juan 2:16} -¿cómo fue tentado ahí, en ese área? Convertir las piedras en pan {Mt 4:3}; satisfacer el apetito increíblemente agudo e intenso. ¿Se dan cuenta de eso? Entonces ¿a dónde lo lleva el diablo? Versículo 5, al tope de la página 20: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: ‘A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos'”. Le está dando una vista panorámica del mundo, todos los reinos de la tierra. ¿Con qué estamos lidiando aquí? Los deseos de los ojos. Y luego la última tentación, ¿cuál es? Lo lleva ¿a dónde? Al pináculo del templo, versículo 9: Y le dice, “Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: ‘A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden…'” ¿Cuál es ésta? Ésta es la vanagloria de la vida que lleva a la presunción.

Tres tentaciones, las mismas tres con las que Adán fue tentado en el Edén, y las mismas tres que nosotros debemos afrontar diariamente. ¿Fue Cristo “tentado en todo según nuestra semejanza”? ¿Lo fue? ¿”En todo según nuestra semejanza”? Sí. Pero analicemos esto un poco más. Y a propósito, en Testimonios para la Iglesia Tomo 3, página 372 (del inglés), antes de continuar, ella manifiesta muy claramente: “Aquél quien no conocía pecado fue hecho pecado por nuestra causa. La terrible carga de la culpabilidad fue depositada sobre Él a causa de nuestros pecados. Resistió la medrosa prueba del”,

¿qué? “apetito, y la de”,

¿qué? “amor al mundo y al honor, y”,

¿qué? “la vanagloria de la vida la cual lleva a la presunción”.

Ahí las tienen, las tres que acabamos de resumir en Lucas. “Cristo soportó estas tres tentaciones principales y las venció en favor del hombre, obrando por él un carácter justo”, ¿Amén? {Amén} ¡Alabado sea el Señor por hacerlo! “…porque sabía que el hombre no podría hacerlo por sí mismo. Sabía que Satanás atacaría la raza en estos tres puntos. Había vencido a Adán, y se disponía a llevar a cabo su obra hasta completar la ruina del hombre. Cristo entró al campo de batalla en favor del hombre para conquistar a Satanás porque vio que el hombre no podría vencerlo por cuenta suya. Cristo preparó el camino para el rescate del hombre viviendo una vida de sufrimiento, abnegación y sacrificio propio, y mediante su humillación y muerte final. Ayudó al hombre para que al seguir el ejemplo de Jesús pudiera vencer por su propia cuenta, así como Cristo ha vencido por causa de él”. Es una revelación tan profunda, que tenía que compartirla con ustedes.

Ahora, brevemente veamos la primera de las tres tentaciones. Sólo vamos a tener tiempo para cubrir ésa esta noche. Quiero que reconozcan y que entiendan y que aprecien la importancia profunda de lo que Cristo tuvo que atravesar antes de que pudiera ser tentado en el área del apetito. Porque, Cristo no tiene un apetito pecaminoso y pervertido, ¿o sí? No, no lo tiene. No tiene tendencias de maldad en el ámbito de su apetito. Tiene un apetito inmaculado. Al nacer no tenía una inclinación hacía el mal, y siempre vivió una vida de perfecta obediencia. De modo que no tiene ninguna depravación en el ámbito de su apetito. Así que surge esta pregunta, ¿cómo, entonces, va a ser tentado en este área de una manera que le permitirá ser compasivo, y un ejemplo válido para nosotros que tenemos apetitos depravados? ¿Me explico? ¿Cómo va a hacerlo?

Bueno queridos amigos, antes de ser tentado en el área del apetito ¿Qué hace? ¿Qué hace? Está sin comer, ¿por cuánto tiempo? Por cuarenta días y cuarenta noches. Y, entonces, dice la Biblia “tuvo hambre”, {Mt 4:2} lo cual es probablemente una de las expresiones más obvias de la Biblia. Por favor entendamos algo. Cuando uno empieza a ayunar, uno pasa mucha hambre, ¿no es así? ¿Alguna vez han ayunado? Oh, el primer día es muy difícil. Pero el segundo día, ¿qué pasa con el apetito? Empieza a disminuir hasta que después de un tiempo, uno ya no siente nada de hambre. Muy interesante, uno ya no siente hambre. ¿Hasta cuándo? Hasta que uno está por morir. Justo antes de morir, el cuerpo da un grito increíblemente intenso. Grita pidiendo comida. Es el impulso más poderoso que el cuerpo humano puede experimentar… justo antes de morir.

Ahora vengan conmigo al desierto. ¿Quién está viendo a nuestro Salvador? ¿Cada uno de sus movimientos? Satanás, ya tiene sus planes hechos. Lo ha estado planeando todo por 4,000 años. Tiene su programa perfectamente planeado, pero quiere golpear a Jesús con la tentación del apetito… A propósito, así fue como logró la caída del hombre, ¿cierto? Para empezar, Eva vio que el árbol era bueno para comer. Y se da cuenta que tiene más oportunidades de éxito tentándolo en el ámbito del apetito, pero quiere hacerlo cuando es más probable que Cristo complazca su apetito. De modo que observa; conoce la fisiología humana. Sabe que eventualmente el cuerpo de Cristo empezará a convulsionarse y que le darán punzadas de hambre increíblemente intensas. Y cuenta los días, y empieza a preguntarse, ¿Cuándo va a ocurrir? ¿Cómo es que está sobreviviendo tanto tiempo? Y sobrevive tanto porque es un modelo increíblemente saludable cuando llega al desierto. Pero Satanás sabe que tarde o temprano, se va a derrumbar, y va a empezar a convulsionarse. Y está esperando ese momento. Y cuando ve que empieza a suceder al cuadragésimo día, ¿qué hace? Viene, ¿y qué dice? “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. {Mt 4:3} Y a propósito, si no lo haces aprisa, te vas a morir.

Ahora queridos amigos, consideremos lo que está ocurriendo aquí. De verdad es una tentación que está más allá del límite de comprensión, para entender plenamente su intensidad, y su poder. Cristo ha sido bautizado justamente antes de venir al desierto, ¿verdad? ¿Y qué le dijo Dios al salir del agua? “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. {Mt 3:17} Ahora Cristo debe depender exclusivamente de la palabra de Dios. Su fe debe aferrarse a ella, en lo que respecta a su identidad personal.

Pero Satanás viene a desafiar eso. Y dice, y la pluma inspirada nos lo muestra {DA 119.2}, le dice: “Sabes, tú has de ser el ángel caído. Ha habido una rebelión en el cielo, y obviamente has sido expulsado. Es decir, eres rechazado por Dios y por el hombre; has de ser el ángel caído. Pero si eres el Hijo de Dios, compruébalo haciendo algo que sólo Dios puede hacer. Convierte las piedras en pan”.

Ahora queridos amigos, si nosotros hubiéramos sido tentados a convertir las piedras en pan, ¿hubiera sido ésa una tentación para nosotros? No ¿Por qué? Porque no podemos hacerlo. ¿Fue tentación para Cristo? ¿Lo fue? Absolutamente ¿Por qué? Porque Él puede hacerlo. Saben, Señor bendícenos, quienes insisten en que Cristo fue tentado según nuestra semejanza, parece que si de verdad observaran la tentación de Cristo, tendrían que reconocer, no, hay algo radicalmente diferente respecto a sus tentaciones. ¡Nunca he sido tentado a convertir piedras en pan, ni ustedes tampoco! Pero Cristo lo fue. Ahora, ésa no hubiera sido tentación para nosotros porque no podríamos hacerlo. ¿Fue tentación para Cristo? Sí ¿Por qué? Porque Él sí podía hacerlo. Con una palabra -la misma palabra con la que hizo que este mundo existiera- pudo haber convertido cada piedra del desierto en pan recién salido del horno. Cada piedra en una barra de pan, fácilmente… y satisfacer su hambre, y en el proceso, demostrar que no era quien el enemigo insinuaba que era, demostrar que era el Hijo de Dios. Y si no creen que eso fue una tentación, piénsenlo otra vez. Queridos amigos, ésa fue una tentación poderosamente abrumadora.

Y fue el atravesar esa tentación, lo que hizo posible que se compadeciera y se identificara con toda tentación que todo ser humano caído tiene que experimentar en el ámbito de los deseos de la carne. Por favor, entendamos que aunque Cristo fue poderosamente tentado en el área del apetito, no se le estaba apelando a un apetito pecaminoso, ¿o sí? ¿Era pecaminoso que Cristo tuviera hambre después de no haber comido por cuarenta días y cuarenta noches? ¿Lo era? No, era absolutamente impecable. ¿Pero era un apetito intenso? Oh, sí que lo era. ¿Era tan potente como los apetitos depravados y pervertidos que nosotros tenemos que afrontar? ¡Sí, sí! De modo que ¿puede alguien decir?, sigan este concepto, ¿puede alguien que tiene que afrontar un apetito depravado y pervertido, decir, en el área de los deseos de la carne, puede alguien decir, “Cristo no sabe lo que es eso. No puede compadecerse de mí”? ¿Podemos decir eso? No, no podemos. Sin embargo, ¿por qué puede Cristo compadecerse de nosotros? ¿Porque ha experimentado exactamente nuestra misma tentación? No. Sino porque ha experimentado una tentación en el área de los deseos de la carne que es igual, en su totalidad, a cualquier tentación que tengamos que afrontar en el ámbito de los deseos de la carne. ¿Entienden lo que estoy tratando de explicar?

Porque, queridos amigos, esto tiene que quedar muy claro. Hay quienes insisten en que el ser “tentado en todo según nuestra semejanza” {Heb 4:15} quiere decir que Cristo experimentó cada una de nuestras tentaciones. De hecho hay quienes han llegado al extremo de decir, por ejemplo, ésta es sólo una, que Cristo tuvo las tentaciones de un homosexual. Esto está impreso, de paso. Y quienes dicen esto son bien intencionados porque piensan que para que un homosexual sepa que Cristo entiende lo que está atravesando, tiene que tener la garantía de que Cristo en realidad tuvo esas tentaciones. Queridos amigos, por favor entiendan que no tenemos que hacer eso. No tenemos que desviarnos por ahí. Y Dios no quiera que nos desviemos. ¿Amén? {Amén}

Porque, si Cristo tiene toda tentación que nosotros tenemos, no sólo tenemos que atribuirle una naturaleza depravada, sino la naturaleza más depravada que jamás alguien haya tenido o que jamás alguien pueda llegar a tener. ¿Están siguiendo este concepto? Ni siquiera yo tengo las tentaciones de un homosexual, y soy un hombre caído. No entiendo eso. Reconozco que hay quienes tienen dichas tentaciones, pero yo no las tengo. La capacidad de Cristo para compadecerse de nosotros no depende de que haya tenido que hacer frente a cada una de nuestras tentaciones. Es decir, ¿acaso no hay tentaciones que son únicas de las mujeres, por ejemplo? Pero, por supuesto. Y si una mujer cree que Cristo tuvo que haber tenido todas sus tentaciones siendo hombre, entonces ella debe llegar a la conclusión de que no es posible que se identifique con ella. ¿Están siguiendo esta lógica? Pero, ¿puede Cristo identificarse con las tentaciones de quien sea en cualquiera de esas tres áreas? ¡Sí! ¿Por qué? ¿Porque tuvo tentaciones específicas? No… sino porque tuvo una tentación que hace que sea plenamente compasivo en cada una de esas tres áreas, y su intensidad fue totalmente igual a lo que sea que usted y yo jamás tengamos que afrontar. ¿Amén? {Amén}

¿Puede un adicto a la heroína decir que Cristo no sabe lo que se siente? No ¿Por qué? Porque eso está bajo el encabezamiento “los deseos de la carne”, y Cristo tuvo una tentación en el área de los deseos de la carne que fue tan potente, en su totalidad, como la de un adicto a la heroína. ¿Tuvo que ser adicto a la heroína para poder compadecerse de un adicto a la heroína? No. ¿Tuvo que ser adicto a la heroína para ser un ejemplo válido para un adicto a la heroína? No. ¿Se dan cuenta cómo podemos tener un entendimiento que le permita a Cristo ser perfectamente compasivo siendo perfectamente impecable a la vez? ¿Se dan cuenta de eso queridos amigos? Ése es nuestro desafío. Y eso es lo que Cristo fue. Fue perfectamente impecable y a la vez perfectamente compasivo. Alabado sea Dios por el Salvador que tenemos, ¿amén? {Amén} Alabado sea Dios por el Salvador que tenemos.

En Lugares Celestiales, página 194 (del inglés); observen qué revelaciones tenemos con respecto a esta primera tentación particularmente. “La intemperancia está en la base de todos los males morales conocidos del hombre. Cristo comenzó la obra de redención en el mismo lugar donde había comenzado la ruina. La caída de nuestros primeros padres se debió a la complacencia del”, ¿qué? “apetito. En la redención, la negación del apetito fue la primera obra de Cristo”. Oh queridos amigos, hemos de pausar aquí.

Saben que la pluma inspirada nos dice que si podemos obtener la victoria sobre el apetito, podemos obtener la victoria sobre todo otro pecado. {CD 59.3} Es por eso que es rotundamente imperativo que obtengamos, junto con Cristo, la victoria sobre el apetito. ¿Amén? {Amén} El deseo de la carne, es la tentación más grande. Y si podemos obtener la victoria sobre eso, obtendremos la victoria sobre las otras dos. Es por eso que Cristo tenía que ganar la victoria sobre el apetito primero. Y fue esa victoria la que le fue de gran ayuda para obtener la victoria sobre las siguientes. Signs of the Times, 3 de diciembre, 1902: “Ésta es la insinuación de desconfianza. En el tono de voz del tentador hay una expresión de completa incredulidad. ¿Habría de tratar Dios así a su propio Hijo? ¿Lo dejaría en el desierto con las fieras, sin alimento, sin compañía, sin consuelo? Satanás le insinuaba que Dios nunca quiso que su Hijo estuviese en tal estado. ‘Si eres el Hijo de Dios’, dice, ‘muéstrame tu poder aliviándote a ti mismo de este hambre apremiante. Ordena que estas piedras sean transformadas en pan'”.

Ahora observen esto atentamente. ¿Tenía Cristo el poder para transformar las piedras en pan? ¿Lo tenía? Sí ¿Por qué? Porque era divino; era el Creador divino. Tenía el poder creador dentro de sí mismo. Satanás no era tan tonto como para tentarlo a hacer algo que no podría hacer. Sabía perfectamente bien que no estaba lidiando con sólo un hombre, sino con el Dios Creador, y con un hombre. Y entonces estaba tratando de tentarlo mediante ambas. Estaba apelando al hambre intensa del hombre, pero también estaba apelando al poder divino del Dios dentro de Él, para satisfacer el hambre del hombre. ¿Se dan cuenta de eso? {Sí} Y queridos amigos, Cristo fue tentado toda su vida de esta manera. De hecho, la pluma inspirada nos dice que la mayor tentación de Cristo era usar su poder divino en favor suyo. {RH, April 1, 1875 par. 3} ¿Qué era? Era usar su poder divino en favor suyo. Y saben, nosotros ni siquiera podemos entender plenamente -creo yo- cuán poderosa habrá sido esa tentación.

Porque, yo creo, permítanme decirlo de esta manera: Yo creo que las tentaciones de Cristo fueron más fuertes que las nuestras, ya que la naturaleza de las que fue tentado a depender era más fuerte que la nuestra. ¿Captaron lo que acabo de decir? ¿De qué naturaleza somos tentados a confiar y depender? De una naturaleza caída y pecaminosa. ¿De qué naturaleza fue Cristo tentado a confiar y depender? De una naturaleza infinitamente poderosa -que podía transformar piedras en pan. Ahora, ¿por qué era absolutamente necesario que Cristo no ejerciera su poder divino en favor suyo? ¿Por qué? Porque de haber hecho eso… por favor sigan este concepto. Si en algún momento hubiera hecho eso para satisfacer sus propias necesidades, inmediatamente se hubiera incapacitado para ser un ejemplo válido para nosotros. {RH, April 1, 1875 par. 1} Porque ninguno de nosotros tiene un poder divino personal del cual depender. ¿De Quién tenemos que depender para vencer la tentación y satisfacer nuestras necesidades? De un poder divino exterior a nosotros, ¿amén? No de un poder divino interno. De modo que en cuanto a sus propias necesidades, Cristo tenía que depender constantemente, ¿de Quién? Del Padre… y si el Padre no iba a alimentarlo, estaba dispuesto a, ¿qué? A morir, en vez de usar su poder divino, como ningún ser humano podría, para alimentarse. Porque quería ser capaz de identificarse con nosotros.

Hemos de amar a un Señor que es así. ¿Amén? {Amén} Hemos de amar a un Señor que es así.

Teniendo presente en todo momento que podía haberlo hecho. ¿Cómo lo sabía? Bueno, obraba milagros todos los días, ¿no es así? Y eran obrados mediante su poder divino, sí, sólo cuando el Padre le daba la autorización para hacerlo. Es por eso que dice, “No puedo yo hacer nada por mí mismo”. {Juan 5:19.30} De mi propia iniciativa, es lo que en realidad está diciendo, nada puedo yo hacer. He venido a ser un hombre, por lo tanto debo pasar por la vida como un hombre. Y si he de ejercer mi poder divino, nunca ha de ser por mí mismo. Sólo he de hacerlo por otros, pero aún así sólo puedo hacerlo cuando mi Padre me de la autorización para hacerlo. ¿Lo están captando? Ahora, ¿cuál fue el último milagro que Dios obró? Levantar a Lázaro de entre… los muertos. Ése fue el más impactante de todos sus milagros. ¿Y qué dijo al estar parado en la tumba? “Lázaro, ¿en el nombre del Padre ven fuera”? No; ¿qué dijo? Lázaro, ven fuera. {Juan 11:43} Después de haberle dicho a María y a Marta, “Yo soy la Resurrección y la Vida”. {Juan 11:25} ¿Amén? {Amén} Y la pluma inspirada nos dice que ese milagro final fue la evidencia suprema del poder divino de Cristo. Levantó a Lázaro con su propio poder divino. {DA 529.1} Y sabía perfectamente bien, porque podía ejercer ese poder divino en favor de otros, ya que el Padre le había dado la autorización para hacerlo. Sabía perfectamente bien que la tenía.

Y miren qué costumbre… analicemos esto juntos. ¿Por cuánto tiempo había Cristo ejercido su poder divino para hacer lo que quisiera? ¿Por cuánto tiempo? Por toda la eternidad. ¡Y nosotros creemos tener un hábito difícil de vencer! ¿Escuchan lo que les estoy diciendo? Él tenía que vencer un hábito eterno. Él había usado su poder divino por la eternidad pasada para hacer lo que quería. Y ahora, no puede hacerlo por sí mismo, si es que ha de ser un ejemplo válido para nosotros, si ha de compadecerse de nosotros. ¿No es eso maravilloso?

Escuchen esta declaración: Review and Herald, 14 de mayo, 1908: “Allegándose al Hijo de Dios, el gran engañador afirmó ser enviado por el Padre con un mensaje para el Salvador. No había necesidad de pasar más hambre. ‘Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan’. Pero mediante una acción como ésta, Cristo hubiera roto su promesa de nunca ejercer su poder divino para escapar de alguna dificultad o sufrimiento que el hombre debe afrontar en su humanidad”. ¿Se dan cuenta de eso? Eso era parte del pacto que había hecho con el Padre. Vendría a la tierra y nunca ejercería su poder divino para satisfacer ninguna de sus necesidades, porque tiene que pasar por la vida como un hombre.

Miren lo que dice El Deseado de Todas las Gentes, página 119 (del inglés), al tope de la página 21. “Cristo no había de ejercer el poder divino para su propio beneficio. Había venido para soportar la prueba como debemos soportarla nosotros, dejándonos un ejemplo de fe y sumisión. Ni en esta ocasión, ni en ninguna otra ulterior en su vida terrenal, realizó él un milagro en favor suyo. Sus obras admirables fueron todas hechas para beneficio de”, ¿quién? “Otros”, otros, otros. ¿Ven el amor desinteresado, abnegado, que se sacrifica a sí mismo, del carácter de Dios que vemos revelado aquí, queridos amigos? ¿Lo ven?

La Temperancia, página 20 (del inglés): “Satanás fue derrotado en su intento de vencer a Cristo en el terreno del apetito. Y allí en el desierto Cristo alcanzó una victoria en favor de la raza humana en el terreno del apetito haciendo posible que en Su nombre, en toda ocasión futura, el hombre pudiese vencer la fuerza del apetito para su propio provecho”. Queridos amigos, ¿hay excusa alguna para que permanezcamos esclavos de los deseos de la carne? No ¿Por qué? Porque Cristo Jesús ha demostrado que tiene el poder suficiente para vencer la tentación más intensa en ese área que todo ser humano tendrá que afrontar. ¿Cuántos dicen “amén”? {Amén} De modo que no hay excusa para permanecer esclavos del apetito, los deseos de la carne, los cuales, de paso, también incluyen la pasión No hay excusa.

Y por favor entiendan que al vencer esta tentación, la primera y todas las demás tentaciones, Cristo no dependió de nada que no esté fácilmente a nuestro alcance mediante Su gracia ¿Escucharon lo que acabo de decir? Al vencer esta tentación, y todas las demás tentaciones, Cristo no dependió absolutamente de nada que no esté fácilmente a nuestro alcance mediante Su gracia. El Deseado de Todas las Gentes, página 24: “No ejerció en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente”. ¿Cuántos dicen “amén”? {Amén} Poder alguno. Por ejemplo, ¿cómo venció la tentación de complacer su apetito? ¿Qué dijo? “Escrito está…” {Mt 4:4.6.7.10} ¿Está a nuestro alcance ese arma, amigos? ¿Lo está -para vencer la tentación? ¿Lo está? Sí, lo está.

Pero también tenemos el Nuevo Testamento; Él sólo tenía el Antiguo. Y sobre todo tenemos Su ejemplo de victoria. Y Cristo no tenía el ejemplo de victoria de nadie. Porque el primer Adán y todos sus descendientes no habían vencido. Alabado sea Dios porque tenemos las Escrituras, y el ejemplo radiante, glorioso y victorioso del Verbo hecho carne, Cristo Jesús. Review and Herald, 28 de noviembre, 1882: “Cristo venció a Satanás, y nos mostró cómo nosotros también podemos vencerlo. Cristo resistió a Satanás con las Escrituras. Podría haber echado mano de su propio poder divino, y hacer uso de sus propias palabras; pero dijo: ‘Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios'”.

Pausemos… ¿A quién estaba citando aquí? A sí mismo. Se estaba citando a sí mismo de las Escrituras. Él había dicho eso, pero ¿dice Él algo con autoridad propia cuando hace el papel de hombre? No, cita la Biblia, algo que había sido registrado que Él había dicho originalmente. ¡Qué maravilloso! Sigamos leyendo: “En la segunda tentación dice: ‘Otra vez escrito está, no tentarás al Señor tu Dios’. El ejemplo de Cristo está ante nosotros. Si las Sagradas Escrituras fueran estudiadas y obedecidas, los cristianos serían fortalecidos para enfrentar a su astuto enemigo; pero la Palabra de Dios es descuidada y como consecuencia de esto se producen desastres y derrotas”.

Oh hermano, hermana, les imploro. Contemplen a Cristo en el desierto, y al contemplar, sean cambiados – aprendan de Él. Sean semejantes a Él; guarden la Palabra de Dios en sus corazones, como lo hizo David. “En mi corazón he guardado tus dichos, para no”, ¿qué? “pecar contra ti”. {Sal 119:11} Tenemos un Salvador compasivo, ¿amén? {Amén} Aquél que ha sido “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin”, ¿qué? “sin pecado”. {Heb 4:15} Es perfectamente impecable, alabado sea Dios, y a la misma vez es perfectamente compasivo. Alabado sea Dios por el Salvador que tenemos. ¿Nos ponemos de pie para orar?

Padre nuestro que estás en los cielos, te agradecemos tanto por Jesús. Ayúdanos a contemplarlo, y que al contemplarlo seamos transformados según su semejanza, es nuestra oración en Su nombre, amén.

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