Esta lección no esta completada en pdf. ¿Te gustaría ayudarnos? Estamos trabajando en este proyecto.

Aquí puede descargar la lección en pdf.

Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.

Buenas noches, queridos amigos. Qué bueno verlos esta noche. Gracias por venir para otra sesión en nuestro estudio diligente de la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos -¿y cuál es?- “la construcción del carácter”. El tema de esta noche es un desafío. Es la segunda parte del estudio titulado “Practique la Justicia Todavía”; {Apoc 22:11} y nos tomaremos un tiempo adicional en virtud de la dinámica de este grupo particular y preguntas que han surgido, y gracias a la guía del Espíritu Santo. Nos vamos a tomar un tiempo adicional para considerar un tema muy controversial. ¿Recuerdan cuál es? Estamos considerando la condición que el pueblo de Dios, por la gracia, debe alcanzar si va a sostenerse en pie sin un Intercesor. Estamos viendo el período de tiempo entre el cierre del tiempo de gracia y la glorificación, y como comentamos ayer a la noche, estamos a punto de atravesar un campo minado teológico. No es una tarea fácil, mis queridos amigos, y tenemos que proceder muy, muy cautelosamente, adhiriéndonos muy, muy estrechamente a “lo que dice el Señor” sobre este tópico. ¿Escucho un “amén”? {Amén} No me apartaré más que unos segundos de lo que la inspiración tiene para decir, y lo que diré sólo será una ponderación con ustedes de lo que la inspiración tiene para decir. Ven, esta noche hablo con autoridad sobre este tema precisamente, hasta cierto punto, porque no soy el autor de mis palabras, sino que lo es Jesús; y ésa es, por cierto, la única base sobre la cual cualquiera de nosotros puede hablar con autoridad. Él debe ser el autor de nuestro mensaje, de nuestras palabras, y siento tanto la carga de presentar correctamente la verdad esta noche, que voy a compartir con ustedes más sobre las Escrituras y el Espíritu de Profecía de lo que probablemente lo haga en cualquier otro estudio. No me voy a alejar mucho de lo “que dijo el Señor” sobre este tema. No me atrevería; es demasiado crucial y demasiado controversial, y quiero exponer un poco mi alma aquí. Estoy de pie frente a ustedes con temor y temblando porque estoy abrumado por la responsabilidad que tengo de representar correctamente a mi Señor que es la Verdad; y abordo cada uno de estos estudios con ferviente plegaria, no sólo en mi nombre, sino que tengo hermanos y hermanas que están orando por mí, y dependo desesperadamente de la guía y el poder del Espíritu Santo, cuando compartimos estos estudios cada noche -pero esta noche mi dependencia es especialmente desesperada. Dios me libre, mis queridos amigos, de distorsionar la verdad. Ese es mi mayor temor. Jesús es la Verdad; Dios me libre de desvirtuar a mi Señor. Pero la segunda razón por la que temo desvirtuar la verdad es que si lo hago, es altamente probable que alguien resulte desorientado, mal encaminado, y pueda perder su rumbo, y esa perspectiva es también muy aterradora. Sólo estoy exponiendo mi alma ante ustedes. Quiero que ustedes, mientras oramos, sientan un poco cuán fervientemente necesito que oren por mí, y cuán fervientemente deseo la efusión del Espíritu Santo. ¿Orarían por mí, mientras lo hacen por ustedes, antes de proseguir? Arrodillémonos un momento. Padre nuestro que estás en los cielos, en el nombre de Jesucristo, el Señor nuestra Justicia, vengo con valentía, no porque me considere digno sino porque digno es el Cordero que fue inmolado. Lavado en Su sangre y vestido con Su vellón inmaculado, soy aceptado en el Amado, y me regocijo en el acceso infinitamente costoso que nos has proporcionado para que podamos llegar a Tu Presencia. Vengo en mi nombre, y vengo en el nombre de mis hermanos y hermanas por la sangre derramada, a pedir que Tú derrames con tu gracia sobre nosotros el Espíritu Santo esta noche. Lo necesitamos, mientras estudiamos diligentemente la verdad, una verdad vital que se discierne espiritualmente, la capacidad sobrenatural de dividir correctamente la Palabra de Verdad. En especial tengo necesidad de ese Espíritu mientras me adentro en el estudio de Tu Palabra. Señor Dios, por el amor de Cristo y por el bien de Su pueblo, por favor dígnate hacer uso de mí, a pesar de ser un vehículo terrenal. Permíteme ser un canal de la bendición de la verdad. Guía y dirige mis pensamientos y palabras. Diga yo lo que Tú quieres que diga, nada más, nada menos; y por favor, Padre, ayúdame a amar lo suficiente a mis hermanos y hermanas como para decir cosas que incluso puedan causar resentimiento hacia mí. Si necesitan ser advertidos, Padre adviértelos a través de mí. Si necesitan ser exhortados, alentados, hazlo a través de mí. Si necesitan ser corregidos e incluso reprendidos, por favor hazlo a través de mí, por su bien y por el amor de Cristo, y ayúdanos a darnos cuenta que Tú castigas porque Tú amas, y ruego por que Tu amor se evidencie incluso si debo dar una reprimenda en Tu nombre. Por favor Señor, por el Espíritu, toma completa posesión de este cuerpo que es Tu templo, y úsalo de forma que Tu gloria pueda brillar a través suyo, y Tu verdad pueda ser proclamada. Concédenos esta oración, pues te lo pido en el nombre de Jesús. Amén. La razón por la que hay mucha confusión entre nosotros como pueblo sobre este tema controversial con respecto a la condición que los redimidos deben, por la gracia de Dios, alcanzar si van a estar en condiciones de atravesar el tiempo de la angustia de Jacob sin un Intercesor, la razón por la cual hay tanta confusión en esto es que hay algunas interpretaciones del evangelio muy erróneas y distorsionadas, y compartimos aquélla con ustedes, ¿recuerdan? -el rectángulo. Cuando en la conversión, lo que se requiere para conformarnos a la norma nos es imputado, pero luego en la vida santificada, la justicia nos es impartida, y crecemos y crecemos y crecemos, y la teoría es que cuanta más impartida obtenemos, tanto menos imputada necesitamos. Dios misericordioso, a algunos de ustedes les enseñaron esto, como me lo enseñaron a mí, y esto ha distorsionado terriblemente su comprensión, y el razonamiento es que cuando Cristo cierre el tiempo de gracia, y ya no interceda por nosotros, debemos tener suficiente justicia en nosotros como para sostenernos en pie justos frente a Dios. Aunque esto no me lo dijeron, es casi como si la vestidura de la justicia imputada de Cristo estuviera a préstamo. Te es dada hasta que tú y el Espíritu Santo puedan conseguir la suficiente para ti, o, por lo menos, en ti, como para que no necesites que te sea imputada -toda te ha sido impartida– herejía mortal, herejía mortal, y esto inevitablemente aleja tu foco de ¿quién?…de Jesucristo, y te enfoca ¿dónde? …en ti mismo; y mis queridos amigos, es a causa de este evangelio básica y fundamentalmente falso que tenemos sutiles variaciones en lo que se denomina el “movimiento de la carne santificada”. Nadie ya la denomina “carne santificada”, pero hay quienes insisten en que, al cierre del tiempo de gracia, debemos estar con tal ausencia de pecado que ya no necesitemos justicia imputada, porque tendremos suficiente en nosotros mismos como para sostenernos en pie justos ante Dios; y, mis hermanos y hermanas, quiero que se den cuenta de que aunque debemos, por la gracia de Dios, antes del cierre del tiempo de gracia, aprender a ser vencedores, y por cierto llegar al punto en que, por el amor de Cristo, antes preferiríamos ¿qué?…morir que pecar, incluso ¿dónde?…en la intimidad de nuestra mente. Aunque podemos y debemos llegar a esa experiencia, eso no significa que por esa razón estamos sin pecado, ¿no es cierto? …porque todavía tenemos ¿qué? “…pecado innato”, para usar la terminología de la inspiración. Recuerden, “De la cruz a la corona, existe una lucha con”, ¿qué? “el pecado innato”. {RH Nov 29, 1887} -cruz, conversión; corona, glorificación, la que viene después del cierre del tiempo de gracia. Entonces, aunque no estemos pecando, todavía somos pecadores por naturaleza, y es por eso que debemos tener justicia imputada incluso después del cierre del tiempo de gracia. ¿La tenemos? Insisto en que sí. Volvamos al texto en el que estábamos en el estudio de anoche, pero que no pudimos tocar más que para referirnos a él. Se encuentra en la página 48, por la mitad; es Apocalipsis 22:11-12. Este veredicto final contiene tan profunda verdad que es pronunciado en relación a todos los seres humanos sobre la faz del planeta tierra, ¿por quién? …por Jesucristo; y sepan por favor, mis queridos amigos, que esto es lo último que Él hace como nuestro Mediador, Intercesor y Sacerdote. Este veredicto es lo que culmina el juicio investigador. Después que Él pronuncia este veredicto, deja a un lado Sus vestiduras sacerdotales, se viste con Sus vestiduras reales, y se prepara a venir y llevarnos a casa. ¿Cuál es el veredicto? Es doble; es muy interesante. No sólo hay un veredicto para los justos, sino que también hay un veredicto para los injustos. Pero cada uno de los veredictos, para los justos y para los injustos, tiene dos aspectos. Adviertan esto, y consideren su significado conmigo. “El que es injusto, sea”, ¿qué? “injusto todavía”; y ¿cuál es el segundo aspecto de este terrible veredicto? “El que es inmundo, sea inmundo todavía”. Entonces ¿qué es lo que tenemos aquí? Aquí tenemos, mis queridos amigos, la irrevocable concesión del derecho al infierno, combinada con la irrevocable declaración de la idoneidad para el infierno. ¿Escuchan un lenguaje familiar? -derecho e idoneidad. Ahora bien, en este punto, sólo hemos pensado en términos de derecho e idoneidad para el cielo, pero debo insistir en que también existe derecho e idoneidad para el infierno. ¿De acuerdo? Bien, Jesús, se los aseguro, detesta pronunciar este veredicto, y si piensan que Él siente placer en hacerlo, por favor piensen otra vez, y por favor miren la cruz, y consideren lo que Él ha hecho para no tener que pronunciar tal veredicto sobre nadie. Tomó la copa de la cólera y la bebió hasta el fondo, para que ustedes y yo no tengamos que hacerlo. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Podemos beber la copa de la vida, abundante y eterna. Podemos beber lo que Él merecía beber porque Él bebió lo que nosotros merecíamos beber. Les aseguro que Jesús detesta pronunciar este veredicto, pero debe hacerlo. ¿Por qué? -porque debe honrar el libre albedrío de aquéllos que han insistido a toda costa en pagar el castigo por sus propios pecados; ¿y cómo es que lo han hecho? -rehusándose a dejar que Jesucristo pagara el castigo por ellos, viniendo al pie de la cruz, y recibiéndolo como su Salvador personal. ¿Ven?, la justicia de Dios, mis queridos amigos, requiere que se honre nuestra elección, y si hemos insistido en pagar el castigo por nuestros propios pecados, rehusando aceptar que Cristo pagara por ellos, entonces Dios debe honrar nuestra elección. Aunque Él deteste hacerlo, debe honrar nuestra elección, y la misma elección, prosigo, la misma elección que hizo que las personas rehusaran dejar que Cristo pagara por ellos el castigo del pecado, también es la elección de rehusarse a dejar que Cristo los libere del poder del pecado -porque recuerden, es una elección conjunta. La sangre nos libera del castigo del pecado; el agua nos libera del poder del pecado. Recuerdan eso ¿no es cierto? Esos dos aspectos de la provisión de la gracia que fluye del costado perforado de Cristo crucificado, es la que nos libera no sólo de la condenación del pecado, sino también del control por parte del pecado -no sólo de su castigo, sino también de su poder; y aquéllos que rechazan a Cristo como su Salvador no sólo están rechazando el librarse del castigo, sino también el librarse del poder. Por eso es que permanecen bajo la tiranía del pecado, del yo y de Satán, y son contaminados por el pecado. Por eso es que al final de los tiempos el doble veredicto debe ser pronunciado. “El que es injusto, sea injusto todavía. El que es,” ¿qué? “inmundo, sea inmundo todavía”. ¿Lo ven?, es porque han rechazado la elección conjunta que los hubiera liberado tanto del castigo como del poder del pecado, han terminado, por elección, no sólo con una sentencia de muerte, sino también con depravación abyecta, total; y en ese punto Dios, en misericordia, realmente, así como en justicia, los entregará a las consecuencias de su elección, que es el olvido eterno. ¿Misericordia, dicen ustedes? Sí, misericordia. ¿Por qué? -porque son absolutamente desdichados. ¿Me escuchan, amigos míos? Vean, los placeres del pecado son sólo para una ¿qué? …una temporada, y ellos han experimentado esa temporada pasajera, pero han quedado del otro lado de los placeres del pecado, y son absolutamente desdichados, y realmente es misericordioso por parte de Dios el dar fin a tan miserable existencia, así como también es justo. Por favor comprendan que todo lo que Dios hace es una hermosa combinación de justicia y misericordia. Me gusta expresarlo de esta manera: Dios es siempre justamente misericordioso y misericordiosamente justo. Ése es el Dios que conocemos. Él es siempre justamente misericordioso y misericordiosamente justo. Terrible veredicto: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. ¿Cuánto tiempo cubre el “todavía”? -para siempre. Ése es un veredicto eterno e irrevocable, mis queridos amigos. Es el decreto divino. Ésa es la declaración más importante de la autoridad más importante del universo. No hay cambio en ese veredicto. Es irrevocable y eterno. Por favor adviertan algo más en las palabras, que es muy significativo: “El que es injusto, sea injusto todavía, y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. ¿Hay algo arbitrario en este veredicto? No. “…sea…” ¿Qué es lo que finalmente está haciendo Dios? …concediéndonos la consecuencia de nuestra elección. ¿Ven eso? “Hice absolutamente todo lo que podía para hacer posible que ustedes no tuvieran que sufrir la muerte eterna por sus pecados. No hay nada más que yo hubiera podido hacer salvo forzarlos, y no haré eso, porque no violaré su libre albedrío. Pero porque han rehusado a toda costa el aceptar Mis recomendaciones, tendré que dejar que obtengan lo que han elegido”. “El que es injusto, sea injusto todavía, y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. Oh, mi hermano, mi hermana, no pongan a Dios en esa clase de obligación en lo que concierne a su veredicto eterno. Él tendrá que honrar su elección, si insisten en rechazar a Cristo como el Señor nuestra Justicia; y por favor recuerden que el aceptar a Cristo como nuestro Salvador significa que no sólo Lo aceptamos como nuestra justicia, por la cual podremos ser justificados, sino que también significa que Lo aceptamos como nuestro Señor, por el cual podremos ser santificados. Tú no puedes dividir a Cristo. Tú no puedes decir, “Escucha, estoy interesado en la parte de la justicia, pero no me molestes con lo del Señorío. No quiero tener que vivir la vida santificada.” ¡No puedes hacer eso! Es una elección conjunta. El mismo Dios que, a un infinito costo para Sí Mismo, hizo posible que ustedes se liberaran de la condenación del pecado por Su justicia imputada, hace posible que ustedes se liberen del control por parte del pecado por Su justicia impartida, y la misma fe que es suficiente para justificarlos será suficiente para cooperar con el Espíritu Santo para que sean santificados. Por cierto, Santiago lo expresa concisamente, “La fe sin obras está muerta”. {San 2:20} Está muerta; y eso nos lleva a la consideración del segundo veredicto. También es doble ¿verdad? “El que es justo, practique”, ¿qué? “la justicia todavía”. “El que es santo”, ¿qué? “santifíquese todavía”. ¿Qué es lo que tenemos aquí? Tenemos la irrevocable declaración del derecho al cielo: “El que es justo, practique la justicia todavía”, combinada con la irrevocable declaración de la idoneidad para el cielo: “El que es santo, santifíquese todavía”. Ven eso ¿verdad? Todo el tiempo, mis queridos amigos, justificación y santificación, desde el principio hasta el final, ¡son inseparables! ¿Escucho un “amén”? {Amén} … ¡inseparables! Dios no puede decir a nadie, “El que es justo por Mi justicia imputada practique la justicia todavía”, a menos que Él pueda también decir a la misma persona, “El que es santo por Mi justicia impartida, santifíquese todavía”. ¿Me explico? Ustedes y yo no podemos separar nunca la doble provisión de la gracia. Es una elección conjunta, y, mis amigos, por favor comprendan que la razón… Sigan esto detenidamente: la razón por la que Dios puede imputar Su justicia en forma irrevocable a estas personas es que, por su elección, han llegado al punto en que están sometidas a Su Señorío en forma irrevocable. Eso es muy importante que sea entendido; quiero repetirlo. La razón por la que Dios puede imputarnos Su justicia en forma irrevocable, y justificarnos “todavía”, para siempre, sobre la base de esa justicia imputada, es que hemos llegado al punto en que estamos sometidos al Señorío de Cristo en forma irrevocable. Recuerden, lo vimos antes, como pueblo no creemos en “una vez salvo, siempre salvo”. ¿Por qué? Precisamente porque siempre conservamos, durante todo el proceso de la salvación, nuestro libre albedrío. ¿De acuerdo? Dios jamás viola nuestro libre albedrío en el proceso de nuestra salvación. Cuando venimos al pie de la cruz y elegimos a Cristo como nuestro Salvador personal, se nos imputa Su carácter infinitamente perfecto y por ello somos justificados -justos a los ojos de Dios- no en virtud de lo que somos en nosotros mismos, sino en virtud de lo que somos en Cristo. Pero la misma fe que aceptará la justicia de Cristo, aceptará el Señorío de Cristo. Recuerden, Él es el Señor nuestra Justicia {Jer 23:6}, y en tanto elijamos permanecer sometidos a Su Señorío, permanecemos justificados por Su justicia. ¿Recuerdan nuestro texto clave en Hebreos 10:14? “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre”, a ¿quiénes? “a los santificados”. ¿Quieren ustedes ser hechos perfectos para siempre con una sola ofrenda? ¿Cuál es esa única ofrenda? Es la vida y muerte de Jesucristo, simbolizada en Su sangre. Si ustedes y yo queremos ser hechos perfectos para siempre con una sola ofrenda, debemos estar continuamente en el proceso de ¿qué? “…ser santificados”. Recuerden, en griego ése es el tiempo presente activo: siendo continuamente santificados. Ahora bien, en la medida en que progresamos en nuestra experiencia cristiana, podemos, en cualquier momento, decidir no permanecer sometidos al Señorío de Cristo, no vivir la vida santificada, ¿verdad? Somos libres para optar. Somos libres para decir en cualquier momento, “No, Señor, no quiero renunciar a ese pecado. Quiero que ese pecado reine. Quiero apegarme a ese pecado; quiero acariciar ese pecado”, y, mis queridos amigos, tenemos el poder, la libertad de hacer esa elección. Dios nunca nos quita eso, y si ustedes y yo hacemos esa elección, por favor, debemos darnos cuenta de que al elegir rechazar el Señorío de Cristo, estamos eligiendo también rechazar la justicia de Cristo, porque Él es el Señor nuestra Justicia. ¿De acuerdo? Tú no puedes dividir a Cristo. Tú no puedes decir, “Escucha, yo no quiero Tu Señorío, pero sí quiero que Tú me hagas justo todavía por Tu justicia imputada -pero no me molestes con Tu Señorío. No me hagas vivir una vida santificada, en virtud de Tu justicia impartida”. No puedes llegar a eso; no puedes hacer eso. Tú no puedes dividir a Cristo; y entonces, dado que tenemos esa opción, no es “una vez salvo, siempre salvo,” ¿cierto? Tenemos que venir al pie de la cruz diariamente, y someternos diariamente al Señor nuestra Justicia, y aceptarlo por la fe como nuestro Salvador y nuestro Redentor. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Debemos hacer esa elección diariamente, diariamente, y, mis queridos amigos, sólo cuando llegamos a ese punto, por el amor de Cristo, es que hacemos esa elección en forma irrevocable, por la que Dios puede imputarnos Su justicia de manera irrevocable. ¿Tiene sentido? Esa es precisamente la razón por la cual no podemos recibir la “reden-ción” final, “El que es justo, practique la justicia todavía”, hasta que no experimentemos la final “red-en-ción” (en nosotros mismos), “El que es santo, santifíquese todavía”. ¿Escucharon lo que acabo de decir? ¿Ven?, la palabra redención puede separarse entre guiones de diferentes maneras ¿verdad? La “reden-ción” es lo que Cristo ha hecho para liberarnos del castigo del pecado. La “red-en-ción” es lo que Él hace para liberarnos del poder del pecado. La “reden-ción” justifica, la “red-en-ción” santifica. A medida que nos volvemos más y más uno con Jesucristo, sometidos a Su Señorío, más y más somos liberados sistemática y completamente del poder del pecado. ¿De acuerdo? Esta es la vida santificada, y la vida santificada es progresiva. Crecemos de gloria en gloria, de gracia en gracia, y cada día aprendemos a someternos más y más completamente al Señorío de Jesús; y Él, guiando nuestro estudio de Su Palabra, y a través de las circunstancias, atrae más y más completamente nuestra atención sobre áreas problemáticas de nuestra vida por las que necesitamos pedir Su perdón y recibir Su gracia para superarlas. No sólo debemos arrepentirnos, sino que debemos renunciar a estos pecados a medida que son atraídos a nuestra atención y a nuestro conocimiento. ¿Me explico? Y en la medida en que crecemos de gracia en gracia, de gloria en gloria, crecemos en la plenitud de la estatura de hombres y mujeres en Cristo {Ef 4:13}; estamos aprendiendo, por el amor de Cristo, a permanecer sometidos a Su Señorío, hasta que finalmente estamos tan establecidos, por el amor de Cristo, en la sumisa relación de obediencia motivada por el amor hacia el Príncipe de Amor, que realmente preferiríamos ¿qué? …morir que desobedecerlo y decepcionarlo, y representarlo mal; y esa es la final “red-en-ción”. ¿Cómo se la llama también? …el sellamiento. Eso es llegar al punto en que estamos tan establecidos en la verdad que preferiríamos morir antes que transgredir a sabiendas la ley de Dios, y cuando, cuando llegamos al punto, cuando, por el amor de Cristo, hemos hecho del vivir no para el yo, sino para Él, un hábito,  en el que no sólo estaríamos dispuestos a dejar morir al yo por la fe, y darnos cuenta de la muerte del yo, negar al yo, sino que realmente estaríamos dispuestos a morir físicamente antes que desobedecerlo, ése es nuestro sellamiento, ésa es nuestra final “red-en-ción”, y ésta coincide con la final “reden-ción”, y ambas están comprendidas en ese veredicto notable “El que es justo, practique”, ¿qué? “la justicia todavía”. Esa es la final “reden-ción”. “El que es santo”, ¿qué? “santifíquese todavía”. Esa es la final “red-en-ción”, y en ese punto, es una vez salvo, siempre salvo. ¿Amén? {Amén} Bien ¿qué es lo que sabemos? Realmente creemos en una vez salvo, siempre salvo; y después alguien te pregunta, “¿Crees en una vez salvo, siempre salvo?” Tú dices, “Si, creo… pero por favor permíteme explicar CUÁNDO es una vez salvo, siempre salvo”, y entonces los llevas a Apocalipsis 22:11. Mis queridos amigos, en ese punto, con ese veredicto, “El que es justo, practique la justicia todavía; el que es santo, santifíquese todavía”, es ¡una vez salvo, siempre salvo! ¿Escucho un “amén”? {Amén} No hay cambio en ese veredicto, ¡ninguno! Y a propósito, por favor comprendan algo profundamente significativo en este punto. El hecho de que nuestro destino eterno haya sido irrevocablemente declarado en ese punto, realmente hace mucho menor la cuestión de cómo vamos a llegar del cierre del tiempo de gracia a la glorificación, ¿no es cierto? ¿De acuerdo? Quiero decir, ¿a quién le concierne el llevarnos desde el cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación? A Dios le concierne. Él ya ha declarado nuestro destino eterno. Estamos firmados, sellados y esperando ser entregados. ¿Amén? {Amén} Pero, mis queridos amigos, cuando entendemos lo que conlleva esa declaración, “El que es justo, practique la justicia todavía. “El que es santo, santifíquese todavía”, somos libres para ir a casa. En ese punto, es siempre salvo. Entonces un peso enorme desaparece de tu pecho, y de tus hombros, en cuanto a cómo vas a llegar del cierre del tiempo de gracia a la glorificación, ¿no es cierto? Escuchen, el libro Maranatha, página 242 (del original en inglés): “Cuando Jesús deje el santuario, entonces aquéllos que son santos y justos serán santos y justos todavía; porque todos sus pecados entonces serán”, ¿qué? “borrados, y serán sellados con el sello del Dios viviente. Pero aquéllos que son injustos e inmundos serán injustos e inmundos todavía; porque entonces no habrá Sacerdote en el santuario para ofrecerle sus sacrificios, sus confesiones, y sus plegarias ante el trono del Padre. Por lo tanto lo que es hecho para rescatar las almas -sean las nuestras o las de otros, debo intercalar- “por lo tanto lo que es hecho para rescatar las almas de la tormenta de furia que se avecina debe ser hecho antes de que Jesús deje el lugar más santo del santuario celestial”. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Mis queridos amigos, por favor sepan que después que el veredicto es pronunciado, ¡es muy tarde para prepararse! Es muy tarde para prepararse, y debo decirles, en nombre de Cristo, que ese veredicto viene muy pronto. Viene muy pronto. Por favor, no se demoren en asegurarse que reconocen a Cristo como El Señor nuestra Justicia. ¿Escucho un “amén”? {Amén} … ¿como qué? …el Señor nuestra Justicia. Por favor inicien una relación con Él que Le permita tener plena cabida en ustedes, de forma que pueda pronunciar este veredicto en nombre de ustedes: “El que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese todavía”. ¿Entienden ahora qué es lo que cubre la dimensión del pecado que permanece, desde el cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación? Es la justicia imputada de Jesús. ¿Es qué? Es la justicia imputada de Jesús. Hemos llegado al punto en que preferiríamos morir antes que pecar, pero todavía estamos ¿qué?…luchando con el pecado innato. Lo hacemos hasta la corona, y la corona no vendrá hasta el último momento, “en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”. {1 Cor 15:52} Entonces atravesamos el tiempo de la angustia de Jacob, después del cierre del tiempo de gracia hasta la glorificación, ¿todavía con qué? “…el pecado innato.” Todavía hay un elemento pecaminoso. ¿Qué lo cubre? -la justicia imputada de Jesucristo, la justicia imputada de Jesucristo; y cuando Jesús venga en nubes de gloria, mis queridos amigos, ¿de qué dependerán exclusivamente los redimidos para ser justos ante Sus ojos? -¿de lo que son en ellos mismos? No, de lo que son en Jesús. ¿Recuerdan cuándo vendrá? Las Escrituras hablan de esto, y ciertamente, cuando Él venga esta próxima vez, ¿será encubierta Su gloria? Oh, no, mis amigos, oh, no. Estuvo encubierta en humanidad para el primer advenimiento, pero para el segundo advenimiento, vendrá descubierta. Vendrá en infinita gloria, y, hermanos, hermanas, por favor recuerden que la gloria de Dios es como un fuego que consume el pecado. {Heb 12:29} Es precisamente por eso que este cuerpo vil debe ser cambiado y asemejarse a Su glorioso cuerpo {Flp 3:21}, si vamos a estar listos para ir a casa con Él. Los últimos vestigios del pecado, la presencia del pecado que permanece debe ser eliminada “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” para prepararnos para ese viaje al cielo en la presencia de la gloria develada. Pero, por favor, al verlo venir, ¿qué dicen las Escrituras que clamamos? “Quién es capaz de sostenerse en pie? ¿Quién es capaz de sostenerse en pie?” {Apoc 6:17} Los redimidos proclaman, “¿Quién es capaz de sostenerse en pie?” … ¿y qué es lo que nos dice Jesús? “Mi gracia es suficiente”. {2 Cor 12:9} -Mi ¿qué? “…Mi gracia”. ¿Qué es la gracia? Beneficio inmerecido. El pueblo de Dios redimido, no sólo después del tiempo de gracia, sino momentos antes de la glorificación, antes de ascender al cielo, todavía depende ¿de qué? … ¡de la gracia! ¿Escucho un “amén”? {Amén} … ¡beneficio inmerecido! …¡de la gracia! …y cuando Él venga, ¿qué es lo que dirá su pueblo? Escuchen esto; es una idea valiosa. Se encuentra en Youth’s Instructor, 31 de Mayo, 1900; al final de la página 48: Youth’s Instructor, 31 de Mayo, 19ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del poder, y lo verán venir sobre las nubes celestiales”. Pausemos: ¿De qué estamos hablando? -de la segunda venida- ¿de acuerdo? Sigo leyendo: “Ese día Cristo será el Juez. Toda cosa encubierta será puesta al descubierto a la luz del rostro de Dios”. Ahora escuchen: Habrá dos experiencias radicalmente opuestas que todo ser humano tendrá, ya sea la una o la otra. La primera, la experiencia de aquéllos a quienes Cristo ha tenido que decir, “El que es injusto, practique la injusticia todavía, y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. Esta es su experiencia, escuchen: “Qué contraste habrá entonces entre aquéllos que han rechazado a Cristo y aquéllos que Lo han recibido como su Salvador personal. Los pecadores verán entonces sus pecados sin ninguna sombra que vele o suavice su fealdad. Tan deplorable será su visión, que desearán estar escondidos bajo las montañas o en las profundidades del océano, si con eso pudieran escapar a la ira del Cordero”. Oh, hermano, hermana, Dios no permita que cualquiera de los que estamos aquí esté en ese grupo ese día. Quiera Dios que nuestra experiencia sea la siguiente, y ésta es la experiencia de todos a quienes Cristo ha podido decir, “El que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. ¿Cuál será su experiencia en ese día en que venga Jesús? ¿Qué es lo que ellos podrán decir? Sigo leyendo: “Pero aquéllos cuya vida está escondida con Cristo en Dios pueden decir: Por favor adviertan ¿dónde están ellos? Están escondidos -¿escondidos dónde? …en Jesucristo. Bueno, yo pensaba que Él ya no era nuestro Intercesor. Oh, eso no significa que Él ya no es nuestra justicia. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Hablaremos más sobre esto después, mis queridos amigos, es muy importante. Aunque Jesús ya no sea nuestro Mediador, Él será todavía nuestra ¿qué? …nuestra Justicia. Escuchen: “Pero aquéllos cuya vida está escondida con Cristo en Dios pueden decir: ‘Creo en Él que fue condenado en el tribunal de Pilatos, y entregado a los sacerdotes y dirigentes para ser crucificado. No me miren a mí, un’ ¿qué? ‘un pecador’. ¿Qué es lo que dicen momentos antes de su propia glorificación? ‘No me miren a mí, un’ ¿qué? ‘un pecador, sino que miren a’, ¿quién? ‘…miren a mi Mediador’. ¡Alabado sea Dios, Él es todavía nuestro Mediador! ¿Escucho un “amén”? {Amén} ¡Él es todavía nuestro Mediador! Esto sucede después del cierre del tiempo de gracia, mis queridos amigos, sin embargo Él es todavía nuestro ¿qué? …nuestro Mediador. ‘No me miren a mí, un pecador, sino que miren a mi Mediador. No hay nada en mí que me haga digno del amor que Él ha manifestado por mí, pero Él dio Su vida por mí. Contémplenme en Jesús’. ¿Escucho un “amén”? {Amén} ‘Contémplenme en Jesús. Él se hizo pecado por mí, para que yo pudiera ser hecho la justicia de Dios en Él'”. ¿En qué se basa exclusivamente su esperanza? {En Jesús} Está basada en lo que ellos son por la gracia de Cristo, no en lo que son en ellos mismos. ¿De hecho, qué es lo que dicen? “No me miren a mí, un pecador”. “No hay nada en mí digno…”, “…nada en mí digno…” ¿Pero es que ellos desaparecen? No, porque no tienen pecado sin confesar, no tienen pecado acariciado. De hecho, odian el pecado con todo su ser. Lo odian de tal manera que preferirían morir antes que tener algo que ver con él, y tienen el derecho a decir, “No me miren a mí, un pecador. Aunque no hay nada digno en mí, véanme como soy en Jesús. En Él, tengo la justicia de Dios”. ¿Amén? {Amén} La justicia de Dios es mía en Cristo. Oh, hermano, hermana, alabo a Dios por la buena noticia que encierra ese veredicto. “El que es justo…” ¿y cuál es la única manera en que podemos ser justos? …por la justicia imputada de Jesús. Recuerden, lo vimos antes: Review and Herald, 3 de Septiembre, 1901: “…la justicia sin tacha puede ser obtenida sólo por la justicia imputada de Cristo”. “Sólo por la”, ¿qué? “la justicia imputada de Cristo”. Entonces cuando Dios dice, “El que es justo, practique la justicia todavía”, Él está diciendo, “El que, por mi justicia imputada, es justo, practique la justicia todavía”, ¿por cuánto tiempo? “para siempre”, y, mis queridos amigos, como hemos visto antes, es la justicia imputada de Jesús la que nos da infinita valía a través de las infinitas edades de la eternidad. La inspiración nos dice que la justicia imputada de Cristo nos eleva en la esfera del valor moral con Dios. {ST Aug 7, 1879 par. 8} Es esa justicia imputada de Cristo la que nos coloca en una posición de honor más elevada que cualquier otro ser en el universo -¡incluso más elevada que la de los ángeles que nunca han caído! {Amén} …porque tenemos la justicia imputada de Dios, y nosotros, para ser salvos, hemos hecho que Dios se vuelva uno de nosotros! …y tanto en virtud de la encarnación, como en virtud de la imputación de la justicia de Dios, la raza humana es elevada en la esfera del valor moral con Dios a través de la eternidad. Ustedes y yo estaremos absolutamente asombrados y sorprendidos al ver cuán preciosa y valiosa es la vestidura de la justicia de Cristo, ¿y por cuánto tiempo vamos a poder crecer de gloria en gloria en esa semejanza de carácter que nos ha sido imputada? -para siempre… para siempre. ¿Amén? ¿Por cuánto tiempo puedes aproximarte al infinito antes de llegar? ¿Por cuánto tiempo? -¡para siempre! Por eso es que el siervo del Señor nos dice que los esfuerzos por perfeccionar el carácter cristiano continuarán por toda la eternidad… eternidad. {4T 520.1} No sé si les pasará a ustedes, pero eso estremece el corazón de este hombre. Comprendan, la eternidad es un largo tiempo. ¿Qué pasa si llegamos al lugar a donde vamos? ¿Qué harían después de eso? Se volvería bastante aburrido, ¿no es cierto? Pero ¿es que alguna vez llegaremos al lugar a donde “vamos”, en el que ya no podemos crecer más de gloria en gloria? No. ¿Por qué? ¡Porque nos estamos aproximando a la infinitamente gloriosa semejanza con Dios! Por lo tanto, a través de las infinitas edades de la eternidad, podremos remontarnos de gloria en gloria, siempre y para siempre en la infinitamente gloriosa semejanza con Cristo, pero teniendo siempre una eternidad digna de crecimiento por delante -y todo el tiempo, por Dios, considerada ¿qué? …infinitamente perfecta, por la justicia imputada de Jesucristo. Mis amigos, esa perspectiva debe estremecerlos hasta la médula. Si no es así, algo anda mal en ustedes. Es una oportunidad y una perspectiva infinitamente más fascinante de lo que cualquier cosa de este mundo tiene para ofrecer, que comparada con toda la riqueza y el honor y la gloria que la raza humana les podría otorgar excedería de tal manera su atractivo para ustedes que ni por un momento se verían atraídos por este mundo. ¿Pero saben lo que hace el diablo? Nos tiene tan absortos y atrapados con todas las baratijas y la chatarra, y en todos los placeres del pecado por una temporada {Heb 11:25}, que perdemos de vista la importancia eterna de la gloria {2 Cor 4:17-18} que está disponible para todos y cada uno de nosotros. Les ruego, por su bien y por el amor de Cristo, ¡no vendan su derecho de nacimiento por un plato de lentejas {Heb 12:16}, por favor! Por favor, no lo hagan. “El que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Si eligen esto, Dios les permitirá tenerlo para siempre. Pero ustedes deben elegirlo. ¿Lo elegirán? Es más fácil de decir que de hacer, ¿verdad? Pero mis queridos amigos, por favor, si permanecen en la cruz, y contemplan el amor y el precio pagado para que esto fuera posible, ese amor los motivará con más y más fuerza cada día para elegirlo a Él, y que Él no haya muerto por ustedes en vano. Contemplen al Cordero {Juan 1:36}, y al contemplarlo, serán transformados. ¿Nos ponemos de pie? Padre nuestro que estás en los cielos, te agradezco tanto por que cuando vengamos a la cruz, encontremos la suficiente gracia en la sangre y en el agua; y ruego por que lleguemos ahora, y que lleguemos cada día entre este momento y el último día, cuando venga Jesús; y ruego que por la fe, recibamos la sangre y el agua y que podamos no sólo ser justificados, sino también santificados. No sólo encontrados justos, sino también santificados. Que podamos llegar a conocer a Jesús como el Señor nuestra Justicia, y que podamos crecer en sumisión a Su Señorío, a medida que crecemos en amor hacia Él, tan total y profundamente que lleguemos al punto en que Lo amemos tanto que preferiríamos morir antes que rechazar Su Señorío. Es entonces que podremos ser sellados; esa es la final “red-en-ción”. Gracias porque cuando lleguemos a esa experiencia, seremos capaces de recibir el maravilloso veredicto, “El que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Padre mío, oro por que ése sea el veredicto para cada uno de los que estamos aquí. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén. Dios los bendiga, hermanos, hermanas.

Si usted desea, usted puede enrollar la traducción y leerla mientras que mira el video. Si usted interrumpe su estudio en cierto minuto y si usted perdió su lugar en la traducción, puesto simplemente en CTRL-F (APPLE-F) pocas palabras usted acaba de escuchar. La búsqueda le traerá exactamente allí, enseguida.