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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.

Buenas tardes amigos; me da gusto verles aquí. Gracias por hacer el esfuerzo de venir para continuar estudiando diligentemente la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos, la edificación del carácter. {Ed 225.3} Ayer tuvimos un gran día y nos enfocamos en nuestro papel cooperativo; es decir en el gobierno de la mente. Nuestro papel cooperativo probablemente se resume con mayor brevedad y precisión con las palabras del sabio: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”. {Prov 4:23} Y eso es lógico ya que: “…cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. {Prov 23:7} Ése es el carácter, ya que el corazón se refiere al intelecto y las emociones, y esto comprende los pensamientos y los sentimientos. Y los pensamientos y los sentimientos combinados constituyen el carácter moral. {5T 310.1} Por lo tanto, si vamos a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento, {Rom 12:2} si vamos a aprender a pensar y a sentir en semejanza a Jesús, lo cual realmente es el todo de la edificación del carácter, tenemos que aprender esto: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”. {Prov. 4:23} Tiene sentido. Y señalamos que el objetivo del gobierno de la mente ha sido establecido por la Palabra de Dios. ¿Qué debemos estar haciendo? “Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. {2 Cor 10:5} Ésa sí que es una norma alta. ¿Decimos “amén”? {Amén} Es una norma alta. Y señalamos varias razones por las cuales es nuestro deber guardar el corazón con toda diligencia – no podemos volver a verlas. Pero en esos estudios llegamos a la conclusión de que es imposible que el hombre natural haga eso. De hecho, el hombre natural no puede siquiera llevar un pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo. ¿Cómo lo sabemos? Por lo que las Escrituras dicen. “Los designios de la carne” ¿qué? “son enemistad contra Dios, no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”. {Rom 8:7} De modo que ¿cuál es la solución? Queridos amigos, la única manera que hay para guardar el corazón con toda diligencia es obteniendo uno nuevo, ¿amén? {Amén} Pero también llegamos a reconocer que no obtendremos uno a menos que lo pidamos, y no lo pediremos a menos que reconozcamos nuestra necesidad de obtenerlo. De modo que… tomamos tiempo dejando que la ley fuera nuestro maestro {Gál 3:24}, ¿no es así? Permitimos que proyectara su luz láser hasta el centro de nuestro ser, a fin de exponer ante nosotros la raíz del problema del pecado. Somos buenos en reconocer el fruto porque se manifiesta a nivel de la conducta, donde podemos verlo. Pero la raíz está debajo de la superficie, y se requiere un discernimiento espiritual para ver lo que está debajo de la superficie. La raíz es el corazón egoísta que es nuestro como herencia. {LHU 326.4} Y cuando descubrimos la raíz, entonces vemos la plenitud del problema del pecado. Y cuando vemos la plenitud del problema del pecado, buscaremos la plenitud de la solución al pecado. Y mientras la ley nos conduce, el Cordero nos atrae. {1 SM 341.2} Y cuando vengamos al pie de la cruz, clamaremos junto con David, no sólo por el perdón de nuestros pecados, sino ¿qué más? “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” {Sal 51:10} Fue ahí donde concluimos. Y Dios los bendiga, muchos de ustedes, si no todos, pasaron hacia adelante, pues los invitamos a pasar, como una expresión de su deseo de obtener un corazón nuevo. Y para todos aquellos quienes genuinamente están buscando obtener ese corazón, sé que Dios cumplió Su promesa del nuevo testamento. Es doble: “Escribiré mi ley”, ¿dónde? “en sus mentes y en sus corazones” {Heb 8:10} – pensamientos y sentimientos – “y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” {Heb 8:12} ¿Se dan cuenta? La promesa del nuevo pacto satisface la doble necesidad: El perdón de los pecados y también la necesidad de un corazón nuevo para ayudarnos a obtener la victoria sobre el pecado, esa naturaleza egoísta. Ahora, ¿en qué dirección vamos esta tarde? Esta tarde tenemos un estudio muy, muy importante, queridos hermanos. Necesitamos enfocarnos en, y llegar a reconocer, el factor de oposición contra el cual tendremos que luchar aún como cristianos nacidos de nuevo, si vamos a ser capaces de guardar el corazón con toda diligencia y ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Existe un factor de oposición. ¿Cuál es? El título de este estudio quizá les dé una buena clave: “El Deseo de la Carne es Contra el Espíritu”. Ahora, ¿qué significa eso? Ése es el asunto en cuestión. Pero las cosas espirituales sólo, ¿qué? Se disciernen espiritualmente. Así que antes de proseguir, antes de atrevernos a abrir la Palabra de Dios, ¿para qué debemos detenernos? Para abrir nuestros corazones e invitar al Espíritu de Dios. Así que, ¿se unirían conmigo de rodillas, como acostumbramos, por unos momentos? Y al orar por ustedes, por favor, deseo que oren por mí. Oren por mí. Padre nuestro que estás en los cielos, en el nombre de Cristo Jesús, vengo otra vez a favor mío y a favor de mis hermanos y hermanas comprados con sangre, antes que nada para agradecerte por el privilegio de llamarte Padre. Es tan maravilloso pertenecerte. Cuidas tan bien a tus hijos. Pero Padre, justamente ahora venimos en busca del regalo más precioso, el cual es el regalo del Espíritu Santo. Por favor derrámalo sobre nosotros. Debemos entender qué es lo que se opone a nosotros en nuestra búsqueda de un carácter que se asemeje al de Cristo, pero para poder entenderlo necesitamos discernimiento espiritual. Así que por favor Padre, derrámalo sobre nosotros, ya que sólo el Espíritu Santo puede avivar y energizar nuestras facultades mentales y espirituales y hacernos capaces de captar la verdad con el intelecto, abrazarla con las emociones y someter a ella la voluntad. Padre por favor, por un milagro de gracia, toma esta pobre vasija de barro y permite que sea un canal de la bendición de la verdad. Concédenos esta oración, pues la pido en el nombre de Jesús. Amén. El corazón nuevo, el cual recibimos bajo pedido al pie de la cruz, puede ser guardado. ¿Amén? {Amén} Puede ser gobernado, alabado sea Dios. Hay una declaración que quería compartir con ustedes al final de la lección 20, pero se nos fue el tiempo, como siempre. Se encuentra hacia el final de la página 44. Review and Herald, 17 de mayo, 1887: “Cuando la ley de Dios está escrita en el corazón, se manifiesta mediante una vida pura y santa. Los mandamientos de Dios no son letra muerta. Son espíritu y son vida y someten la imaginación y hasta los pensamientos a la voluntad de Cristo. {2 Cor 10:5} El corazón en el cual estén escritos será guardado con toda diligencia porque de él mana la vida.” {Prov 4:23} ¿Cuál corazón será guardado con toda diligencia? Solamente el corazón nuevo que es gobernado por la ley o por el espíritu del amor. Solamente dicho corazón puede ser guardado con toda diligencia. Pero lo que debo subrayar, queridos amigos, es que aún un corazón nuevo requiere toda diligencia para ser gobernado. Requiere, ¿qué? Toda diligencia. Por primera vez tenemos la capacidad de gobernar nuestros pensamientos y sentimientos cuando recibimos este corazón nuevo. Pero por favor entiendan que no es ni fácil ni automático hacerlo. Aún requiere, ¿qué? Toda diligencia. Ahora, mi pregunta es ésta: ¿Por qué es que aún el corazón nuevo requiere de toda diligencia para ser gobernado? Debido al factor de oposición que permanece, aunque ya no reina, al cual llamamos “la carne”. ¿Me siguen en esto? ¿Por qué es que aún se requiere de toda diligencia para gobernar la actividad, los pensamientos y sentimientos, aún del corazón nuevo? Debido al factor de oposición que permanece, aunque ya no reina, al cual llamamos: “la carne”. Ahora, ése es el título de nuestro estudio: “El Deseo de la Carne es Contra el Espíritu”, y lo obtenemos de Gálatas 5:17. Observemos ese texto; empecemos desde el versículo 16. Pablo dice: “Digo, pues: Andad en el Espíritu”; detengámonos: “Andad en el Espíritu”. Obviamente, ¿a quién se está dirigiendo con esa exhortación? A aquellos quienes han sido nacidos del Espíritu, ¿cierto? Nadie puede caminar a menos que haya nacido. No puede caminar en el Espíritu a menos que haya nacido del Espíritu. De modo que Pablo se está dirigiendo a aquellos quienes han hecho ese peregrinaje al pie de la cruz, como nosotros lo hicimos ayer, conducidos ahí por la ley, atraídos ahí por el Cordero, y han clamado sinceramente: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” {Sal 51:10} Les está hablando a aquellos que han nacido otra vez y que han recibido un corazón nuevo. Sólo ellos pueden caminar en el Espíritu. ¿Entendemos esto? Observen la siguiente línea: “Digo, pues: Andad en el Espíritu”, y ¿no tendrán “los deseos de la carne”? ¿Es eso lo que dice? No me permitan hacer eso, queridos hermanos. Obsérvenme de cerca – oblíguenme a leer las escrituras correctamente. ¿Es eso lo que dice? Andad en el Espíritu y ¿no tendrán los deseos de la carne? No, dice: “Andad en el Espíritu, y no” ¿qué? “…satisfagáis los deseos de la carne.” ¿Hay una diferencia? Por supuesto que la hay. ¿Cuál es? Queridos amigos, es el simple hecho de que el cristiano nacido de nuevo aún tiene deseos de la carne. Pero alabado sea Dios, el cristiano nacido de nuevo ya no tiene que satisfacerlos. ¿Amén? {Amén} Por favor reconozcan que cuando nacemos de nuevo tenemos dos naturalezas. ¿Entienden esto? Cuando nacemos por primera vez sólo tenemos, ¿qué? Nuestra naturaleza, la naturaleza carnal. “Lo que es nacido de la carne, carne es”, {Juan 3:6} y ésa es la única naturaleza que tenemos hasta que somos nacidos de nuevo. Entonces, “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. {Juan 3:6} Pero por favor observen que cuando obtenemos una naturaleza espiritual, todavía tenemos una naturaleza de carne o carnal. Ya no nos controla, pero aún la tenemos. Ya no reina, pero sin duda aún permanece. ¿Entendemos esto? Observen cuán claramente lo declara Pablo. Y por favor tengan presente que en este pasaje está hablando de la experiencia de los cristianos nacidos de nuevo. “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” {Gál 5:16-17} Ahora, permítanme señalarles algo. En el griego, el verbo que se traduce como “desear”, ¿en qué tiempo suponen que está? En el presente activo. En otras palabras, Pablo está literalmente diciendo acerca del cristiano: La carne ¿qué? está deseando continuamente lo que es contra el Espíritu, y el Espíritu está deseando continuamente lo que es contra la carne. ¿Escucharon lo que dije? El Espíritu está continuamente ¿qué? Deseando. Por favor entiendan algo muy importante aquí. Cuando nosotros usamos esta palabra, desear, típicamente pensamos en la pasión sexual, ¿no es así? Pero para el griego, y en el idioma griego, aunque obviamente se usaba para referirse a eso, también tenía un sentido más genérico y simplemente significaba deseos fuertes. Simplemente significaba ¿qué? Deseos fuertes, pasiones. Es por eso que Pablo dice que el deseo del Espíritu es contra la carne. El Espíritu tiene deseos fuertes; la naturaleza espiritual, ese corazón nuevo. Y la naturaleza carnal tiene deseos fuertes, y ambos, ¿qué? “Se oponen entre sí”. ¿Qué significa oponerse? Ser contrarios, ser totalmente opuestos. Y nosotros como cristianos, queridos amigos, tendremos que lidiar con este factor de oposición. Recibimos un corazón nuevo que tiene deseos nuevos, pero todavía tenemos esta naturaleza vieja que se opone a estos nuevos deseos. ¿Entienden? Se opone continuamente a estos deseos, y tendremos que reconocer este factor de oposición, y más importante aún, tendremos que aprender a vencerlo. Tendremos que aprender a rehusar “satisfacer los deseos de la carne.” Aún los tenemos, pero alabado sea Dios, ya no tenemos que, ¿qué? Que satisfacerlos, ceder a ellos, someternos a ellos. Y a propósito, en realidad de aquí es de donde viene la tentación. De la naturaleza baja, corrupta, llamada “la carne”. ¿Está sujeto el cristiano a la tentación? Por supuesto. ¿Y de dónde viene la tentación? Santiago 1 {versículo 14}: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” Sí, Satanás está involucrado, seguro. Pero Satanás nos tienta al estimular y agitar esos apetitos egoístas y pervertidos y esas pasiones de nuestra naturaleza baja. Y esto es lo que debemos hacer en este momento. Asegurémonos de entender lo que es “la carne”, ¿está bien? …cuyo deseo es contra el Espíritu. ¿Qué es la carne? ¿Es esta cosa sujeta a mis huesos en este saco ligero? ¿De eso está hablando, literalmente de esta carne? No. Ahora, cuidado, está muy relacionada a esta cosa, íntimamente relacionada con esta cosa, pero no es un sinónimo de esta cosa que está sujeta a mis huesos. ¿Qué es? Aquí hay una definición inspirada que tiene el valor del peso en oro del libro en el cual se encuentra. El libro es el Hogar Cristiano, página 127. Presten atención: “Las pasiones inferiores tienen su sede en el cuerpo y obran por su medio.” Detengámonos. ¿Se dan cuenta de por qué digo que está íntimamente relacionada con esta cosa? “Las pasiones inferiores tienen su”, ¿qué? “su sede en el cuerpo y obran por su medio.” Sigamos leyendo: “Las palabras ‘carne'”, entre comillas, o “‘carnal'”, otra vez entre comillas, “o ‘concupiscencias carnales'”, una vez más entre comillas, “abarcan la naturaleza inferior y corrupta; por sí misma la carne”, no entre comillas, esta cosa literalmente, “por sí misma la carne no puede obrar contra la voluntad de Dios.” ¿Se dan cuenta de lo que se nos acaba de manifestar aquí? ¿Puede esta cosa que está literalmente sujeta a mis huesos obrar contra la voluntad de Dios? No. Pero ¿qué de la “carne” entre comillas? …La cual tiene su sede en el cuerpo y obra por su medio, a través del sistema hormonal, a través del sistema nervioso. ¿Tiene la capacidad de obrar contra la voluntad de Dios? Queridos amigos, eso es todo lo que hace. Está obstinadamente opuesta a la voluntad de Dios, porque es inherentemente egoísta. ¿Entienden? Nuestra naturaleza baja, natural, que recibimos como derecho de nacimiento de nuestros padres caídos, está depravada. Y la esencia de la depravación es, ¿qué? El egoísmo. {ST, Dec 25, 1901 par. 9} Cuando la naturaleza humana se volvió depravada, hubo un desvío moral, una perversión de todas nuestras facultades. {1MCP 228.1} Se llama depravación. Y todas esas facultades divinas maravillosas, las cuales antes de la caída eran ejercitadas para complacer y glorificar a Dios, y sólo se inclinaban a hacer eso, cuando se volvieron depravadas, cuando se infectaron y se degeneraron moralmente por el egoísmo, se inclinaron naturalmente para complacer y glorificar, ¿a quién? ¡Al yo! Al yo. ¿Y cuándo ocurrió eso? Eso ocurrió hace 6.000 años en el jardín del Edén. Hace 6.000 años. Ahora, tratemos de entender esto. Es muy importante que lo entendamos. El hombre siempre ha tenido una naturaleza inferior, aún antes de la caída. El hombre tenía una naturaleza inferior, o física. La compartía con el reino animal. Pero el hombre se distingue del reino animal porque Dios también le dio una naturaleza superior, la cual lo hacía semejante a Dios, y la cual lo diferenciaba del reino animal. Y esta naturaleza superior comprende la conciencia del hombre, la capacidad del hombre para razonar, para recordar, para evaluar, para tomar decisiones en base a su entendimiento de la voluntad de Dios. Todas éstas son funciones de su naturaleza superior. Y el hombre debía usar su naturaleza superior para gobernar su naturaleza inferior y mantenerla en armonía con la voluntad de Dios. Y siempre y cuando la naturaleza superior del hombre permaneciera sometida a la autoridad de Dios, era capaz de mantener un control perfecto sobre sus apetitos y pasiones. Y sólo las complacía de maneras legítimas, las ministraban sólo para su salud y su felicidad. Y el plan de Dios era que el hombre siempre fuera así. ¿Están viendo este cuadro? El hombre no tenía apetitos o pasiones pervertidas y con su naturaleza superior sometida a Dios, tenía un control perfecto sobre los apetitos y pasiones de su naturaleza inferior o física. Ahora, ¿qué ocurrió en la caída? Algo radical ocurrió en la caída. ¿Qué fue? Bueno, Satanás viene a nuestros primeros padres y atrae a las tres categorías de deseos de esa naturaleza inferior. Ustedes recordarán que las señalamos anteriormente, Génesis 3:6: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer”, ¿qué es eso? El deseo de la carne, eso es lo que ahora se ha convertido en el deseo de la carne. {1 Juan 2:16} “…y que era agradable a los ojos”, ¿qué es eso? El deseo de… Lo que ahora se ha convertido en el deseo de los ojos, después de la caída. “…y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría”, ¿qué es eso? Eso es lo que ahora se ha convertido en la vanagloria de la vida, después de la caída. Pero cuando Satanás quiso atraer a los deseos de la naturaleza antes de la caída, no estaban pervertidos en absoluto, ¿cierto? No eran egoístas o pecaminosos en absoluto. ¿Entendemos esto? Pero cuando logró que complaciera esos deseos en esas tres áreas, de una manera prohibida por Dios, es decir, comiendo la fruta prohibida, {Gn 3:17} ¿qué ocurrió con esos deseos? Dos cosas: Se pervirtieron, se degeneraron moralmente porque se infectaron con este espíritu o principio del egoísmo. Y en segundo lugar, lograron dominar a la naturaleza humana. {AH 64.3} ¿Cuáles fueron las dos cosas que ocurrieron en la caída? La naturaleza inferior se pervirtió; se convirtió en una naturaleza baja, corrupta. Y en segundo lugar, ¿qué ocurrió? Logró dominar a la naturaleza humana. Y ahora tenemos lo que la Biblia llama, mentalidad carnal. ¿Qué significa eso? Eso significa que ahora obedecemos los dictados de la carne. Somos tiranizados por esta naturaleza baja, corrupta. Porque a partir de la caída, no solamente se pervirtió, sino también llegó a ser la naturaleza dominante. ¿Estamos todos siguiendo esto? Ahora, por naturaleza, así nacemos todos en este mundo. Nacemos con la naturaleza carnal, esa naturaleza egoísta, naturalmente degenerada, moralmente degenerada, depravada, nacemos con esa naturaleza que domina nuestras facultades superiores. Y aunque todavía tenemos facultades superiores, por ejemplo una conciencia, somos incapaces de lograr que dominen a nuestra naturaleza carnal por nuestra propia cuenta. No tenemos ese poder. Sin Él no podemos hacer, ¿qué? Nada. {Juan 15:5} Podemos desear ser mejores y hacer lo mejor. Podemos sentirnos culpables de hacer el mal. Pero sin la ayuda de Dios, somos incapaces de obtener la victoria y el poder para vencer a nuestra naturaleza carnal. ¿Lo entendemos? Nuestro hombre natural tiraniza a nuestra naturaleza espiritual. Reina, reina a pesar de que la naturaleza espiritual aún, ¿qué? Permanece, aún en el hombre caído. Hasta que por supuesto, y tengo que añadir este calificador, mediante una complacencia voluntaria, el hombre completamente destruye aún los vestigios de su conciencia. Entonces se vuelve única y totalmente carnal. Y de paso, ésa es la condición a la que la raza humana llegó antes del diluvio, cuando “todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” {Gn 6:5} Y queridos amigos, la raza humana se está acercando rápidamente a esa condición una vez más. “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.” {Lc 17:26} Pero aún hay muchos que tienen vestigios de la naturaleza espiritual. En las palabras de la pluma inspirada: “El pecado mancilló y casi borró {Ed 15.2} la semejanza divina”, pero no ocurrió completamente. ¿Están siguiendo esto? Pero aunque permanece, es incapaz de ¿qué? De reinar, sin el poder divino. ¿Y de dónde obtenemos ese poder divino? Obtenemos ese poder divino cuando vamos al pie de la cruz, y clamamos, ¿qué? “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Cuando hacemos eso, ¿qué hace Dios? Aviva y energiza nuestras facultades espirituales que hasta ahora han sido tiranizadas y les da el poder y las ennoblece y las capacita para obtener, ¿qué? El dominio. ¿Lo entienden? Entonces tenemos lo que la Biblia llama mentalidad espiritual, no más una mentalidad carnal. Ya no tenemos que obedecer los dictados de la carne. Ahora tenemos una mentalidad espiritual. Ahora tenemos el poder para obedecer los dictados del Espíritu Santo mediante nuestra conciencia. ¿Me siguen? Pero ésta es la pregunta, queridos amigos: Cuando este cambio sobrenatural se lleva a cabo, ¿qué ocurre con la naturaleza carnal? ¿Simplemente desaparece? ¿Simplemente deja de existir, para jamás molestarnos? No, en absoluto, aún permanece. Ahora, observen, no reina, pero aún permanece. No preside, pero sin duda alguna, aún permanece. ¿Lo entendemos? En mi casa ya no reina, Jesucristo reina. Pero aún permanece. Y esto es lo que todos debemos entender, esa naturaleza pecaminosa, esa naturaleza carnal, que la Biblia llama “hombre viejo”, {Rom 6:6} no está contenta con simplemente permanecer, ¿no es así? Quiere, ¿qué? Reinar. No está contenta con simplemente residir, quiere presidir. Quiere obtener el control de nuestras vidas otra vez, y es acosada y animada continuamente a hacerlo por, ¿quién? Por Satanás y por todo lo que está en el mundo y es del mundo. Y queridos amigos, acabamos de identificar al factor de oposición. Eso es a lo que tenemos que enfrentarnos; a eso debemos oponernos. Manuscritos Liberados, Tomo 10, página 288: “Nuestras tendencias naturales”, nuestras ¿qué? “Nuestras tendencias naturales”, después de la caída, a causa de lo que ocurrió hace 6.000 años en el jardín del Edén. “Nuestras tendencias naturales, a menos que sean corregidas por el Espíritu Santo de Dios tienen en sí mismas la simiente de la muerte moral. La carne, con todas sus incitaciones, ‘es contra el Espíritu, y el Espíritu es contra la carne’.” Perdón. Porque, nosotros ya no tenemos lo que nuestros primeros padres tenían, es decir, carne santa. ¿Qué tenían nuestros primeros padres? Carne santa. Por supuesto, Dios los creó santos. Y tenían apetitos y pasiones que estaban naturalmente en perfecta armonía con la ley santa de Dios. Y tenían facultades superiores que estaban totalmente sometidas a la ley santa de Dios, y que controlaban perfectamente esos apetitos y pasiones naturales, de modo que no se inclinaban a hacer el mal, y eran gobernadas continuamente y se mantenían conforme a la ley. Pero cuando el hombre pecó, todo eso cambió. Ahora su naturaleza inferior es impura. Está pervertida, ha sido contaminada y trastornada por el egoísmo. ¿Entendemos todos esto? Y aunque esa naturaleza no reina después de la conversión, esa naturaleza aún, ¿qué? Permanece, y es por eso que siempre debemos estar en guardia, siempre. Pedro, en 1 Pedro 2:11, nos exhorta: “Amados, yo os ruego…” ¿Escuchan la ansiedad y la vehemencia en su voz? “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de”, ¿qué? “…de los deseos carnales que batallan contra el alma”. Les está hablando a los cristianos nacidos de nuevo, ¿no es así? Sabe que aún tienen, ¿qué? Deseos carnales. Porque la carne está deseando continuamente lo que es contra el Espíritu, aún en el cristiano nacido de nuevo. De modo que los exhorta con todo su corazón: Por favor “abstengáis de los deseos carnales que”, ¿qué? “…que batallan contra el alma”. Es el deseo del hombre viejo y sus aliados, el reino de las tinieblas, destronar a Cristo Jesús, guerrear contra nuestra experiencia espiritual, y recobrar el dominio en nuestras vidas. Debemos estar en guardia continuamente. Ahora, este deseo, este deseo carnal del cual debemos abstenernos, ¿qué abarca? Y por favor entiendan el sentido amplio y genérico de esta palabra. La pluma inspirada nos ayuda a entenderlo. Review and Herald, 28 de julio, 1891: “Este deseo no debe entenderse simplemente en referencia al libertinaje, sino a”, ¿qué? “a todos los deseos ilícitos, a la ambición, a la búsqueda del poder, al deseo de la aprobación de los hombres. Abarca todos los deseos del corazón egoísta.” Es bastante inclusivo, ¿no es así? Bastante comprensivo. “…todos los deseos del corazón egoísta.” Ahora, al convertirnos, sí, recibimos un corazón nuevo, una naturaleza espiritual; pero por favor reconozcan que aún tenemos una naturaleza vieja o carnal. Tenemos un corazón egoísta con tendencias y deseos egoístas. Y tenemos que estar en guardia constantemente en contra de ellos. Testimonios, Tomo 5, página 397: “Debe mantenerse una constante batalla contra el egoísmo y la corrupción del corazón humano.” Porque, tenemos dos corazones, tenemos dos naturalezas. Sólo una puede reinar; la otra permanece. De modo que ¿contra qué debe el cristiano constantemente estar en guardia y mantener batalla? Testimonios, Tomo 5, página 397: “Debe mantenerse una constante batalla contra el egoísmo y la corrupción del corazón humano.” Aquí hay otra declaración, Manuscritos Liberados, Tomo 21, 158: “El pueblo de Dios debe ser suspicaz de su naturaleza baja.” No confíen en ella, amigos. “El pueblo de Dios debe ser suspicaz de su naturaleza baja. Debe guerrear contra los deseos carnales. El corazón malo de incredulidad está constantemente en guerra contra los propósitos de Dios, incitando a las almas a apartarse de Cristo hacia caminos prohibidos.” ¿Se dan cuenta, queridos amigos? De modo que en la experiencia cristiana, el principal factor de oposición, el enemigo número uno al cual debemos enfrentarnos, es ¿qué? Nuestra propia naturaleza egoísta; el yo. ¿Quién es? ¡El yo! Oh, por favor reconózcanlo. La mayoría de los cristianos piensan que el enemigo número uno es Satanás. Y sí, Satanás es un enemigo formidable, pero por favor entiendan, el enemigo que más necesitamos temer es el que reside dentro del campamento. Es el hombre viejo que aún permanece, y quien está naturalmente aliado y en perfecta armonía con Satanás y el reino de las tinieblas. Y quien a propósito, es engañoso sobre todas las cosas, y perverso. {Jer 17:9} Y realmente es bueno para disfrazarse, y lograr que uno piense que complacerlo no es algo malo, que está bien. Por favor tengan cuidado; sean suspicaces. Me gusta lo que la pluma inspirada dice ahí: “El pueblo de Dios debe ser suspicaz de su naturaleza baja.” Sean muy, muy recelosos con respecto a los deseos que manan de su propio corazón, su corazón egoísta. Ahora, esta declaración resume bellamente lo que acabamos de compartir, y quiero leerla para ustedes. Se encuentra en Hechos de los Apóstoles, página 476 y 477. “Pero habiendo alcanzado esa experiencia…” Detengámonos. En contexto, esta experiencia se refiere a la conversión, ¿bien? Ese peregrinaje al pie de la cruz, donde recibimos el corazón nuevo. “Pero habiendo alcanzado esa experiencia, el cristiano no debe por lo tanto cruzarse de brazos conforme con lo que ha logrado.” ¿Por qué? “Aquel que está determinado a entrar en el reino espiritual encontrará que todos los poderes y las pasiones de la naturaleza no regenerada”, ¿de qué estamos hablando? De la carne. “…todos los poderes y las pasiones de la naturaleza no regenerada, respaldadas por las fuerzas del reino de las tinieblas”, ¿a quién se refiere? A Satanás y a todo su ejército. “…están preparadas para atacarle.” ¡Increíble, qué factor de oposición tan imponente, queridos amigos! Aquellos que son convertidos, ¿qué encontrarán? Que el hombre viejo, en alianza con el reino de las tinieblas, están en oposición, preparados para atacarle. Los que verdaderamente son convertidos experimentarán eso. Sigamos leyendo: “Cada día debe renovar su consagración, cada día debe batallar contra”, ¿qué? “el pecado”. ¡Cada día! Pero, ¿cuál es este pecado contra el cual debe batallar específicamente? Aprecio tanto lo siguiente. Realmente nos ayuda a entender nuestra oposición. “Los hábitos antiguos, las tendencias hereditarias hacia el mal, se disputarán el dominio, y contra ellos debe siempre velar, apoyándose en el poder de Cristo para obtener la victoria.” Oh, queridos amigos, es un factor de oposición imponente. Pero, alabado sea Dios, quien está con nosotros es mayor que el que está contra nosotros. ¿Decimos “amén”? {Amén} Pero hay que batallar constantemente en el poder de Cristo para obtener y mantener la victoria sobre hábitos antiguos y, ¿qué? Tendencias hereditarias. Ése es el pecado contra el cual debemos batallar a diario como cristianos nacidos de nuevo. Ahora, analicemos esto juntos: Los hábitos antiguos y las tendencias hereditarias. A la luz del hecho que eso es lo que el cristiano nacido de nuevo debe vencer, y que eso es lo que se opone a él a diario después de su conversión, ¿se dan cuenta de que puede ser que un cristiano tenga que lidiar con un factor de oposición significativamente más intenso quizás que otro cristiano? ¿Se dan cuenta de eso? Si son hábitos antiguos y tendencias hereditarias, ¿se dan cuenta que puede ser que uno tenga que enfrentarse a un hombre viejo significativamente más potente y viril que otro? Permítanme ilustrarlo. Por ejemplo, hablemos de Jimmy, ¿bien? No es nada personal si esta tarde hay un Jimmy aquí entre nosotros, es simplemente una ilustración. Hablemos de Jimmy. Jimmy fue concebido por padres que no conocían a Dios, por padres muy complacientes. Y a través de la ley de herencia, Jimmy recibe un derecho de nacimiento terrible. Tiene una inclinación desmesurada hacia el pecado precisamente en las mismas áreas que sus padres. Existe un factor de herencia, queridos amigos. Gráficamente puede verse en los bebés de las madres adictas al crack. Han escuchado de eso ¿verdad? De bebés que nacen adictos al crack porque, ¿ellos cedieron? No, porque la mamá cedió y ellos lo recibieron como derecho de nacimiento. Y ésa es sólo una ilustración en el ámbito de las adicciones físicas más obvias. Pero queridos amigos, hay tendencias y adicciones mucho más sutiles que se pasan a través de la ley de herencia. Ahora, Jimmy, a través de esta ley de herencia, tiene una gran desventaja desde el día de su nacimiento. En realidad, podemos decir que desde el momento de su concepción. Ahora, comúnmente, sigan este concepto: Comúnmente, esos mismos padres ateos que pusieron a Jimmy en gran desventaja a través de la ley de herencia lo pusieron aún en mayor desventaja al no ejercitar una disciplina piadosa durante su crianza, ¿cierto? Es lo típico. De modo que pobre Jimmy, ya se imaginarán… La mamá no quiere que nada la prive de su tiempo para sí, de modo que ¿qué hace? Compra una televisión enorme y sienta a Jimmy frente a ella, y lo deja ver cualquier cosa. Y el enemigo pasa un tiempo maravilloso programando su pequeña mente impresionable con todo tipo de basura. Cuando Jimmy crece un poco, sale, anda por todos lados, y se le permite jugar con quien sea, y aprende todo tipo de malos hábitos de amigos que no conocen a Dios, y esas tendencias heredadas se vuelven tendencias cultivadas, y adquiere muchas malas costumbres y hábitos nuevos de su estilo de vida. ¿Se dan cuenta de que cuando Jimmy venga al pie de la cruz…? Y de paso, la gracia de Dios basta para salvar a personas como Jimmy. {2 Cor 12:9} ¡Por supuesto! Sin embargo, ¿se dan cuenta de que cuando Jimmy venga al pie de la cruz, va a tener que luchar, de ahí en adelante, contra un factor de oposición significativamente más intenso que el de Johnny. Ahora, ¿quién es Johnny? Bueno, Johnny es concebido por padres piadosos, padres que fueron vencedores. Y a través de la ley de herencia, Johnny recibió una gran ventaja como derecho de nacimiento. Ahora, por favor no se vayan a un extremo; no me malinterpreten. ¿Estoy sugiriendo que si “escogemos bien a nuestros padres”, podemos nacer sin tendencias o inclinaciones hacia el pecado? Oh no queridos amigos; nadie “nace nacido de nuevo”. Sí, podemos recibir una gran ventaja, una inclinación hacia el pecado radicalmente menor, al ser concebidos por padres piadosos. Pero todos nosotros, ¿cuántos de nosotros? Todos nosotros tenemos una inclinación hacia el pecado, una fuerza, la cual sin ayuda, no podemos resistir. Observen cuán claramente lo manifiesta la pluma inspirada. Se encuentra al principio de la página 46. La Educación, página 29: “En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal.” Eso incluye la vida de Jimmy, ¿no es así? Y la de Johnny. “En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir.” De modo que aún personas como Johnny tienen, ¿qué? “una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir.” Pero escuchen, entiendan esto: Esa inclinación hacia el mal puede ser significativamente mayor o menor. Todos nosotros, como descendientes de Adán, quien comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, inevitablemente tendremos una inclinación hacia el mal. Pero ¿qué es lo que determina cuán radical será la inclinación? ¿Qué es lo que determina hacia qué tipo de mal en particular tendremos una inclinación? Nuestra ascendencia más inmediata; “que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la” ¿qué? “…la tercera y cuarta generación.” {Éx 20:5} Ahí lo tienen. Eso es lo que determina la inclinación específica que tenemos hacia el mal, la cual cada uno de nosotros recibe como herencia. Es nuestra ascendencia más inmediata. Y a propósito, ¿es importante que consideremos eso? ¿Lo es? Oh, queridos amigos… Testimonios, Tomo 4, página 439: “Sería bueno recordar que las tendencias de carácter son transmitidas de los padres a los hijos. Meditad seriamente en estas cosas y entonces, en el temor de Dios, ceñíos con la armadura para un conflicto de toda la vida contra las tendencias hereditarias, imitando ninguna de ellas, salvo el Modelo divino. Debéis obrar con perseverancia, constancia, y celo, si queréis tener éxito. Tendréis que conquistaros a vosotros mismos”. ¿A quién tendremos que conquistar? ¡A nosotros mismos! “…la cual será la batalla más ardua de todas. La determinación a oponeros a vuestros propios caminos y a vuestros malos hábitos os asegurarán victorias preciosas y permanentes.” Pero queridos amigos, será una gran batalla. Especialmente para ¿quién? Para personas como Jimmy. Ahora, Johnny, regresemos a Johnny; no hemos terminado con él. Los mismos padres piadosos que le dieron la ventaja a través de la ley de herencia, normalmente le darán una ventaja mayor al ejercitar una disciplina piadosa en su crianza. ¿Cierto? Sí. Juiciosa y concienzudamente lo protegerán de malas influencias en su mente joven e impresionable. No lo criarán frente al televisor. Sino que le contarán las historias preciosas de la Palabra de Dios, y acerca del amor de Jesús. Y lo protegerán de la influencia negativa de los malos amigos. Monitorearán cuidadosamente con quién se junta, ya que entienden la influencia poderosa que sus compañeros tendrán sobre él. Y lo guiarán, desde niño, al pie de la cruz, y experimentará una conversión genuina. Ahora, ¿se dan cuenta cómo Johnny tendrá que lidiar con un factor de oposición menos formidable que el de Jimmy, en lo que respecta a hábitos antiguos y tendencias hereditarias? Se dan cuenta, ¿no es así? Ahora queridos amigos, ¿por qué nos hemos expandido en esta cuestión? Bueno, por varias razones: Primeramente, por favor entiendan que necesitamos tomar esto en consideración al relacionarnos con los demás. Quiero repetir eso. Necesitamos tomar esto en consideración al, ¿qué? Al relacionarnos con los demás. El verdadero desafío es que personas como Johnny sean pacientes con personas como Jimmy. ¿Por qué? Porque no tienen idea de lo que están experimentando. ¿Entienden lo que les estoy diciendo? Y de paso, ¿saben qué es verdaderamente un desafío? Es cuando alguien como Johnny se casa con alguien como Jimmy. Ése es un gran desafío, y eso ocurre. ¿Toma Dios estas cosas en consideración en su trato con nosotros? ¿Las toma? Absolutamente, queridos amigos, absolutamente. Ahora, por favor, no me malinterpreten. ¿Les dice Dios a los Jimmys lo siguiente? “Sabes, tu desventaja es tan terrible que, te digo algo, voy a disimular eso. Voy a pasar por alto esa complacencia. Permitiré que te complazcas en eso”. ¿Es eso lo que estoy diciendo? Rotundamente no. Pero sí estoy diciendo esto, queridos amigos: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” ¿Decimos “amén”? {Amén} ¡No se desanimen Jimmys! No importa cuán grande sea su desventaja a causa de sus tendencias heredadas y cultivadas hacia el mal, Su gracia basta. Escuchen esta bella promesa. Quiero compartir esto con los Jimmys. Y puede ser que haya algunos Jimmys aquí esta tarde. Al final de la página 45; El Deseado de Todas las Gentes, página 440: “Los ángeles de gloria, que contemplan constantemente el rostro del Padre en el cielo, se gozan en servir a sus pequeñuelos. Las almas temblorosas, que tienen tal vez muchos rasgos de carácter censurables, les son”, ¿qué? “…especialmente encargadas. Hay siempre ángeles presentes donde más se necesitan, con aquellos que tienen que pelear la batalla más dura contra el yo y cuyo ambiente es más desalentador. Y los verdaderos seguidores de Cristo cooperarán en ese ministerio.” ¿Escuchan eso Johnnys? Tenemos que ser muy pacientes con los Jimmys. ¿Decimos “amén”? {Amén} Dios lo es, Dios lo es. Ahora, rápidamente, sin importar si usted es un Jimmy o un Johnny, por cuánto tiempo… O si está entre ambos y entiendan lo que acabamos de hacer. Dimos una ilustración de los extremos. La mayoría de nosotros nos encontramos en algún lugar del continuo, entre esos dos extremos, ¿cierto? Puede ser que algunos nos encontremos cerca del centro, algunos nos inclinamos hacia el lado de Jimmy, y algunos nos inclinamos hacia Johnny. Pero sin importar si usted es un Jimmy o un Johnny, o si se encuentra entre los dos, ¿por cuánto tiempo tendrá que luchar contra este factor de oposición llamado la carne? ¿Por cuánto tiempo? Hasta la muerte o la glorificación, lo que llegue primero. Oh, queridos amigos, quiero que esto quede bien claro; por favor entiéndanlo. Tendremos que luchar contra este factor de oposición llamado la carne, contra el hombre viejo, hasta la muerte o la glorificación, lo que llegue primero. Entienden esto. Quiero hacer una declaración radical, e insisto en su veracidad. ¿Por qué debemos luchar continuamente contra el hombre viejo? ¿Contra la naturaleza de carne? Porque el viejo hombre nunca se convierte. ¿Entienden lo que acabo de decir? El hombre viejo, ¿qué? Nunca se convierte. Ésa es precisamente la razón por la cual tenemos que morir a él diariamente. {1 Cor 15:31} Debemos vencerlo, hasta que “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” {1 Cor 15:52} finalmente sea erradicado, y obtengamos una carne santa. Queridos amigos, no existe tal cosa como la carne santa de este lado de la glorificación. Ésa es la razón por la cual tenemos que crucificar la carne con sus pasiones y deseos diariamente. ¿Decimos “amén”? {Amén} Si llegara a convertirse, no tendríamos que hacer eso. ¡Pero no se convierte! Esa dimensión de nuestra naturaleza se opone obstinadamente, se opone obstinadamente a la voluntad y soberanía de Dios. Es por eso que tenemos que vencerla todos los días de nuestra vida. ¿Decimos “amén”? {Amén} ¿Entienden esto? Observen cómo esta batalla es constante y continua. Testimonios, Tomo 4, página 439: “Ceñíos con la armadura para un conflicto de toda la vida contra las tendencias hereditarias.” ¿Por cuánto tiempo? Para toda la vida. Testimonios, Tomo 2, página 479: “Ha de mantenerse una guerra constante contra la mente carnal…” ¿Qué tipo de guerra? Una guerra constante. Testimonios, Tomo 3, página 537; escuchen esta cita: “Dios está moldeando el corazón en algo más semejante a Él. Sin embargo, el yo clama constantemente por la victoria.” ¡Increíble! Saben que el razonamiento humano diría: “Bueno si Dios está, usted sabe, si está moldeando mi corazón en algo más semejante a Él, entonces tendré una menor y menor oposición hasta que finalmente estaré tan santificado que no tendré ninguna.” ¿No diría eso el razonamiento humano? Queridos amigos, no confíen en el razonamiento humano. Sí, Dios está moldeando nuestro corazón nuevo, nuestra nueva naturaleza más y más a semejanza Suya, pero aún tenemos, ¿qué? Esta naturaleza vieja y nunca se convertirá. Y siempre se opondrá a nosotros. Es por eso que, aunque “Dios está moldeando el corazón en algo más semejante a Él”, aun así “el yo clama”, ¿qué? “constantemente por la victoria.” Ustedes lo saben por propia experiencia, si verdaderamente han nacido otra vez y de todas formas están peleando la buena batalla de la fe. Aquí hay otra cita; Hechos de los Apóstoles, página 565: “Sus hijos… deben sostener una constante batalla consigo mismos.” ¿Qué palabra escuchan una y otra vez? Constante, constante, constante. Aquí hay otra cita; Review and Herald, 30 de mayo, 1882: “Debemos luchar diariamente contra el mal externo y”, ¿qué más? “…el pecado interior”. “Luchar diariamente contra el mal externo”, sí, pero ¿qué más? “…el pecado interior”. ¿Cuál es este pecado interior? EL PECADO con mayúscula, esa naturaleza pecaminosa, esa naturaleza egoísta. Aunque ya no reina, aún, ¿qué? Permanece. Pero no se complace con sólo permanecer, así que tenemos que luchar diariamente contra el pecado interior, ya que está tratando constantemente de recuperar el trono, recuperar el trono. Ahora, aquí hay una cita que particularmente aprecio porque no sólo marca el comienzo de la batalla, sino también el final, especifica la duración entera. Escuchen con atención; Review and Herald, 29 de noviembre, 1887: “De la cruz a la” ¿qué? “…a la corona”, es un lenguaje simbólico. Regresaremos para explicarlo. “De la cruz a la corona existe una obra importante que debe hacerse. Existe una lucha contra el pecado innato; existe una guerra contra el mal externo. La vida cristiana es una batalla y una marcha. Vayamos hacia adelante, pues nos estamos esforzando por alcanzar una corona inmortal.” Oh, ¿captaron el cuadro? ¿Cuál es la duración de la batalla? ¿Cuándo empieza? En la cruz. ¿Qué simboliza eso? La conversión. {AA 246.1} De eso estábamos hablando anoche, o ayer. Cuando somos conducidos por la ley y atraídos por el Cordero, y clamamos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” {Sal 51:10} Es ahí cuando nos convertimos; es ahí cuando nacemos de nuevo. Y es ahí cuando la batalla, ¿qué? ¡Comienza, queridos hermanos! Saben, tanta gente piensa que cuando uno se convierte la batalla termina. ¡De ninguna manera! La batalla apenas empieza cuando uno se convierte, la batalla espiritual, la batalla por el gobierno de la mente. No podemos pelear esa batalla a menos que obtengamos una mente nueva. Y esa batalla continúa hasta ¿cuándo? De la cruz a la, ¿qué? …a la corona. ¿Qué es la corona? Se refiere a la corona de la inmortalidad, a la corona de la incorrupción. Eso es lo que recibimos “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos”, ¿cuándo? “…a la final trompeta.” {1 Cor 15:52} ¿Decimos “amén”? {Amén} De la cruz a la corona existe una lucha contra, ¿qué? Contra el pecado innato. Ahora, ¿qué cosa es esto del pecado innato? Notas Históricas, página 138: “El egoísmo se encuentra impreso en nuestro mismísimo ser. Lo hemos recibido como herencia…” Ése es el pecado innato. Y tendremos que luchar contra esa naturaleza egoísta durante todo el transcurso de nuestra vida cristiana. Ahora queridos hermanos, si eso suena desalentador, por favor, necesitamos regresar y considerar con mayor profundidad cómo es que podemos no sólo pelear y ganar, sino también ser bendecidos al hacerlo. E insisto en que hay una bendición en pelear y ganar la buena batalla {1 Tim 6:12} en contra de este factor de oposición llamado la carne. Pero pongámonos de pie para la oración, y después de una pequeña pausa, continuaremos con nuestro estudio. Padre nuestro que estás en los cielos, muchas gracias por ayudarnos a entender mejor lo que se opone a nosotros al seguir adelante hacia la meta, y al procurar cooperar con el Espíritu Santo y ser cambiados de gloria en gloria por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Reside en nosotros un factor de oposición llamado la carne, y se opondrá a nosotros en todo paso de nuestro camino. La carne está continuamente poniendo sus deseos en contra de nuestra naturaleza espiritual. Pero Señor, por favor enséñanos, no sólo cómo vencer esto, también ayúdanos a entender que al hacerlo recibimos una gran bendición. Y es por eso que has permitido que este factor de oposición permanezca, y es por eso que nos das la gracia que basta para impedirle que reine. Ayúdanos a entender estas cosas al continuar con nuestro estudio, es nuestra oración en el nombre de Jesús. Amén. Gracias, queridos amigos.

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