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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.

Bienvenidos nuevamente, queridos amigos. Muchas gracias por el privilegio de estudiar una vez más con ustedes esta noche. Hemos estado viendo el factor de oposición llamado la carne. En palabras de Pablo, “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu”; {Gál 5:17} y el verbo que se traduce como “desear” está en el tiempo presente activo, lo que significa deseo constante, continuo. Ciertamente, en tanto tengamos carne no santificada, el deseo de la carne será contra el Espíritu, y no tendremos carne santificada hasta ¿cuándo? …hasta la glorificación. Entonces como señalamos en la última referencia que hemos visto, la lucha, la lucha con el pecado innato… {Review and Herald, Nov. 29, 1887}

¿Qué es el pecado innato? Es ese corazón por naturaleza egoísta con todas sus tendencias heredadas hacia el mal.

La lucha con el pecado innato va “de la cruz a la”, ¿qué? “corona”. -lenguaje simbólico que se extiende a todo lo largo de la vida cristiana- comenzando en la conversión -ésa es la cruz- y culminando en la glorificación -ésa es la corona. De hecho, en la declaración misma, el siervo del Señor identifica la corona como la corona de la inmortalidad, ¿y cuándo es que recibimos eso? “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”. {1 Cor 15:52} Ahora bien, las implicaciones de ese hecho son profundas, y tenemos que considerar esas implicaciones.

Estoy a punto de abordar con ustedes un asunto extremadamente controversial y, Dios sea misericordioso, a mí, por naturaleza, no me gusta lidiar con temas controversiales. Pero cuando veo la controversia dividiéndonos como pueblo, realmente me preocupa. Porque, mis queridos amigos, si vamos a dar la proclama, deberemos estar unidos en lo que estemos proclamando. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Deberemos estar unidos; y es la verdad la que une. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Entonces, pensando en Él que es Verdad, a quien amo con todo mi corazón, y pensando en Su iglesia, a la que también amo, debo buscar, por el poder del Espíritu de la Verdad, presentar cuidadosamente la verdad de que debemos llegar a un mutuo acuerdo sobre este tema controversial y encontrar unidad en la verdad. Ése es el único lugar en el que realmente tenemos unidad. ¿Dónde está? …en la verdad. Pero estoy de pie en la necesidad de oración especial, y también lo están ustedes, cuando nos aproximamos a este tema. Así que vamos a dedicar un tiempo a pedir fervientemente la efusión del Espíritu de la Verdad para que nos bendiga a medida que avanzamos.

Padre nuestro que estás en los cielos, te agradezco tanto porque estás deseoso y listo para derramar Tu Espíritu sobre Tu pueblo de acuerdo a su necesidad; y necesitamos desesperadamente ese Espíritu en este mismo momento. Estamos en las horas finales de la historia de la tierra. Tenemos un mensaje para llevar a cada nación, tribu, lengua y pueblo, y estamos tan divididos en muchos temas. Nos falta unidad. Padre, por favor, por el Espíritu de la Verdad, a través del estudio de la Verdad, que podamos encontrar unidad en Él que es la Verdad. Señor, quiero tanto elevar la Verdad, elevar a Jesús; y sé, porque Él ha dicho, “Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo”; y cuanto más nos permitamos ser atraídos hacia Él que es la Verdad, más inevitablemente nos uniremos unos con otros. hasta que seamos uno en la verdad con Jesús. Entonces por favor Señor, ayúdame de una manera especial a decir cuidadosa y fielmente la verdad. Formula mis palabras, guía mis pensamientos. Quiero decir lo que Tú quieres que diga, nada más, nada menos; y lo que Tú puedas decir a través de este pobre vehículo terrenal, ruego que sea comprendido y sea capaz de liberarnos de cualquier interpretación errónea y llevarnos a la unidad. Por favor, Señor, haz que esto suceda, pues te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

No habíamos finalizado del todo la Lección 21; y hay una nota muy positiva con la que quería terminar, pero comenzaré con ella. Hemos observado muy claramente, y establecido tanto de las Escrituras como de Espíritu de Profecía, que la vida cristiana es un constante conflicto, una batalla constante. De hecho, la inspiración dice en Testimonios, Volumen 3, página 253 (del original en inglés), vean donde estamos, “La vida cristiana es una batalla constante y una marcha. No hay descanso en la guerra”. Lenguaje bastante claro ¿no es cierto? Esto puede verse claramente documentado también en las Escrituras. “La vida cristiana es una batalla constante y una marcha. No hay descanso en la guerra”.

Algunos de ustedes pueden estar pensando, “Bueno, espere un minuto. Eso suena bastante sombrío. O sea, ¿dónde está la paz? ¿No se supone que debería haber paz? ¿No se supone que los cristianos deberían conocer la paz? Bueno, ¿cómo aunar esto con el hecho de que toda la vida cristiana es una batalla constante? ¿Cómo haces coincidir eso con el hecho de que no hay fin en la guerra? ‘… ¿no hay descanso en la guerra’? ¿Dónde está la paz?”

Bien, en primer lugar, por favor reconozcan con quién está la paz. -muy importante, queridos amigos. Romanos 5:1, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con”, ¿el yo? ¿Es eso lo que dice? No. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Sí, hay paz, ¡pero es paz con Dios! Pero escúchame, hermano, hermana, si tú y yo vamos a tener paz con Dios, tenemos que estar en guerra con el yo. ¿Estamos todos de acuerdo en eso? De hecho, de este lado de la glorificación… Entiendan esto, por favor entiendan esto. De este lado de la glorificación, ustedes y yo sólo tenemos dos opciones, sólo dos opciones. Podemos estar en guerra con nosotros mismos y en paz con Dios, o podemos estar en paz con nosotros mismos y en guerra con Dios. Ésas son las únicas opciones que tenemos.

¿Por qué? Porque el yo del que estoy hablando nunca está convertido. Es el viejo hombre, con el cual tendremos que luchar diariamente hasta que finalmente sea eliminado. “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”. {1 Cor 15:52} Yo no sé ustedes, mis queridos amigos, pero este joven espera ansiosamente el día en que ese factor de oposición sea aniquilado, erradicado, y “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos”, este “cuerpo vil” sea transformado y se “asemeje a Su glorioso cuerpo”, {Flp 3:21} y no tener ya a un viejo hombre que me acose todos los días. Lo espero ansiosamente; ¿me siguen? {Amén}

Permítanme exponer un poco mi alma. Estoy entre amigos; puedo hacer eso sin peligro, ¿verdad? Hay momentos, hay momentos en que mi batalla se torna tan intensa que realmente he clamado y dicho, “Señor, por favor, ¿me dejarías ir a dormir?” ¿Qué es el sueño de la muerte para los cristianos? ¿Cuál es? ¿Es algo que hay que temer? No, a veces es una alternativa muy atractiva… a una batalla increíblemente intensa, y al momento siguiente sabemos que, “la trompeta sonará y los muertos serán resucitados”, ¿cómo? “… ¡incorruptibles!” {1 Cor 15:52} Y no tendremos este factor de oposición; y podremos bajar nuestra espada y nuestro escudo y no estudiar más la guerra, como dice la canción. Oh, ¡ansío la llegada de ese día con todo mi ser! ¿Me comprenden, o puede alguno de ustedes identificarse conmigo? {Amén} Pero cada vez que digo esto, siempre me apresuro a agregar, “Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la Tuya”; {Lc 22:42} y si Tú quieres que viva hasta que venga Jesús, entonces cuento contigo para darme fuerzas para librar y ganar esta increíble batalla contra mi viejo hombre. Oh, sin embargo, ansío el momento en que la batalla haya terminado. Pero no va a terminarse, mis queridos amigos, hasta la glorificación o la muerte, la que llegue primero. Por favor, sepan eso, y por favor sepan que aunque deben estar constantemente luchando con el viejo hombre, pueden conocer el regocijo de la paz con Dios.

Efectivamente, las Escrituras se refieren a esta paz como a una paz que “sobrepasa todo entendimiento”; y pueden entender mejor cómo, en medio de este conflicto constante, el tener paz sería tener una paz que sobrepasa todo entendimiento, ¿no es cierto? Sí. Filipenses 4:7, “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”. Me encanta esto: “Guardará vuestros corazones y vuestras mentes”. ¿Qué tenemos aquí otra vez? …corazón y mente. ¿De qué estamos hablando? …pensamientos y sentimientos. ¿De qué estamos hablando? …¡del carácter! {5T 310.1} ¿Ven eso? “…la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”.

Signs of the Times, 17 de Marzo, 1887: “Es nuestro privilegio dar diariamente un paseo tranquilo, íntimo, feliz con Jesús”. ¿Escucho un “amén”? {Amén} “No tenemos que alarmarnos si el camino pasa a través de conflictos y sufrimientos. Podemos tener la paz que sobrepasa todo entendimiento, pero será a costa de batallas con los poderes de la oscuridad, intensas luchas contra el egoísmo y”, ¿qué más? “el pecado innato”. Hay paz, sí, pero si vas a tener paz con Dios, tendrás que estar en guerra con el yo. ¿Estamos todos de acuerdo en eso? Tenemos que estar en guerra con el yo.

Ahora, mis queridos amigos, el tema controversial al que nos tenemos que referir en esta disyuntiva. Por cierto, han sido varias conversaciones con algunos de ustedes las que me han convencido de que tengo que referirme a esto un poco más a fondo de lo que solemos hacerlo habitualmente. ¿Cuál es? ¿Cuál es este tema controversial? Dios sea misericordioso, tiene que ver con todo lo referido  a la condición que el pueblo de Dios debe alcanzar si va a ser capaz de sostenerse en pie sin un Mediador después del cierre del tiempo de gracia. ¿Escucharon lo que acabo de decir? ¿Cuál es el tema controversial? Tiene que ver con la condición del pueblo de Dios, la condición que tiene que alcanzar por la gracia, si va a ser capaz de sostenerse en pie sin un Mediador después de la finalización del tiempo de gracia.

Confío en que ustedes saben que el tiempo de gracia se cierra justo antes del tiempo de angustia de Jacob, {Jer 30:7} y las siete plagas finales. {Apoc 15:1} Ustedes están conscientes de eso, ¿verdad? Hay un considerable período de tiempo, entonces, entre el cierre del tiempo de gracia y la glorificación, la que ocurre “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos”, cuando venga Jesús. Ahora bien, Jesús, al cierre del tiempo de gracia, cesa en Su alto ministerio sacerdotal. {PH098 13.2} Su papel de mediador llega a su fin. Deja a un lado Sus vestiduras sacerdotales y se pone Sus vestiduras reales, {DS, March 14, 1846 par. 2} y Se prepara a venir muy pronto, y, alabado sea Dios, será en justicia y con prontitud, {Rom 9:28} que vendrá y llevará a Su pueblo a casa.

Ahora, sin embargo, la pregunta es, ¿qué condición debe haber alcanzado Su pueblo, por la gracia, si va a ser capaz de conducirse sin un Mediador desde el cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación, a través del tiempo, en otras palabras, de la angustia de Jacob, un período de tiempo considerable? ¿A qué condición debe llegar? Hay algunos que sostienen que deben estar absolutamente libres de todo tipo de pecado. ¿Es ése el caso? Dios sea misericordioso, estamos a punto de atravesar un campo minado teológico; y quiero que oren por mí mientras oran por ustedes mismos. Debemos proceder con mucha cautela. ¿Sí? …mucha cautela, y adherirnos muy estrechamente a la inspiración; ésa es nuestra red de seguridad. ¿Me siguen? Esto puede tomar más de un estudio, no lo sé, veremos. Señor, ayúdame.

Comencemos por leer una declaración similar a la que ya hemos aludido en Review and Herald, 29 de Noviembre, 1887. Aquí está, de alguna manera reformulada, en Señales de los Tiempos, 17 de Diciembre de 1885: “Sigamos adelante, pues estamos luchando por una corona inmortal”. “Estamos luchando por una”, ¿qué? “una corona inmortal.” “Seamos diligentes para asegurar nuestro llamado y nuestra elección. Un profeso perezoso y lánguido nunca podrá conseguir la entrada al reino de Dios. De la cruz a la corona”, ¿y cómo es que ella identificó la corona? Es la “corona inmortal”, ¿sí? “De la cruz a la corona hay un fervoroso trabajo por hacer. Existe una lucha contra”, ¿qué? “el pecado innato; existe una guerra contra el mal externo. Pero finalmente triunfaremos, si no nos cansamos de hacer el bien. Los portales del cielo estarán abiertos para todos los que den lo mejor de sí a Dios y a sus semejantes”. Una vez más, y no será la última; hay aún muchos textos en que se nos dice que debemos estar luchando con el pecado original de la ¿qué? “…de la cruz a la corona”.

Ahora, una pregunta: ¿Cuándo es que recibimos la corona, antes o después del cierre del tiempo de gracia? -después del cierre del tiempo de gracia. La corona es lo que obtenemos “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” {1 Cor 15:52}, y el tiempo de gracia ya se ha cerrado, aún antes del tiempo de la angustia de Jacob. {GC 616.1} Entonces, claramente, desde el cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación, de acuerdo a la inspiración, todavía estamos ¿qué? “…luchando con el pecado innato”. No estoy inventando esto. Simplemente estoy analizando esto detenidamente con ustedes. ¿Estamos de acuerdo? Luchamos con el pecado innato hasta la corona. La corona es la corona de la inmortalidad. La alcanzamos “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”, cuando venga Jesús. Entonces, claramente, hay un período de tiempo desde el cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación, en el que estamos luchando con ¿qué? …el pecado innato -¡todavía, todavía! Comenzó en la cruz, pero aún pasando el cierre del tiempo de gracia, hasta la glorificación, todavía estamos luchando ¿con qué? “…con el pecado innato”.

Ahora, ¿significa eso que continuaremos pecando hasta estar glorificados? ¿Eso significa? Oh, mis queridos amigos, por favor entiendan esto. Por el amor de Cristo, y en la fuerza del Espíritu Santo, ustedes y yo debemos convertirnos en luchadores tan expertos que tengamos al viejo hombre inmovilizado contra el piso, en una llave mortal, y preferiríamos morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios. {Amén} ¿Me siguen? {Amén} Eso es precisamente lo que significa estar sellados, y debemos estar sellados antes del cierre del tiempo de gracia. Quiero repetir esto. Debemos llegar al punto, por el amor de Cristo, y en la fuerza del Espíritu Santo, en que nos hayamos convertido en tan expertos luchadores que tengamos a ese viejo hombre inmovilizado contra el piso, en una llave mortal, y antes preferiríamos ¿qué? …morir que transgredir a sabiendas la ley de Dios. Eso es lo que significa ser un vencedor. {Apoc 1 y 2}

Pero, piensen conmigo ahora. Incluso habiendo llegado, por la gracia de Dios, a esa experiencia, ¿estamos en ese punto y por consiguiente, sin pecado? ¡No! ¿Por qué? Porque todavía tenemos ¿qué? …pecado innato. No reina, pero todavía ¿qué? …permanece. No nos tiene a nosotros, pero nosotros todavía lo tenemos. ¿Comprenden? De acuerdo a la inspiración, después del cierre del tiempo de gracia, ciertamente hasta el momento de la glorificación, todavía tenemos pecado innato.

Bien, entonces surge la pregunta, ¿cómo queda éste cubierto después que Cristo cesa en Su papel mediador? ¿Cómo lidiamos con él cuando Cristo ya no interceda como nuestro Sumo Sacerdote? …lo que deja de hacer al cierre del tiempo de gracia. ¿Ven el desafío aquí? Y hay muchos que reconocen esto como un desafío, y entonces han concebido varias teorías -y ésta es una forma benévola de describirlas, sería más apropiado llamarlas varias herejías- que son esfuerzos humanos para resolver este problema. A lo largo de la historia de nuestra iglesia, hemos concebido varias teorías. Una de las primeras, durante la vida de Ellen White, fue denominada “el movimiento de la carne santificada”. Fue llamado ¿cómo? …el movimiento de la carne santificada, que enseñaba que no sólo podíamos, sino debíamos, si teníamos que sostenernos en pie para ver la venida de Cristo, sin tener que pasar por lo que ellos llamaban “el tren subterráneo al cielo”, que era la tumba; si teníamos que sostenernos en pie y ser trasladados sin ver la muerte, teníamos que alcanzar el estado de santificación, estar tan totalmente libres de pecado que tuviéramos carne santificada; y Ellen White toca ese tema. {2SM 32.1}

Mis queridos amigos, ¿por qué es que existen esta clase de esfuerzos para explicar cómo podemos ser, en nosotros mismos, suficientemente justos como para sostenernos en pie sin un Intercesor después del cierre del período de gracia? Les diré por qué. Recuerdo muy bien; fue en clase de Biblia en la Academia. Dios sea misericordioso con él; estaba haciendo lo mejor que podía. Era mi profesor de Biblia, y me estaba enseñando lo que probablemente le habían enseñado a él; y ese día se levantó, y dijo, “Bueno, voy a explicarles de qué forma somos justificados y de qué forma somos santificados; y tengo que explicarles la diferencia entre justicia imputada e impartida”. Dios misericordioso, alguno de ustedes, sentados aquí podrá identificarse con esta clase sobre la Biblia que tuve cuando era estudiante en la Academia porque ustedes probablemente tuvieron la misma clase. Entonces procedió a ir a la pizarra. Todavía puedo verlo, todavía puedo verlo; y dibujó un rectángulo en la pizarra, y esta línea de aquí era la conversión; era una especie de línea del tiempo. Bosquejó un hombrecito aquí abajo y dijo, “Esos somos nosotros, esos somos nosotros”, y dibujó una cruz aquí abajo. Por aquí en este extremo, dibujó otra línea y ésa es la segunda venida. Pero después retrocedió un poco y dibujó otra línea aquí y dijo, “Éste es el cierre del tiempo de gracia”. Luego procedió a decirnos esto: “Cuando vamos a Cristo y somos convertidos, Dios nos imputa la rectitud de Cristo, y eso nos protege. Somos pecadores, pero cuando aceptamos la justicia de Cristo por la fe, ésta nos es imputada y es la que se conforma a la norma por nosotros…” Y esta línea de arriba era la norma a la que había que conformarse para que fuésemos justificados. ¿Sí? Entonces, llevó su tiza hacia esta esquina de abajo y dijo, “Comenzamos, entonces, la vida santificada”, y empezó a hacer algo como esto, una especie de línea irregular, no exactamente una escalera, pero como algo que bajaba y subía, y tenía una tendencia ascendente; y dijo, “No sólo recibimos justicia imputada, sino que también recibimos justicia impartida”, y dijo, “Cuanto más crecemos en nuestra experiencia cristiana, tanto más nos asemejamos a Cristo, y tenemos más y más rectitud impartida”, y luego dijo, “Y menos y menos justicia imputada necesitamos para conformarnos a la norma”.

Por cierto, esto es herejía mortal, pero necesito explicárselo a ustedes.

“Cuanta más y más justicia impartida, tanto más santificados estamos, menos y menos justicia imputada necesitamos para ser”, ¿qué? “…justificados”, y luego dijo, “Lo que es muy importante que todos reconozcamos es que cuando el tiempo de gracia se cierre, Jesús ya no va a ser nuestro Intercesor, y entonces debemos tener suficiente justicia en nosotros para sostenernos en pie, justos, delante de Dios sin un Intercesor, y así es que esta línea tiene que alcanzar este punto para que todos tengamos la justicia impartida y ya no necesitemos justicia imputada, porque ya no habrá más justicia para sernos imputada cuando Cristo cese en Su papel mediador”.

Ahora, Dios sea misericordioso, a algunos de ustedes en esta sala probablemente les han enseñado eso, y si consciente o inconscientemente lo han aceptado, sepan por favor que es herejía mortal. ¿Qué es? Es herejía mortal, oh, mis queridos amigos, por varias razones. ¿Cuáles son?

Antes que nada, ¿pueden poner una línea acá arriba para marcar la norma a la que nos tenemos que conformar para ser justificados? ¿Cuál es esa norma? Es una norma infinita, ¿y pueden ustedes medir lo infinito? No. Lo que se requiere es la justicia de Dios para justificarnos. Entonces, esa es sólo una de las fallas con la que podemos empezar. Pueden poner flechas aquí que van hacia arriba indefinidamente ¿de acuerdo? La única justicia que se conformará a esa norma es la justicia ¿de quién? …la justicia de Jesucristo, libremente imputada a nosotros.

Por favor entiendan el segundo error fatal. La santificación no tiene nada que ver con obtener la justificación. Quiero repetir esto. La santificación no tiene nada que ver ¿con qué? …con obtener la justificación. Hebreos 10:14 “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a”, ¿quiénes? “…a los santificados”. ¿Qué es lo que hace que obtengamos la justificación? Es una ofrenda; ¿y por cuánto tiempo nos hace perfectos esa única ofrenda? Vamos, ¿por cuánto tiempo? ¡Para siempre! Aunque la santificación, sin embargo, no tiene nada que ver con obtener la justificación, tiene mucho que ver con mantener la justificación. ¿Van comprendiendo lo que estoy diciendo? {Sí} Nuestra obediencia fortalecida por el Espíritu, motivada por el amor, no se granjea la justificación, pero es necesaria para mantener la justificación. ¿Por qué? Porque “la fe sin obras está”, ¿cómo? “está muerta”. {St 2:26} Sólo somos justificados por la fe en la justicia de Cristo, pero la fe en la justicia de Cristo siempre se evidenciará en una vida santificada de obediencia motivada por el amor. ¿Amén?

Pongámoslo de esta manera: somos justificados por la fe, no por las obras; pero la fe que justifica siempre obra. ¿Amén? Si no hay obras, no hay fe, y si no hay fe, no hay justicia por la fe. Pero esta vida santificada no nos hace obtener la justificación. No es justicia imputada más justicia impartida, porque en realidad la vida santificada no es nuestra como para que por ello seamos justificados y tengamos derecho al cielo. Es nuestra para que podamos ser santificados y lograr aptitud para el cielo. Es para un propósito totalmente diferente ¿recuerdan ese estudio? La vida santificada no tiene por fin el que podamos ganar la vida eterna. La vida santificada tiene por fin que podamos disfrutarla cuando la heredemos como un regalo gratuito, que ha sido ganado para nosotros por Jesucristo. ¿Estamos de acuerdo en esto? ¿Comprenden lo que estoy diciendo? Entonces, superponer la santificación a la justificación es absolutamente falaz y erróneo. Es un programa diferente. No es parte de lo que nos justifica… y nos da derecho al cielo; es parte de lo que nos santifica y nos hace aptos para el cielo. Es diferente. ¿De acuerdo?

Más aún, incluso esta justicia impartida, que es crucial, sólo es aceptable en el contexto de la justicia imputada. Recuerden, al obedecer a Dios y ofrecerle nuestra oración y nuestra alabanza, cuando éstas pasan por los canales corruptos de nuestra humanidad, están ¿cómo? Están tan contaminadas a menos que, a menos que sean purificadas por la sangre, nunca pueden ser de valor para Dios. {1SM 344.2} ¿Recuerdan esa mención? A ella {a nuestra alabanza} debe agregársele la justicia de Cristo. Entonces, incluso la justicia impartida sólo es aceptable al tener imputada la justicia de Cristo y agregada Su sangre para limpiarla. Por lo tanto, ésta {la santificación} no puede ser ni siquiera una parte de lo que hace que obtengamos nuestra justificación. ¿Estamos de acuerdo en esto?

Pero lo peor en relación a esta herejía mortal es que necesita una de dos cosas: desesperación o autodecepción. ¿Qué quiero decir? Bien, mis queridos amigos, a medida que crecemos en nuestra experiencia cristiana, a medida que conocemos mejor y mejor la infinita justicia del carácter de Cristo, vemos en nosotros mismos más y más ¿qué? …imperfecciones, deficiencias, y si pensamos, si pensamos que debemos tener dentro nuestro una justicia que nos permitirá sostenernos en pie, justos, a los ojos de Dios, y aún así cuanto más nos acercamos a Cristo, más pecadores, falibles, deficientes, imperfectos nos vemos, ¿qué vamos a hacer? O vamos a la desesperación -y muchísima gente lo hace- de hecho, conozco a algunos que realmente se han suicidado.

Saben, compartí este seminario no muy lejos de aquí, no hace mucho, y después de uno de estos estudios, una santa querida de cabellos plateados se me acercó con lágrimas rodando por sus mejillas, y me dijo, “Oh, ojalá mi esposo hubiera podido escuchar este estudio”, y la rodeé con mi brazo y le dije, “Hermana, ¿qué quieres decir?” Y dijo, “Él era tan escrupuloso. Ansiaba tanto tener la justicia que lo hiciera justo a los ojos de Dios en su propia vida, y creía que debía tenerla antes del cierre del tiempo de gracia, y lo intentó tan intensamente, y un día entré a la cochera, y lo encontré colgando de las vigas.” Esto es herejía mortal, hermano, hermana. Porque aquéllos que son escrupulosos y honestos, cuando miran dentro de sí mismos, ¿ven una justicia que los sostendrá en pie, justos, a la vista de Dios? ¿La ven? No, ¿y entonces qué hacen? Se desesperan.

Ahora bien, no todos se suicidan, obviamente, pero muchos de ellos dicen “Me voy de aquí; olvídenlo, nunca la voy a tener. Ni siquiera vale la pena intentarlo”. O la otra alternativa es decepcionarse a sí mismos, y engañarse a sí mismos pensando, “Sí, estás haciendo todo bien. De hecho, eres rico y tienes abundancia de bienes y de ninguna cosa tienes necesidad”. {Apoc 3:17}

Pero, mis queridos amigos, por favor comprendan que no tenemos que elegir ninguna de esas alternativas, y el evangelio nos permite ser enteramente honestos con respecto a nuestras deficiencias, y al mismo tiempo mantener la esperanza porque somos justos a la vista de Dios, no sobre la base de lo que somos en nosotros mismos, sino sobre la base de lo que somos en Cristo. ¿Escucho un “amén”? {Amén}

Mientras nos estemos dirigiendo firmemente hacia la marca, y por el amor de Cristo, tratando de caminar en la luz que tenemos al máximo de nuestra capacidad, y no deseando pecado conocido, la justicia de Cristo nos cubre y Dios no ve nuestras imperfecciones, Él ve el carácter infinitamente perfecto de Cristo. ¿Amén? {Amén} Eso les da coraje para continuar, y al mismo tiempo ser honestos con respecto a sus deficiencias. ¿Tiene sentido? ¿Comprenden lo que estoy tratando de explicar? Oh, ruego por que esté claro.

Por favor, comprendan que esta batalla contra el pecado innato, por el amor de Cristo, podemos aprender a librarla y ganarla en forma coherente. Claro que podemos, debemos, llegar al punto en el que preferiríamos ¿qué? …morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios. {5T 53.2} y cuando Dios tiene un pueblo que está tan apegado a la verdad que preferiría morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios, Él puede cesar en Su alto ministerio sacerdotal. ¿Por qué está todavía allí? Porque todavía Su pueblo, debido a la falta de vigilancia y oración, es sorprendido con la guardia baja y tropieza y cae y peca.

Pero, alabado sea Dios, si pecamos ¿qué tenemos? Tenemos un Mediador ante el Padre {1 Juan 2:1}, y podemos llevar ese pecado a Cristo; y mientras Él sea nuestro Sumo Sacerdote, Él puede perdonarnos; y Él lleva ese pecado al santuario, y no puedo dar más explicación de lo que sucede allá, pero ustedes entienden el proceso por el cual se maneja eso finalmente -siendo colocado sobre la cabeza del chivo expiatorio- {Lev 16} pero ése no es el tópico de este estudio. Pero, mis queridos amigos, debemos llegar al punto en el que preferiríamos ¿qué? …morir antes que pecar y transgredir a sabiendas la ley de Dios, por el amor de Cristo, en ningún dominio, ni siquiera en el reino de nuestros pensamientos; porque está llegando el momento en que Cristo debe cesar en Su alto ministerio sacerdotal, y Él ya no estará allí para escuchar la confesión del pecado intencional. Ésa es la razón por la cual debemos llegar al punto en que preferiríamos morir antes que pecar intencionalmente. ¿Amén?

Pero la pregunta es, cuando Jesús cesa en Su alto ministerio sacerdotal, ¿recupera las vestiduras de la justicia? {No} Ven, esta herejía mortal aquí, sugeriría que la vestidura de la justicia es un préstamo que obtienes cuando eres convertido y es tuya hasta que tengas suficiente en ti, y no la necesites más; y al cierre del tiempo de gracia, esas vestiduras van a ser recuperadas; y si no tienes suficiente en ti, estás en un gran problema. Mis queridos amigos, eso es herejía mortal. La vestidura de la justicia de Cristo no está a préstamo, está en custodia. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Está en custodia, ¿pero quién es el único que tiene derecho a custodiarla? “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre…” {Heb 10:14} Podemos conservar esa vestidura de justicia ¿por cuánto tiempo? Para siempre. “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre”, ¿a quiénes? “…a los santificados”. Es tuya para que la conserves mientras estés en el proceso ¿de qué? …de ser santificado. ¿Amén?

O regresar a la otra forma en que vinculábamos esos dos aspectos, imputada e impartida, justificación y santificación, juntos. Recuerden, considerábamos el nombre de Cristo. Él es ¿qué? …el Señor nuestra Justicia, {Jer 23:6} y Él seguirá siendo nuestra justicia mientras permanezcamos sometidos a Su Señorío. ¿Me siguen? Mientras permanezcamos sometidos a Su Señorío, podemos estar cubiertos por Su justicia. Pero si elegimos rechazar y rebelarnos contra Su Señorío, entonces perdemos el derecho a Su justicia. Ya ven, la justicia no cubre ningún pecado deseado. {7BC 931.1} ¿Ningún qué? …ningún pecado deseado.

Pero cubre, gracias a Dios, todas nuestras deficiencias inevitables, {3SM 196.1} y cubre el pecado innato. ¿Escuché un “amén”? {Amén} No cubre el pecado deseado, {COL 316.2} pero, gracias a Dios, cubre todas nuestras deficiencias inevitables, una de las cuales es el pecado innato. ¿Podemos alguno de nosotros hacer algo acerca del hecho de que tenemos pecado innato? ¿Podemos? ¿Podemos hacer algo acerca de esa deficiencia? No, no podemos, y gracias a Dios podremos triunfar sobre él en la fuerza de Cristo -porque podemos triunfar sobre él en la fuerza de Cristo- pero no podemos librarnos de él. Podemos impedirle que reine, pero no podemos impedirle que permanezca. ¿Me explico? Entonces su presencia permanente es una deficiencia inevitable. Pero, alabado sea Dios, hay previsión para cubrir esa presencia de pecado que permanece, mientras nosotros, por la gracia de Dios, estemos triunfando sobre él. Esto es lo que Pablo dice en Romanos 8:1 “Ahora, pues”, ¿qué? “…no hay condenación para los que”, ¿qué más? “están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Ven, cuando elegimos vencer los deseos de la carne, y rehusamos satisfacerlos, no hay condenación por la presencia que permanece. ¿Tiene sentido? Porque está cubierta por la sangre y por la justicia de Cristo Jesús.

Ahora, ¿cómo aunamos todo esto? Por favor, comprendan que la condición que debemos alcanzar, por la gracia de Dios y por el amor de Cristo, para el cierre del tiempo de gracia, no es un estado de ausencia de pecado. Es un estado de lealtad hacia Dios motivada por el amor que nos llevaría al punto en que preferiríamos morir antes que pecar a sabiendas. ¿Me siguen? Preferiríamos morir antes que ¿qué? …pecar a sabiendas.

A propósito, ¿es que va a haber una prueba para demostrar si hemos llegado a ese punto o no? Sí, la hay; está en el cuarto mandamiento, y habrá una pena de muerte unida al mantenimiento del cuarto mandamiento. {LDE 258.3} Así de claro -y esto es enteramente bíblico{Rev 13:15},, mis queridos amigos. No tenemos tiempo para desarrollarlo. Pero claramente entonces, si vamos a estar listos para el cierre del tiempo de gracia y el cese del alto ministerio sacerdotal de Jesucristo, debemos llegar al punto en el que preferiríamos morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios, por el amor de Cristo. ¿Sí? Pero esto no es sinónimo de ausencia de pecado, porque todavía tenemos ¿qué? …pecado innato.

Ahora, quiero dejar esto bien claro. Vayamos a la página 47, allí arriba, My Life Today, página 52 (del original en inglés). Vamos a trabajar rápido aquí. “Si batallas contra la naturaleza humana egoísta, avanzarás en el trabajo de superar las tendencias hereditarias y cultivadas hacia el mal”. Por favor, noten, si nosotros “batallamos contra la naturaleza humana egoísta”, ¿sobre qué triunfaremos? “…sobre las tendencia hereditarias y cultivadas hacia el mal”. ¿Por cuánto tiempo tendremos que luchar con las tendencia hereditarias y cultivadas hacia el mal? Consejos a los Maestros, página 20 (del original en inglés): “Hay tendencias hereditarias y cultivadas hacia el mal que deben ser doblegadas. El apetito y la pasión deben ser puestos bajo el control del Espíritu Santo. No hay fin en la guerra de este lado de la eternidad”. ¿De acuerdo? No hay fin en la guerra contra las tendencias heredadas y cultivadas de este lado de ¿dónde? …de la eternidad. ¿Cuándo comienza la eternidad? Cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad {1 Cor 15:53}, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, hasta entonces, ¿existe una guerra contra qué? …las tendencia hereditarias y cultivadas.

Sigo leyendo: “Pero si bien hay constantes batallas que librar, también hay preciosas victorias que ganar, y el triunfo sobre el yo y el pecado es de mayor valor que lo que la mente puede estimar”. Ahora bien, la razón de esto, mis queridos amigos, es que no tenemos carne santificada hasta la glorificación. Es por eso que no hay fin en la guerra. Todavía tenemos esta carne que es corrupta, que no está santificada, que tiene esta tendencia hacia el mal, esta perturbación moral llamada corrupción, debido a que está infectada con egoísmo. ¿Sí?

Mensajes Selectos, Volumen 2, página 32 (del original en inglés): “La enseñanza que se da en relación a lo que se denomina “carne santificada” es un error. Todos pueden ahora obtener corazones sagrados, pero no es correcto decir en esta vida que se tiene carne santificada”. ¿Hay alguna diferencia? Ciertamente la hay. Sigo leyendo: “El apóstol Pablo declara, ‘Yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien’. {Rom 7:18} A aquéllos que han tratado tan duramente de obtener por la fe la así llamada carne santificada, yo les diría, ‘No pueden conseguirla. Ningún alma de entre ustedes tiene carne santificada ahora. Ningún ser humano en la tierra tiene carne santificada. Es un imposible…’ Cuando los seres humanos reciban carne santificada, no permanecerán en la tierra, sino que serán llevados al Cielo. Si bien es cierto que el pecado es perdonado en esta vida, sus resultados no son ahora suprimidos por completo. Es a Su venida que Cristo ‘cambiará nuestro cuerpo vil, el que podrá ser semejante a Su glorioso cuerpo'”. ¿De acuerdo? No habrá carne santificada ¿hasta cuándo? …hasta la glorificación, hasta que este cuerpo vil sea cambiado “y sea semejante a Su glorioso cuerpo”. {Flp 3:21}

Fíjense en la siguiente enunciación. Signs of the Times, 23 de Marzo, 1888: “No podemos decir, ‘estoy sin pecado’, hasta que este cuerpo vil sea cambiado y se asemeje a Su glorioso cuerpo”. Está bastante claro ¿no? Por favor, dense cuenta, éste no es un asunto de modestia… humildad. “Sabemos que estamos sin pecado, pero nunca lo diríamos porque sería bastante inapropiado”. Si fuera un asunto de humildad y modestia, ella diría, “No debemos decir que estamos sin pecado”; en cambio dice ¿qué? “No podemos decir”. Mis queridos amigos, por favor, dense cuenta, nosotros ¿qué? “No podemos decir, ‘estoy sin pecado’ hasta que este cuerpo vil sea cambiado y se asemeje a Su glorioso cuerpo”. ¿Por qué? Porque aunque podemos, por la gracia de Dios, llegar al punto en que preferiríamos morir antes que pecar a sabiendas, todavía tenemos ¿qué? …pecado innato. ¿De acuerdo? Todavía permanece.

Ahora, por favor fíjense, Hechos de los Apóstoles, 561 (del original en inglés), “Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió haber vivido sin pecado. Hombres que han vivido lo más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus vidas antes que cometer a sabiendas un acto pecaminoso…” Pausemos. Ésa es la condición que debemos alcanzar; eso es lo que significa estar sellado… ¿De acuerdo? …entonces, establecidos en la verdad preferiríamos ¿qué? …morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios. Volvamos a nuestro enunciado: “Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió haber vivido sin pecado. Hombres que han vivido lo más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus vidas antes que cometer a sabiendas un acto pecaminoso, hombres a quienes Dios honró con divina luz y poder, confesaron su naturaleza”, ¿qué? Su naturaleza ¿qué? “…su naturaleza pecadora”. “Confesaron su naturaleza pecadora”. Preferían morir antes que pecar, y aún así confesaron su naturaleza pecadora. Sigo leyendo: “No pusieron su confianza en la carne, no pretendieron tener una justicia propia, sino que confiaron plenamente en la justicia de Cristo”. ¿Amén? {Amén} “Así será con todos los que contemplen a Cristo. Cuanto más nos acerquemos a Jesús, y cuanto más claramente podamos discernir la pureza de Su carácter, tanto más claramente veremos la extraordinaria gravedad del pecado, y tanto menos nos sentiremos tentados de exaltarnos a nosotros mismos. Habrá un continuo esfuerzo del alma por acercarse a Dios, una continua, ferviente, desgarradora confesión del pecado y humillación del corazón ante Él. Con cada paso que avancemos en nuestra experiencia cristiana nuestro arrepentimiento será más profundo”. Oh, ese es un pensamiento profundo. “Conoceremos que la suficiencia sólo se encuentra en Cristo y haremos nuestra la confesión del apóstol: ¿Cuál es? “Yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora”, ¿qué? “…el bien”. {Rom 7:18} “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. {Gál 6:14} Mis queridos amigos, ¿cuántos de nosotros tenemos que hacer esa confesión? ¡Todos nosotros! No mora el bien, es decir, en mi carne, y dependo exclusivamente de la justicia de Cristo.

¿Y en cuanto a la experiencia de Daniel? Un profeta, un piadoso profeta, un hombre de cuya vida las Escrituras no registran falla alguna, ¿qué confesó? Después de haber tenido un atisbo, una visión de la refulgencia de la gloria de Dios ¿qué confesó? Daniel 10:8, versión Reina Valera 1960: “Quedé pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí; antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno”. “Mi fuerza”, ¿de qué está hablando aquí? Escuchen: Reflejando a Cristo, página 90 (del original en inglés), “‘Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión… Y no quedó fuerza en mí; antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento’. …Todos los que sean verdaderamente santificados tendrán una experiencia similar. Cuanto más claras sean sus visiones de la grandeza, la gloria y la perfección de Cristo, más vívidamente verán su propia debilidad e imperfección. No tendrán disposición para proclamar un carácter sin pecado; ya que lo que les ha parecido correcto y fuerte en ellos, en contraste con la pureza y gloria de Cristo, les parecerá sin valor y corruptible”. ¿Escuchan y comprenden lo que quiso decir cuando expresó, “Toda mi fuerza se cambió en desfallecimiento”? Sigo leyendo: “Es cuando los hombres están separados de Dios, cuando tienen muy opacas visiones de Cristo, que ellos dicen, ‘Estoy sin pecado, estoy santificado'”; y podría agregar, “Yo soy rico y me he enriquecido y de ninguna cosa tengo necesidad”. {Apoc 3:17} Ven, mis queridos amigos, si cuanto más nos acercamos a Cristo, más pecadores nos vemos, ¿qué nos dice eso sobre un pueblo que piensa que es “rico y se ha enriquecido y de ninguna cosa tiene necesidad”? ¿Qué nos dice acerca de ese pueblo? Que está muy lejos de Jesucristo. Dios nos ayude; ¿escucho un “amén”? {Amén} Dios nos ayude, hermano, hermana.

Señales de los Tiempos, 23 de Marzo, 1888: “A medida que tengamos visiones más claras de la pureza inmaculada e infinita de Cristo…” ¿Qué clase de pureza? “…pureza infinita.” “…nos sentiremos como Daniel cuando contempló la gloria del Señor y dijo, ‘Mi fuerza se cambió en desfallecimiento’. {Dan 10:8} No podemos decir, ‘estoy sin pecado’ hasta que este cuerpo vil sea semejante a Su glorioso cuerpo. Pero si constantemente buscamos seguir a Jesús, es nuestra bendita esperanza el estar de pie frente al trono de Dios sin mancha, ni arruga, ni cosa similar, completos”, ¿dónde? “…en Cristo, envueltos”, ¿en qué? “en Su justicia y perfección”. Mis queridos amigos, cuando estemos de pie frente a Dios, ¿nos envolveremos en qué? …en la justicia de Cristo. Eso es lo que nos da infinito mérito para la eternidad. Es la justicia de Cristo la que nos eleva en la esfera del valor moral, valor moral con Dios; y que conservaremos para siempre. {ST, Aug 7, 1879 par. 8} ¿Amén? “Porque con una sola ofrenda, Él hizo perfectos”, ¿por cuánto tiempo? “…para siempre a los santificados”. {Heb 10:14} Esa vestidura no está a préstamo; ¡está en custodia! Si nos comprometemos total e irrevocablemente con la vida santificada y sometida al Señorío de Cristo, conservaremos esa vestidura a través de las infinitas edades de la eternidad, …infinitas edades de la eternidad.

Ahora, hemos llegado al punto en que quiero aunar todo esto, y se nos está acabando el tiempo. Entonces ¿qué es lo que vamos a tener que hacer? Vamos a tener que continuar con esto mañana a la noche. Mis queridos amigos, es necesario que regresen porque esto es muy importante.

Vean, quiero considerar con ustedes lo último que hace Jesús como nuestro Sumo Sacerdote. Está registrado en Apocalipsis 22:11. ¿Qué es lo que Él dice? Él decreta, Él declara el irrevocable veredicto para todo ser humano sobre la faz de la tierra con esta notable manifestación. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. Dios no permita que tal veredicto deba serle aplicado a alguno en esta sala. ¡Dios no permita! Quiera Dios que sea el siguiente veredicto el que pronuncie en el caso de ustedes. “El que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Hemos pasado por alto, mis queridos amigos, el profundo significado de esos veredictos. Realmente tenemos que examinar eso más de cerca, y comprender qué es lo que sucede allí. Esa es la razón por la que deben regresar mañana a la noche. ¿Regresarán mañana a la noche? Pongámonos de pie para la oración de cierre.

Padre nuestro que estás en los cielos, te agradezco tantísimo por ayudarnos a caminar a través de este campo minado teológico, y conservarnos fuera de ambas cunetas, la cuneta del legalismo y la cuneta de la gracia barata. Padre, por favor ayúdanos a reconocer que, sin embargo, por el amor de Cristo, debemos llegar al punto en el que preferiríamos morir antes que transgredir a sabiendas Tu ley, antes del cierre del tiempo de gracia, debemos convertirnos en tan expertos luchadores que tengamos a ese viejo hombre inmovilizado contra el piso, en una llave mortal, y no lo dejemos salirse con la suya por nada. Pero Señor, ayúdanos a reconocer que incluso habiendo llegado a esa experiencia, no por eso estaremos sin pecado. No podemos decir, “Estoy sin pecado”, hasta la glorificación, hasta que este cuerpo vil sea cambiado y se asemeje a Su glorioso cuerpo. Por eso es que en todo el camino hacia la corona, tenemos que ser luchadores. Pero ayúdanos a comprender cómo es que está cubierta la presencia que permanece, incluso después del cierre del tiempo de gracia. Tráenos nuevamente mañana a la noche pues debemos llegar a comprender esto, es mi plegaria en el nombre de Jesús. Amén. Dios los bendiga, amigos. Muchísimas gracias por su amable atención.

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