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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.
Buenas tardes, queridos amigos. Gracias, gracias por regresar. ¿Disfrutaron su cena de confraternidad? {Amén} Pero no disfrutaron demasiado, ¿verdad? Espero que no. Sabremos si fue así o no. ¿Cómo lo sabremos? Los que comieron en exceso durante la cena de confraternidad se me van a dormir. {Eso no va a ocurrir; hoy no comimos postre.} Bien, bien.
Alabo al Señor por el privilegio de estudiar Su Palabra durante estas horas de Sábado, y no cualquier tema, sino la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. No puedo pensar en una mejor manera de pasar el Sábado que en el estudio de Su Palabra. ¿Decimos “amén”? {Amén} Qué gozo; qué privilegio. Y gracias por darme el privilegio de dirigir este estudio. Pero quiero reconocer abiertamente que no estoy a la altura de la tarea, salvo por un milagro de gracia. Necesito esa gracia. Y espero que reconozcan que ustedes también necesitan la gracia, para poder vincularse correctamente y entender y apreciar la verdad de la Palabra de Dios. ¿Lo reconocen? Las cosas espirituales solamente se disciernen espiritualmente. {1 Cor 2:14} Y estamos tratando algunas verdades desafiantes, queridos amigos.
Tengo más cosas que compartir con ustedes que probablemente ocasionarán que no estén muy felices conmigo. Pero tengo que correr el riesgo de ofenderlos, no porque quiera hacerlo, sino porque, por causa de Cristo, debo animarlos, con insistencia, a que vean sincera y objetivamente dentro de sus corazones, para ver si es posible que estén en una condición laodiceana: que estén auto engañados, pensando que son ricos y que están enriquecidos de bienes, cuando en realidad son desventurados, pobres, miserables, ciegos y desnudos… Y tibios. {Apoc 3:17} Por favor dense cuenta que no estoy buscando juzgar a nadie de hipócrita. Pero sé que el Testigo Fiel siempre juzga correctamente. Y evidentemente hay tanta hipocresía entre nosotros, ya que somos la iglesia Laodiceana de los últimos días, es la característica que nos identifica. De modo que pienso que a la luz de ese hecho, queridos amigos, sería sabio que nos examináramos, sinceramente, objetivamente para ver si verdaderamente estamos en la fe. ¿Decimos “amén”? {Amén}
Estamos alumbrando nuestros corazones con la luz láser de la ley de Dios. Y ésa nunca es una experiencia placentera porque, ustedes saben, puede ser que se nos obligue a reconocer algunas cosas que no hemos querido reconocer por mucho tiempo ya. Pero qué mejor que reconocerlas ahora, cuando podemos hacer algo al respecto. ¿Amén? {Amén} Si tiene que descubrirse algún tipo de hipocresía, que Dios nos ayude a descubrirlo ahora. ¿Amén? {Amén} No quiero seguir engañado y lleno de justicia propia hasta que sea demasiado tarde. ¿Y ustedes? Hasta que tengamos que escuchar ese terrible juicio y nos quedemos horrorizados: “Apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad; nunca os conocí.” {Mt 7:23} Que Dios nos ayude a encontrar lo que se necesita encontrar ahora, cuando aún hay tiempo de componernos. ¿Amén? {Amén} Y gracias por estar dispuestos a regresar y a seguir escudriñando nuestros corazones, y, bajo la influencia del Espíritu Santo, a seguir estudiando juntos la Palabra de Dios. Y ésa es la influencia a la que quiero darles la oportunidad ahora mismo de personalmente invitar a sus corazones. Y al orar por el derramamiento del Espíritu Santo sobre su corazón y mente, ¿se acordaría de orar por su hermano? Anhelo sus oraciones. También yo, especialmente yo, necesito el ungimiento y el derramamiento del espíritu de Dios. Pasemos unos momentos de rodillas, ¿lo harían? Como acostumbramos.
Dios Padre, en la tranquilidad de esta tarde de Sábado te agradezco por el privilegio que tenemos de reunirnos una vez más para darnos un banquete con el Pan de Vida. Pero Padre, antes de proseguir a la comida, elegimos prestar atención al llamado en la puerta de nuestro corazón. Elegimos levantarnos de la mesa y abrir la puerta e invitarte en la persona de tu Espíritu a entrar y a cenar con nosotros. Por favor Señor, por el poder de tu Espíritu Santo danos esa sed y hambre, y te agradezco porque lo has hecho. La presencia misma de estos queridos hermanos y hermanas es evidencia de que has puesto en sus corazones una sed y un hambre por la Palabra. Y es mi oración que abras nuestro apetito. Y especialmente es mi oración que nos des la capacidad de digerir y asimilar el Pan de Vida, para que podamos ser nutridos por él. Padre, mío es el privilegio inmerecido de partir y distribuir ese pan y elijo lavar mis manos, lavar mi corazón, lavar mi mente, lavar mi lengua, lavar todo mi ser con la sangre y con el agua que fluyen del costado abierto de Jesús. Límpiame, Padre, por favor. No permitas que mi humanidad siquiera sazone el pan, mucho menos que lo contamine. Por favor, protégeme de mí mismo. Y si alguien recibiera una bendición de esta comida, sabremos quién, solo, recibe el crédito y la alabanza. Eres Tú y tu Hijo, el mismo Pan de Vida, y no el pobre repartidor de pan que condescendiste a usar. Concédenos esta oración Señor, pues la pido en el nombre de Jesús y por causa suya. Amén.
Hemos estado estudiando nuestro papel cooperativo en el desarrollo de un carácter que se asemeje al de Cristo. ¿Qué papel tenemos que desempeñar? ¿Podemos cambiarnos nosotros mismos de gloria en gloria? No, sólo el Espíritu Santo puede hacerlo. Pero eso no significa que nosotros no tenemos que hacer nada. Es la gracia divina combinada con, ¿qué? Con el esfuerzo humano diligente y perseverante, eso es lo que se requiere. {CT 544.2} Y ese esfuerzo debe enfocarse en el gobierno de la mente. Ahora, el “qué” de nuestro papel cooperativo es donde estamos enfocándonos: “Qué” debemos hacer; “cómo” hemos de hacerlo vendrá más adelante. Y les aseguro que cualquier cosa que Dios nos pida que hagamos, Él nos habilitará para hacerla. ¿Amén? {Amén} Saben, es una garantía preciosa el que todos sus mandatos son habilitaciones. {COL 333.1} Es por eso que tengo que insistir en que el sujetar todo pensamiento a la obediencia a Cristo {2 Cor 10:5} sin duda es posible porque Él nos ha pedido que lo hagamos. Y el mismo hecho que nos lo haya pedido es por sí mismo una garantía de que nos habilitará para hacerlo, ¿amén?¡Sí!
No tenemos un Dios cruel que nos pediría hacer algo para lo cual no esté totalmente preparado para habilitarnos para hacerlo por Su gracia. El gobierno consistente y completo de la actividad de la mente al punto de sujetar todo pensamiento a la obediencia a Cristo es una posibilidad mediante la gracia combinada con el esfuerzo humano diligente y perseverante. Es una posibilidad.
De hecho, es más que eso. Es una necesidad si vamos a ser sellados. El ser sellados es llegar al punto en el cual, por amor a Cristo, se ha vuelto tal hábito el sujetar nuestros pensamientos a la obediencia a Cristo que preferiríamos… ¿qué? {Morir.} Morir… Antes que a sabiendas quebrantar la ley de Dios, aún en la privacidad de la mente. Ésa sí que es una norma alta. Pero queridos amigos, no me atrevo a sostener una norma más baja que la que la Palabra de Dios sostiene delante de nosotros. Reconozco abiertamente que no la he alcanzado y que no soy perfecto. No he alcanzado esa norma. Pero les aseguro que por amor a Cristo sigo adelante hacia esa meta. {Flp 3:14} ¿Están conmigo? ¿Están conmigo? Dejemos esa norma allá arriba. Y por amor a Cristo y con el poder del Espíritu Santo, sigamos adelante hacia la meta. “Sujetando todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
¿Por qué es tan importante que gobernemos la mente? Bueno, ¿cuáles son las tres, no, ahora son cuatro las que hemos tratado, no es así? Las cuatro razones: número uno, debemos gobernar la mente, guardarla con toda diligencia, porque de ella mana la vida. {Pr 4:23} Todo lo que decimos y hacemos tiene su origen en nuestros pensamientos y sentimientos. Por lo tanto, si lo que se expresa a nivel del comportamiento va a ser puro y semejante a Cristo, lo que ocurre acá arriba entre el oído izquierdo y el derecho debe ser puro y semejante a Cristo. ¿Cierto?
En segundo lugar, debemos guardar el corazón con toda diligencia porque es lo que ocurre en el corazón lo que nos hace ser quienes realmente somos. “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” {Pr 23:7}
La tercera razón por la cual debemos guardar el corazón con diligencia es porque si nosotros no lo hacemos, ¿quién lo hará? Satanás.
Y la cuarta razón, la cual todavía estamos cubriendo, es porque es en el corazón donde Dios busca y demanda la obediencia de nosotros. {1 Sam 16:7} Y se nos acabó el tiempo en nuestro último estudio.
Estábamos estudiando la naturaleza espiritual de la ley, escuchando ese sermón extraordinario llamado el Sermón del monte, de Cristo, el Predicador Maestro, en el cual se extendía sobre la naturaleza espiritual de la ley. Y necesitaba hacerlo porque se estaba dirigiendo a un montón de hipócritas llenos de justicia propia quienes habían hecho una profesión de vivir de acuerdo al régimen de la ley, pero habían fallado totalmente en vivir en armonía con el espíritu de la ley. Es precisamente por eso, queridos amigos, que esos mismos guardadores concienzudos del Sábado y del régimen de la ley, estaban tan ansiosos de bajar de la cruz el cuerpo del Señor del Sábado ¡de modo de no quebrantar el Sábado! Eso sí que es soslayar por completo el espíritu de la ley. Y por favor dense cuenta de que nosotros somos capaces de tener ese mismo grado de hipocresía, ¿no es así? La mayoría de nosotros no pensaríamos en estar en un trabajo remunerado en Sábado, pero ¿de qué hablamos libremente? Vamos, reconozcámoslo: de nuestros trabajos y de todo tipo de cosas seculares y cotidianas, el día Sábado. De la abundancia del corazón habla la boca. {Mt 12:34, Lc 6:45} Y simplemente porque logramos privarnos de conducirnos de maneras inapropiadas, pensamos que estamos guardando el Sábado.
Pero queridos amigos, guardamos el Sábado entre el oído izquierdo y el derecho. ¿No es así? Saben que les estoy diciendo la verdad. Somos capaces de tener esa misma clase de hipocresía. De modo que Jesús, quien estaba predicándoles a los escribas y fariseos con toda Su alma, estaba tratando de ayudarles a reconocer que la obediencia a la ley conlleva más que simplemente cumplir con la letra de la ley. Es por eso que dice: “Si vuestra justicia no fuere…”, ¿qué? “…mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” {Mt 5:20} Debemos tener una santidad de corazón si vamos a tener una idoneidad para el cielo. “Sin santidad, nadie verá al Señor”. {Heb 12:14} Y queridos amigos, si no piensan que nosotros los cristianos Adventistas del Séptimo Día de hoy, realmente necesitamos escuchar este mismo sermón, por favor piénsenlo otra vez. Nosotros también tenemos apariencia de piedad, solamente… Es típico. Nosotros también somos guardadores profesionales del régimen de la ley, pero hemos, en gran medida, soslayado totalmente el espíritu. Es por eso que somos tibios, haciendo todo lo correcto, pero por todas las razones incorrectas. De modo que nosotros también necesitamos escuchar la naturaleza espiritual de la ley.
Estudiamos juntos el mandamiento que dice: “No matarás”. {Éx 20:13} Y llegamos a reconocer que tiene jurisdicción no sólo sobre nuestra conducta, sino también sobre nuestros sentimientos más íntimos. Quien aborrece a su hermano es un homicida. {1 Jn 3:15} Si albergamos sentimientos de enojo hacia un hermano, aún si logramos mordernos la lengua y nos privamos de llamarlo estúpido, aún así hemos quebrantado la ley que dice: “No matarás”, porque la ley es espiritual. Y fue aquí cuando se nos acabó el tiempo. Lo que necesitamos hacer ahora es quizás aún más incómodo. Y eso es reconocer cómo la ley se aplica a nuestros sentimientos… perdón, a nuestros pensamientos, a nuestros pensamientos como a nuestros sentimientos. Nuestros pensamientos. ¿De qué mandamiento habla Cristo para ayudarnos a entender esto? Del séptimo mandamiento. Y queridos amigos, el número siete es un problema muy serio. Hay un gran quebrantamiento del séptimo mandamiento. Escuchen lo que dice el Señor, Mateo 5:27: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. {Éx 20:14} Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” ¿Entienden eso, queridos amigos? Cuando Jesús dijo, citando el mandamiento, “No cometerás adulterio” Ex 20:14, el escriba, el fariseo, quien había logrado mantener su conducta conforme al régimen de la ley, hizo un breve repaso de sí mismo y se preguntó: “¿He cometido esa acción? No, soy justo”. Entonces, ¿qué prosigue a decir Jesús? “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella”, ¿dónde? “En su corazón”. {Mt 5:28} Ahora, queridas hermanas, van a tener que ser aplicadas. Ahora tengo que hablarles a mis hermanos.
Pidan la ayuda del Espíritu Santo para que puedan aplicarlo a su propia experiencia. Obviamente esto es para los hombres. Hermanos, ¿se dan cuenta que somos capaces de quebrantar la ley que dice: “No cometerás adulterio”, en la privacidad de la imaginación? ¿Se dan cuenta de eso? Saben, esto es algo que, por lo general, no se reconoce. Por ejemplo, recuerdo una ocasión, estaba parado al lado de unos jóvenes varones, esto ocurrió hace muchos años cuando yo era joven, y de hecho, esto ocurrió en una reunión de un campamento. Y por ahí pasó contoneándose una pobre mujer que llevaba poca ropa, y ellos estaban mirándola muy lujuriosamente. Y cuando ya no la podían ver más, uno de ellos observó que yo no estaba participando. Y me dijo: “Vamos Steve, no hay nada de malo en ver”. ¿Es eso cierto? Y saben, mucha gente cree lo mismo. ¿Por qué? Porque piensan que siempre y cuando no cometan la acción, no han pecado. Pero, ¿qué dice Jesús? “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella”, ¿dónde? “en su corazón”.
¿No hay nada de malo en ver? Hermano, hermana, por favor piénselo. La ley es espiritual. Por lo tanto tiene jurisdicción sobre lo que ocurre en la privacidad de su imaginación. Es por eso que puede quebrantar la ley que dice: “No cometerás adulterio”, tan solo en sus fantasías. ¿Entendemos esto? No esquiven este asunto. Historia de los Patriarcas y Profetas, página 308: “‘No fornicarás.’ Este mandamiento no sólo prohíbe las acciones impuras, sino también los pensamientos y los deseos sensuales, y toda práctica que tienda a excitarlos.” Detengámonos: tenemos que dedicarle tiempo a este asunto. Y no es cómodo. No lo disfruto, pero tengo la convicción de que debemos tratarlo, así que permítanme hacerlo. Este mandamiento no sólo prohíbe ¿qué? Las acciones impuras, sino también los pensamientos y los deseos sensuales, y toda práctica que tienda a excitarlos. ¿Hay prácticas que tienden a excitar los pensamientos y los deseos sensuales? ¿Las hay?
Queridas hermanas, quizás aquí es donde ustedes encajan. Por favor permítanme dirigirme a ustedes con amabilidad, como un hermano que las ama. Y hermanos, no me dejen solo en esta cuestión. ¿Es posible que nuestras hermanas se vistan y se conduzcan de tal manera, hermanos, que tiendan a excitar los pensamientos y los deseos sensuales? ¿Es posible? Sí, seguro que lo es… Seguro que lo es. Hermanas, los hombres son muy visuales, mucho más que ustedes. Y muy fácilmente pueden ser estimulados visualmente. Y si se visten y se conducen de tal manera que estimulen los deseos sensuales en un hombre, por favor dense cuenta, por favor dense cuenta que delante de Dios y en los registros del cielo, ustedes son tan culpables de haber cometido adulterio como lo son ellos, en las fantasías de sus mentes. Y me estremezco, me estremezco al pensar en muchas de mis queridas hermanas quienes tendrán que afrontar un largo registro de adulterio, cuando en realidad quizá nunca cometieron el acto, pero debido a la manera que se vestían y se conducían, han quebrantado la ley que dice: “No cometerás adulterio”. Queridas hermanas, les digo eso porque las amo. Algunas de ustedes no son conscientes de eso. Pero lo aterrador es que algunas de ustedes sí lo son y de todos modos lo hacen, porque les gusta esa clase de atención… Que Dios las ayude.
Cualquier acto, o cualquier… ¿cuál es la palabra precisa? “…y toda práctica que tienda a excitarlos.” Queridos amigos, ¿qué se implica aquí con respecto a la enorme industria de la pornografía? ¿Tiende la pornografía a excitar los pensamientos y los deseos sensuales? ¿Los excita? Por supuesto, de eso trata la pornografía. ¿Cuáles son sus implicancias con respecto a probablemente el hábito personal más universal y mortal al que la raza humana está esclavizada, conocido como masturbación? ¿Cuáles son sus implicancias? ¿Acaso no es un quebrantamiento de la ley que dice: “No cometerás adulterio”? Por supuesto que lo es… Por supuesto que lo es. Ustedes lo saben, si son sinceros e imparciales consigo mismos, conociendo la naturaleza espiritual de la ley. Hermano, hermana, por favor, por favor dense cuenta de que aunque nadie más sepa lo que está haciendo, Dios lo sabe. Y va a tener que afrontar un registro absolutamente preciso y exacto de todo pensamiento y acto sensual el día del juicio. Le suplico, cuando aún hay tiempo, reciban el perdón y la victoria. ¿Decimos “amén”? {Amén} Por su bien les suplico, no se engañen en esta cuestión. No se engañen en esta cuestión. También me resulta absolutamente aterrador cuán fácilmente se puede conseguir hoy pornografía en Internet. Es absolutamente aterrador. Y la industria de la pornografía genera más fondos que todos los demás negocios combinados de Internet. Cuán esclavizada está la gente hoy. Y queridos amigos, si alguno de ustedes está atrapado, por favor… Dejen que Cristo Jesús lo libere mediante Su sangre y a través de Su espíritu. Por favor, hay libertad; ¡usted puede vencer! Pero se requerirá un esfuerzo diligente combinado con la gracia divina. Pero usted puede, usted debe vencer. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” {Mt 5:8} Es imposible ser de limpio corazón si uno está envuelto en esta práctica, es imposible. Y no será idóneo para que se le confíe con la ciudadanía del cielo y la vida eterna. ¿Cómo puedo hablar con mayor claridad? Sobre toda cosa guardada, hemos de guardar el corazón, queridos amigos, porque es dentro del corazón donde Dios busca y demanda nuestra obediencia.
Ahora, algunos de ustedes estarán diciendo: “¡Bueno espere un momento, espere un momento! ¿Eso significa que cada vez que tengo un pensamiento malo, he pecado?” No, porque no es pecado el ser tentado; y la tentación siempre involucra los pensamientos. ¿Entienden esto? Pero el punto clave, queridos hermanos, es lo que hacemos con ese pensamiento, eso es lo que determina si se vuelve pecado, o si sólo permanece como tentación que usted puede vencer por la gracia de Dios. ¿Lo entienden? Y lo que debemos estudiar muy cuidadosa y sistemáticamente en una lección posterior, es precisamente qué es lo que causa que la tentación se vuelva pecado. La mayoría de la gente piensa que la tentación no se vuelve pecado hasta que se comete el acto. ¿Es ése el caso? Rotundamente no.
Obviamente Jesús dice: “Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” ¿Se cometió el acto? No. Pero se quebrantó la ley que dice: “No cometerás adulterio”. De modo que, otra vez, eso nos hace cuestionar qué es lo que causa que la tentación se vuelva pecado. Más adelante trataremos ese asunto. Pero por ahora, sólo para que quede claro, permítanme leerles una declaración, y verbalmente subrayaré los puntos claves que espero que esclarezcan a qué punto y por qué medios la tentación se vuelve pecado. La declaración se encuentra en Testimonios, Tomo 2, página 561. Presten atención. “Debéis dominar vuestros pensamientos. Esta tarea no será fácil, y no podéis cumplirla sin esfuerzo aplicado y aun…” ¿qué? “…severo”. ¿A qué les suena eso? ¡”Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”! {Prov 4:23} “No podéis cumplirla sin esfuerzo aplicado y aun severo. Sin embargo, es lo que Dios os exige”. ¿Decimos “amén”? {Amén} “Es un deber que incumbe a todo ser que ha de dar cuenta. Sois responsables delante de Dios por vuestros pensamientos.” Ahora, escuchen: “Si os entregáis a imaginaciones vanas y permitís que vuestra atención se disperse en temas impuros, sois en cierta medida tan culpables delante de Dios como si vuestros pensamientos se hubiesen puesto en ejecución. Todo lo que impide la acción es la falta de oportunidad.” ¿Se dan cuenta cómo funciona? Eso es lo que determina si sólo somos tentados, o si hemos pecado.
“Si os entregáis a imaginaciones vanas y permitís que vuestra atención” ¿qué? “se disperse en temas impuros, sois en cierta medida tan culpables delante de Dios como si vuestros pensamientos se hubiesen puesto en ejecución. Todo lo que impide la acción es la falta de oportunidad.” Cuando tenemos un pensamiento malo, un pensamiento impuro, si al instante, por amor a Cristo lo rechazamos, ¿hemos pecado? No, hemos vencido la tentación. Pero queridos amigos, si permitimos que permanezca en nuestra mente, y seguimos pensando en ello, y le damos vuelta, y fantaseamos, delante de Dios hemos ¿qué? Hemos pecado… Por favor dense cuenta de eso. Con razón Isaías dice en 55:7 en adelante: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos”. Por favor observen: ¿Cuál es la única manera para cambiar nuestros caminos?… ¿Nuestra conducta? Cambiando nuestros ¿qué? ¡Nuestros pensamientos! “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a JEHOVÁ, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” ¿Amén? “El cual será amplio en perdonar”, pero tenemos que ir a Él y pedírselo y también pedirle que nos dé la victoria. Versículo 8: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo JEHOVÁ. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”
Oh, que Dios nos ayude a tener los pensamientos de Cristo, para que tengamos los caminos de Cristo en nuestra vida. Esto es a lo que David se refiere cuando dice: “En mi corazón he guardado tus dichos, para…” ¿qué? “…para no pecar contra ti.” {Sal 119:11} Es en el corazón donde ganamos o perdemos la batalla en contra de la tentación. Es entre el oído izquierdo y el derecho, queridos amigos.
Testimonios, Tomo 8, página 314: “Nuestros corazones…” Nuestros ¿qué, amigos? “Nuestros corazones deben ser enseñados a estar firmes en Dios. Debemos formar hábitos de…”, ¿qué? “…de pensamiento que nos capaciten para resistir la tentación. Debemos aprender a mirar hacia arriba. Los principios de la palabra de Dios: principios que son tan altos como el cielo, que abarcan la eternidad, debemos entenderlos en todos sus alcances en nuestra vida diaria. Cada acto, cada palabra, cada…”, ¿qué? “…cada pensamiento debe estar de acuerdo con estos principios.” Oh, ésa es una norma alta, ¿no es así? Es una norma alta, ¿no es así? Oh, queridos amigos, analicemos esa declaración juntos. “Nuestros corazones deben ser enseñados a estar firmes en Dios.”
Díganme, ¿podemos obtener una educación de la noche a la mañana? No, lleva tiempo obtener una educación. Y, queridos hermanos, no les estoy preguntando esta tarde si ya tienen su diploma, si ya se graduaron de este proceso educativo. Pero sí les estoy preguntando si siquiera se han inscrito en esta escuela. Porque ésta es la escuela de Cristo. Aquí es donde aprendemos a pelear y a ganar la batalla espiritual del gobierno de la mente. La mayoría de los cristianos ni siquiera se han inscrito en esta escuela. ¿Me están escuchando? {Amén} La mayoría de los cristianos sólo están inscritos en la escuela del control de la conducta. Así como el resto del mundo, tratando de limitar la conducta inapropiada para no empañar su reputación, o meterse en problemas. Pero ésa no es la escuela en la que el cristiano siquiera debe estar inscrito. ¿Decimos “amén”? {Amén} Debemos estar inscritos en la escuela de Cristo en la cual aprendemos a gobernar ¿qué? Los pensamientos y los sentimientos. En la cual aprendemos a gobernar la mente. ¿Están en esa escuela? ¿Siquiera se han inscrito? Eso es lo que les estoy preguntando.
¿Y cuál es el objetivo de esa educación? Ayudarnos a llegar al punto donde los principios de la Palabra de Dios… Ahí está otra vez esa palabra, principios. ¿Recuerdan que estudiamos acerca de eso anteriormente? Principios, eso es lo que el Espíritu Santo escribe en nuestros corazones. Es algo más fundamental que las “reglas básicas”. Es la ley de Dios subyacente, el principio del gobierno de Dios del cual las “reglas básicas” son simplemente aplicaciones prácticas. “Los principios de la palabra de Dios: principios que son tan altos como el cielo, que abarcan la eternidad, debemos entenderlos en todos sus alcances en nuestra vida diaria. Cada acto, cada palabra, cada…” ¿qué? “…cada pensamiento debe estar de acuerdo con estos principios.” ¿Es eso realmente bíblico? ¿Es ésa la norma que la Biblia nos llama a alcanzar? Absolutamente, amigos, absolutamente. Me he referido a ella, pero ahora leámosla juntos. Se encuentra en 2 Corintios 10:5. 2 Corintios 10:5: ¿Qué debemos estar haciendo? “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y…” ¿qué más? “…sujetando todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” Sí, es bíblico, es la norma de Dios. Por favor no se conformen con una norma inferior, les suplico. “Sujetando todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
Ahora queridos amigos, tengo una pregunta, una pregunta vital de transición. No se pierdan. ¿Es posible hacer eso? Permítanme darles un poco más de ánimo para contestar esa pregunta. ¿Puede hacer eso el hombre natural? {No} No, rotundamente no. De hecho, entiendan esto: No sólo es imposible para el hombre natural sujetar todo pensamiento a la obediencia a Cristo, es imposible para el hombre natural siquiera sujetar un pensamiento a la obediencia a Cristo. ¡Uno! ¿En qué me baso para decir eso? Otra vez me baso en las Escrituras. Romanos 8:7. ¿Qué dice con respecto al hombre natural? ¿Y al corazón natural? “Los designios de la carne son…”, ¿qué? “…enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” Por favor entiendan lo que Pablo nos está diciendo aquí. La mente carnal, la mente natural es incapaz, totalmente incapaz de gobernarse a sí misma conforme al espíritu de la ley. No puede hacerlo.
Sin embargo, tengan cuidado. ¿Qué puede hacer si hay suficiente motivación del ego? ¿Qué puede hacer? Puede gobernar la conducta conforme al régimen de la ley. Pero no puede gobernarse a sí misma conforme al espíritu de la ley. Y ahí mismo, ahí mismo radica su capacidad extraordinaria para engañarnos, para engañarnos haciéndonos pensar que somos algo que en realidad no somos. ¿Entienden lo que acabo de decir? Porque, “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso.” Pero es absoluta y alarmantemente capaz de disfrazar su perversidad con una conducta blanqueada que cumple con el régimen de la ley. Hermanos, ésta, una vez más, es la razón por la cual nunca es seguro ni sabio que evaluemos la legitimidad, la autenticidad de nuestra experiencia cristiana a través de un análisis de nuestra conducta, ¿o sí? Nunca es seguro… Nunca es seguro. En la lección 19, la cuarta declaración desde arriba. Signs of the Times, 23 de mayo, 1895: “Los designios de la carne”, en corchetes, no míos, sino del Espíritu de Profecía: “La mente carnal [o natural] es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.” Busqué la palabra “natural” sólo para entender mejor por qué la pluma inspirada puso esa palabra ahí para ayudarnos a entender mejor lo que significa “carnal”. Natural: “perteneciente o relativo a la naturaleza o constitución de uno; innato; ínsito; que existe en la naturaleza de uno, no adquirido sino inherente.” Tenemos como derecho de nacimiento un odio innato, ínsito, hacia Dios, y una rebelión absoluta e incorregible en contra de su ley. Ésa es nuestra herencia natural, amigos. Así nacemos por naturaleza. Yo alabo a Dios porque podemos nacer otra vez, ¿qué dicen ustedes? {Amén} Pero el corazón que recibimos como herencia natural, está tiranizado por el espíritu, la ley y el principio de egoísmo. Es precisamente por eso que es incapaz de someterse al espíritu, a la ley de amor… Es incapaz. El hombre natural odia a Dios y Su justicia, y ama a Satanás y al pecado.
Algunos de ustedes dirán: “Bueno, vamos, creo que se le está yendo la mano. Yo conozco gente que no afirma ser cristiana en absoluto pero que nunca, nunca diría nada acerca de odiar a Dios.” Analicemos esto juntos. Si aproximadamente unos dos mil años atrás, usted se hubiera acercado a los escribas y fariseos y les hubiera preguntado cómo se sentían hacia el Mesías que pronto vendría, ¿qué hubieran contestado? “Oh, amamos esa posibilidad. Es lo que estamos esperando. Apenas podemos esperar su venida.” Si les hubiera dicho que odiarían al Mesías, ¿qué habrían contestado ellos? “Está loco.” Lo hubieran apedreado al instante. “Amamos al Mesías.” Pero cuando realmente vino, vamos, ¿qué le hicieron? Lo asesinaron. ¿Qué está ocurriendo aquí? Un autoengaño. El corazón carnal se inventa un Dios carnal y entonces ama a ese Dios. Eso es exactamente lo que hicieron los escribas y fariseos de ese tiempo. Se inventaron un Mesías carnal quien satisfaría todos sus deseos egoístas. Quien los haría superiores a todos los demás en la Tierra, quien rompería la esclavitud del gobierno romano, y quien se aseguraría que fueran respetados y adulados por el mundo entero. Ése era el Mesías que amaban. Pero cuando llegó el Mesías verdadero, lo asesinaron. Y queridos amigos, ¿saben qué es lo que me asusta? Es que muchos de nosotros estamos haciendo exactamente lo mismo.
Nos hemos inventado un salvador carnal, y es muy popular en la mente carnal. Porque nos da, ¿qué? Salud, prosperidad… Satisface todas nuestras necesidades; nos protege. Nos hace felices, felices, felices. Y por supuesto, nunca nos pediría que seamos abnegados. Y ése es el dios de quien tantos cristianos están enamorados. Y es precisamente por esta razón, entiendan esto, que Satanás personificará a Cristo Jesús tan exitosamente. ¿Entienden lo que acabo de decirles? Porque están buscando ese tipo de Mesías. Hermanos, por favor no se engañen en este asunto. El hombre natural sólo puede odiar a Dios. Pero no se desanimen, porque podemos experimentar un cambio sobrenatural que nos capacitará para amar a Dios con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas. Al Dios verdadero, al Dios real. Eso es lo que el corazón nuevo hace posible. Pero escuchen esto: Antes de recibir este corazón nuevo, ¿qué debemos hacer? Pedirlo, ¿cierto? ¿Puede Dios darnos algo sin que lo pidamos? No sin violar nuestro libre albedrío. Es por eso que la economía del cielo opera bajo el simple principio: “Pedid, y se os dará”. {Mt 7:7} No podemos ganarlo, pero necesitamos pedirlo porque aunque Dios quiera dárnoslo, no puede dárnoslo a la fuerza. Tiene que tener nuestro pedido para dárnoslo sin violar nuestro libre albedrío. ¿Lo entendemos?
Pero aquí está el problema. No lo pediremos a menos que reconozcamos nuestra necesidad de obtenerlo. ¿Tiene sentido? ¿Qué es lo que nos ayuda a reconocer nuestra necesidad de obtener un corazón nuevo? Es la ley de Dios que se discierne espiritualmente. Analicemos esto juntos. Es muy importante que lo entendamos… Por favor. Este corazón carnal que odia a Dios, y el cual es incapaz de sujetarse al espíritu de la ley… Otra vez, recuerden, es alarmantemente capaz de sujetar nuestra conducta al régimen de la ley. Observen cuán claramente resalta Review and Herald, 11 de abril, 1893, al pie de la página 40: “Está más allá de las posibilidades del hombre el agradar a Dios separado de Cristo. Podremos hacer resoluciones y promesas, pero el corazón carnal domina todas nuestras buenas intenciones. Podremos controlar nuestra conducta externa…” “Podremos controlar nuestra…”, ¿qué? “…nuestra conducta externa, pero no podemos cambiar el corazón.” ¿Se dan cuenta de la capacidad alarmante del corazón carnal para engañarnos y hacernos pensar que somos algo que en realidad no somos?
El Camino a Cristo, página 18: “Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar. ‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno.’ ‘Por cuanto el ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar.’ Job 14:4 y Romanos 8:7.” Ahora, escuchen: “La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano todos tienen su propia esfera, pero para esto…”, ¿qué? “no tienen ningún poder.” Pero ¿qué sí pueden hacer? Escuchen: “Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es…”, ¿quién? “…Cristo”. “Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraerlas a Dios, a la santidad.” Oh, queridos amigos, yo quiero tener ese poder en mi vida. ¿Están conmigo? {Amén} Necesitamos ese poder urgentemente. Y ese poder es nuestro cuando recibimos un corazón nuevo.
Pero otra vez, no recibiremos un corazón nuevo a menos que lo pidamos. Y no lo pediremos a menos que reconozcamos nuestra necesidad de obtenerlo. Y aquellos que tienen suficiente motivación del ego, que se conducen extraordinariamente bien, especialmente al ser comparados con otros, están muy predispuestos a ser engañados con respecto a esta urgente necesidad. ¿Me están escuchando? De hecho, a menudo, mientras más luz tiene uno, más predispuesto está a ser engañado y a pensar que es algo que en realidad no es. Saulo de Tarso, por las obras de la ley ¿qué? …era irreprensible {Flp 3:6}, porque tenía un entendimiento muy amplio de lo que constituía una conducta apropiada. Y ya que su vida cumplía con ese entendimiento, se creía justo. Se creía justo. Y nosotros estamos predispuestos a hacer exactamente lo mismo. Proverbios 16:2, tomemos nota: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero JEHOVÁ pesa…”, ¿qué? “…los espíritus.” Analicemos esto juntos. ¿Por qué son los caminos del hombre limpios en su propia opinión? Porque simplemente evalúa la conducta en base al régimen de la ley. “Caminos”, ésa es la conducta. Y ya que su conducta cumple con el régimen de la ley, piensa que es ¿qué? Puro, rico y enriquecido de bienes y que de ninguna cosa tiene necesidad. {Apoc 3:17} “Pero Jehová pesa…”, prueba ¿qué? “…los espíritus.” ¿A qué se refiere? A los motivos detrás de la conducta. ¿Decimos amén? {Amén} Y queridos amigos, nosotros también necesitamos probar los motivos. Nosotros también necesitamos probar los motivos. Necesitamos examinarnos. Queridos hermanos Laodiceanos, insisto en que es imperativo que lo hagamos. Las Escrituras dicen: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe”. {2 Cor 13:5} Y realmente es aún más apropiado y necesario hacer esto a la luz del hecho de que estamos viviendo en el día anti-típico de ¿qué? De la expiación. ¿Qué hacían los hijos de Israel en el día típico de la expiación? Ayunaban y oraban y escudriñaban sus corazones para ver si estaban bien con sus almas. En el día anti-típico de la expiación, ¿no creen que sería más apropiado hacer lo mismo? Ciertamente, amigos.
Sin embargo, cuán poco de esto se está haciendo. Aquí hay una oración que quiero recomendarles en este escudriñamiento de almas al cual les animo con insistencia a que se dediquen. Salmo 139:23 y 24: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.” ¿Qué le está suplicando David al Señor que le ayude a hacer? A ver más allá de la conducta. A ver más allá del estilo de vida externo y a evaluar los motivos, y los pensamientos y los deseos detrás de todo. Y queridos hermanos Laodiceanos, nosotros también necesitamos esa oración. ¿Amén? {Amén} Y por favor entiendan que ya que las cosas espirituales sólo se disciernen espiritualmente, y ya que pesar los espíritus requiere discernimiento espiritual, vamos a tener que orar para que Dios unja nuestros ojos con ¿qué? Con colirio… Con colirio. {Apoc 3:18} Porque podemos ser tan fácilmente engañados y deslumbrados por el blanqueamiento. Y si no tenemos discernimiento espiritual, podemos engañarnos y pensar que porque nuestra conducta es tan buena, somos justos. Pero amigos, pesemos el espíritu que está detrás. Pidámosle a Dios que unja nuestros ojos con colirio y que nos ayude a reconocer no sólo lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. ¿Cuáles son nuestros motivos? ¿Cuál es tu motivo? Y en este auto examen, por favor, por favor pídele al Espíritu Santo que dirija y dé energía a tu conciencia.
Escuchen, Proverbios 20:27: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón.” Qué interesante… analicemos esto juntos. “El espíritu del hombre”, ¿a qué se refiere? A la facultad más alta de la mente del hombre, especialmente su conciencia, esa voz mediante la cual Dios puede comunicarle Su voluntad. Y este espíritu del hombre es la lámpara, la linterna, con la cual seremos capaces de ver el interior y descubrir lo que necesite descubrirse. Pero queridos amigos, tenemos que darle esta linterna a Jesús para que Él pueda ponerle las baterías del Espíritu Santo. Y tiene que ser dirigida por la Palabra para que exponga ante nosotros lo que necesite ser expuesto. ¿Entienden esto? De otra manera, la lámpara de la conciencia del hombre no va a funcionar. Así, denle esa lámpara a Jesús. Permita que le dé energía con Su espíritu, permita que la dirija con Su Palabra, y los ayudará a descubrir lo que necesite descubrirse en las fosas ocultas de su mente y corazón.
Ahora, durante este auto examen, por favor aprendan a usar la Palabra de Dios, pero úsenla con discernimiento espiritual, queridos amigos. Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos y juzga los…”, ¿qué? “…los pensamientos y las intenciones del corazón.” ¿Se dan cuenta? Cuando la Palabra se discierne espiritualmente, es una espada tan filosa que cortará libremente hasta el centro de nuestro ser, a nivel de nuestros pensamientos, y aún las intenciones del corazón, las cuales son nuestros motivos. Pero queridos amigos, si la Palabra no se discierne espiritualmente, es sólo un cuchillo sin filo, y hará que nos sintamos bien con nosotros mismos. Asegúrense que tenga filo. Y entonces estén dispuestos a someter a su corazón a una operación de corazón abierto. El Médico Maestro es un experto. No causará dolor innecesariamente, se los prometo. Pero permítanme advertirles que sí expondrá lo que necesite ser expuesto. Pero cuando lo descubran, no se molesten. Corran a la cruz, reciban Su perdón, y mediante Su gracia, vénzanlo. Y queridos amigos, por favor hagan esto cuando aún hay tiempo. No lo posterguen. Examínense; escudriñen su corazón. ¿Está bien con su alma? Ésa es la pregunta. Necesitamos hacer una pausa; ¿podrían ponerse de pie para cerrar con una oración?
Padre nuestro que estás en los cielos, por favor sigue ayudándonos a entender cómo es que podemos llegar a tener un corazón nuevo. Necesitamos reconocer nuestra necesidad de obtener uno si es que alguna vez pediremos uno. Y es mediante la luz láser de tu Palabra y el rayo penetrante de tu ley, con el discernimiento espiritual alumbrando el centro de nuestro ser, que podemos descubrir toda hipocresía que necesite ser descubierta. Y ayúdanos a descubrirla ahora, mientras aún podemos correr a la cruz y pedir, y recibir, un corazón nuevo. Es mi oración en el nombre de Jesús. Amén.
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