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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria”.

Bienvenidos nuevamente, amigos. Estamos justo en medio de un pasaje muy importante de las Escrituras. Estamos buscando entender cómo podemos pelear y ganar la buena batalla de la fe, {1 Tim 6:12} contra este factor de oposición del mal: el mal contenido en el autor del mal, Satanás, pero especialmente la batalla es contra la maldad innata del corazón natural, el yo -el yo, con todas sus tendencias heredadas y cultivadas. El cómo pelear la buena batalla de la fe requiere que entendamos qué es la fe. No puedes pelear la buena batalla de la fe hasta que no sepas qué es la fe, y entonces hemos estado trabajando en una definición de fe; y hemos llegado a reconocer que la fe es inseparable de la Palabra de Dios. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”. {Rom 10:17} Y el poder dador de vida en la Palabra de Dios, poder creativo en la Palabra de Dios. Así es como todo este universo llegó a existir. “Porque Él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió”. {Sal 33:9} La Palabra de Dios no es una palabra común. Y lo que debemos oír es lo que dice la Palabra de Dios, después creer que Dios tiene el poder de hacer realidad lo que Él declara, y en tercer lugar, darle permiso de realizarlo en nuestras vidas, y después, en cuarto lugar ¿hacer qué? Actuar de acuerdo a esa Palabra, sabiendo que recibiremos Su poder para llevar a cabo Su voluntad, al cooperar con Él. Ahora, con ese punto de vista, y lo ilustramos en la experiencia de Abraham, vamos a ir al mandato particular que nuestro Príncipe Emanuel nos da en esta batalla espiritual: “Por lo tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal”. {Rom 6:12} Y hemos notado que ese mandato comienza con ¿qué expresión? “Por lo tanto”, que señala una conclusión. Y entonces nos preguntamos, si nosotros, por la fe, vamos a impedirle al pecado que reine en nuestros cuerpos mortales, ¿dónde íbamos a escuchar la Palabra de Dios, creer que Él tiene el poder de hacer realidad lo que Él declara, y darle permiso para que realice lo que declara en nuestras vidas? ¿Dónde íbamos a ir a hacer todo eso? Íbamos a ir a lo que había sido dicho justo antes de la expresión “por lo tanto”. ¿Sí? Ahora bien, eso nos llevó a Romanos 6:1. Y hemos estado andando nuestro camino a través de esos versículos. Y llegamos a un versículo muy desafiante, que es el versículo 6. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea”, ¿qué? “eliminado, a fin de que no sirvamos más al pecado”. El Rey Jacobo, por cierto, dice aquí, “para que el cuerpo del pecado sea”, ¿qué? ¿Tiene alguno de ustedes la Biblia del Rey Jacobo por allí? “…destruido”. ¡Tengan cuidado allí! Porque tanto “eliminado” como “destruido” casi suenan como si el “viejo hombre” fuera historia, se ha ido, ha sido erradicado… ya no tienen que preocuparse por él. ¿Es eso lo que Pablo realmente está diciendo? Ésa es la pregunta que nos tenemos que hacer en este momento. Pero repito, las cosas espirituales sólo son ¿qué, mis amigos? …discernidas espiritualmente. {1 Cor 2:13-14} Entonces oren por mí, yo lo haré por ustedes, y oremos por nosotros, para que el Espíritu Santo nos guíe en este importante estudio. Padre nuestro que estás en los cielos, cuán importante es dividir correctamente la Palabra de Verdad. Oh, por favor Señor, perdónanos por nuestra propensión a ser auto-suficientes a la hora de estudiar Tu Palabra. Realmente necesitamos Tu ayuda desesperadamente. No hay posibilidad de que tengamos un entendimiento de la verdad que sea transformador a menos que el Espíritu de Verdad esté guiándonos y conduciéndonos en este estudio, menos aún tener una comprensión exacta de la verdad. Por favor Padre, por Tu Espíritu, guía mis pensamientos y palabras. Quiero decir la verdad y sólo la verdad. Por el mismo Espíritu que me permita proclamar la verdad, permite a cada uno de los presentes captarla con el intelecto, abrazarla con los afectos y someterse a ella con la voluntad, para que podamos experimentar su poder liberador en nuestras vidas. Por favor, Padre, concédenos esta oración, pues te lo pido en el nombre de Jesús, amén. “…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea eliminado”. ¿Implica eso o significa que en el bautismo el “viejo hombre” es erradicado? Si fuera erradicado, ¿se molestaría Pablo en exhortarnos, sólo seis versículos después, “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal”? {Rom 6:12} Eso no tiene sentido, ¿verdad? Quiero decir, si hubiera desaparecido en el bautismo, ni siquiera tendríamos que preocuparnos de no permitirle que reinara, ¿verdad? ¿Entonces qué es esta palabra? ¿Qué es lo que realmente significa? Es muy útil, está al margen de la Nueva Biblia del Rey Jacobo, tenemos una traducción marginal, es ésta: En lugar de “eliminado”, dice “inoperante”. ¿qué? “inoperante”. Mis queridos amigos, Recomiendo enfáticamente ésa como la interpretación de la palabra griega. Otras traducciones, no me acuerdo ahora cuáles son, traducen esta palabra griega bastante singular -es usada, creo, una sola vez en el Nuevo Testamento, justo aquí. Otras traducciones, la han traducido como “impotente”. Inoperante o ¿qué? Impotente. El viejo hombre se vuelve impotente; ¿escucho un “amén”? {Amén} Para que ya no pueda regir sobre nosotros, su poder reinante es eliminado, pero no su presencia remanente. ¿Estamos todos de acuerdo en eso? Es eliminado su poder reinante, pero no su presencia remanente. ¿Cuándo es que la presencia remanente de este factor de oposición llamado la carne es removida? ¿Cuándo es que es eliminada? “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”, {1 Cor. 15:52} “cuando esto mortal se vista de inmortalidad y esto corruptible se vista de incorrupción”. {1 Cor 15:54} “Cuando este cuerpo vil sea cambiado y se asemeje a Su glorioso cuerpo”. {Flp 3:21} Entonces, y recién entonces, la presencia remanente será eliminada. Pero el poder reinante es eliminado en el bautismo. Y si quieren conservar la palabra “eliminado”, como se traduce en la Nueva Rey Jacobo, o si quieren conservar la palabra destruido, como se traduce en la Rey Jacobo, aplíquenla al poder reinante, no a la presencia remanente del pecado. ¿De acuerdo? El poder reinante es eliminado y destruido en el bautismo. La presencia remanente es eliminada y destruida ¿cuándo? …en la glorificación. ¿Estamos de acuerdo? Vean, amigos, hay realmente tres dimensiones en el problema del pecado. Anoten esto en el margen, les puede resultar útil después. Está la Penalidad Requerida del pecado. Está el Poder Reinante del pecado. Y en tercer lugar, está la Presencia Remanente del pecado. Todas “PRs”… Necesito toda la ayuda que me puedan dar… dispositivo de memoria. Penalidad Requerida, Poder Reinante, Presencia Remanente. También hay tres dimensiones en la solución del pecado. ¿Cómo se llaman? La solución del pecado para la penalidad requerida se llama justificación. La solución del pecado para el poder reinante se llama santificación. La solución del pecado para la presencia remanente se llama glorificación. ¿De acuerdo? Y Dios lidia con el poder reinante durante la vida santificada, la que comienza –de todos modos, simbólicamente- ¿dónde? En el bautismo. En realidad comienza antes porque no morimos al pecado en el agua. Simplemente simbolizamos en el agua, es de esperar, lo que ha sucedido en la mente –es de esperar. A propósito, el siervo del Señor nos dice que muchos de los que son bautizados son enterrados vivos. {6BC 1075.7} ¿Son qué? Son enterrados vivos. En otras palabras, el viejo hombre sólo respiró profundamente, fue bajo el agua y dijo, “Mantén un perfil bajo, él saldrá de ésta; ella saldrá de ésta, sólo resiste”. Y por cierto, ella o él lo hicieron y muy poco después del bautismo, el pecado estaba de nuevo en su trono demandando otra vez sus propios métodos. Ése es a menudo el caso ¿verdad? Ahora bien, sepan por favor que el uso de “eliminado” o “destruido” es apropiado si ustedes lo entienden como aplicado al poder reinante, pero no lo apliquen a la presencia remanente; eso no sucede hasta la glorificación. Sin embargo aquí está la cuestión: ¿Sobre qué base, o cómo es que el poder reinante de la maldad innata del corazón natural es destruido y eliminado en el bautismo? ¿Sobre qué base? Sobre la base, mis queridos amigos, de que tenemos el privilegio de darnos cuenta de que está ¿qué? Muerto, ¿amén? Darnos cuenta de que está ¿qué? Muerto. Escuchen; sigamos leyendo. Versículo 7, Romanos 6:7, “Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”. Interesante. Si han muerto, han sido ¿qué? Justificados del pecado. ¿Ven? Un hombre muerto no puede regir sobre ustedes. “Los muertos nada saben”. {Ecl 9:5} ¿Amén? Un hombre muerto no los puede controlar. “Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos en Él, sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere. La muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas”. ¿A quién incluye eso? A cada ser humano sobre la faz de la tierra. “Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas. Mas en cuanto vive, para Dios vive”. Versículo 11: “Así también vosotros consideraos”, ¿qué “muertos al pecado, pero vivos para Dios”, ¿dónde? “…en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Ahora, por favor adviertan, tenemos que considerarnos muertos. ¿Por qué dice, “Consideraos muertos”? Porque es por la fe. ¿Y qué es la fe? “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. {Heb 11:1} Síganme, por favor. Incluso después del bautismo, cuando miramos dentro de nosotros mismos, ¿vemos un viejo hombre muerto? No sé ustedes, pero seguramente yo no. Yo veo un viejo hombre que me acosa todos los días de mi vida. Es mi peor enemigo; es la más grande piedra en mi zapato. Es de allí de donde vienen todas mis tentaciones. ¿Puede un cristiano ser tentado? Sí. ¿De dónde viene la tentación? Santiago 1:14 “Cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. ¡Esa es la concupiscencia de la carne! {Ef 2:3} ¿Puede un cristiano ser tentado? ¡Sí! ¿Ven?, el deseo de la carne es contra el Espíritu, incluso en un cristiano vuelto a nacer. ¿Por qué? Porque esa naturaleza carnal aún permanece. Y no se contenta solamente con permanecer, quiere también ¿qué? Quiere reinar. Después de todo, ha estado obrando a su manera durante incontables años, y está algo descontenta por estar siendo negada ¿verdad? Y quiere que la satisfagan, como solían hacerlo en los “buenos viejos tiempos”. Vamos. Y entonces está constantemente tratando de conseguir que satisfagan sus deseos, y así de esa manera poder ¿qué? Reinar. Y cuando miramos en nuestro interior, vemos a este viejo hombre acosándonos. Y no parece estar muy muerto, ¿verdad? Pero mis queridos amigos, ¿qué es la fe? “Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. {Heb 11:1} Porque no andamos por vista, andamos por ¿qué? Por fe. {2 Cor 5:7} ¿Y qué es lo que hace la fe? La fe actúa, no en base a lo que vemos, sino que la fe actúa en base a lo que oímos. ¿Escucho un “amén”? {Amén} La fe viene por, ¿qué? Por el oír. ¿Oír qué? La Palabra de Dios. {Rom 10:17} ¿Y cuando lo que vemos contradice lo que oímos en la Palabra de Dios, que es la más grande realidad, la más elevada verdad, ¿sobre qué base debemos actuar? La Palabra de Dios; ¿escucho un “amén”? {Amén} Entonces, a pesar de lo que veo, tengo que actuar en base a lo que oigo, y la Biblia me dice que sin duda estoy muerto al pecado en Cristo Jesús. {Rom 6:11} Entonces tengo que actuar en consecuencia, ¿amén? {Amén} Debo darme cuenta de que el viejo hombre está, ¿qué? Muerto. Y mandar esa lujuria, ese deseo, esa tentación, instantáneamente de regreso al sepulcro de donde provino. ¿Amén? {Amén} Porque ese hombre está muerto… y no puedo dejar que un hombre muerto se entronice en mi vida. ¿Estamos de acuerdo en esto? Oh, hermano, hermana, por favor comprendan… Es muy importante que lo capten, y es aun más importante que lo experimenten. Es aun más importante que lo experimenten. ¿Ven?, trabajen esto conmigo. Si después del bautismo… si después del bautismo, seguimos satisfaciendo los deseos de la carne, y dejando que el pecado reine, ¿cuál es nuestro problema? Una de dos cosas: o no creemos realmente que hemos muerto al pecado en y con Cristo Jesús, o si afirmamos que realmente hemos muerto al pecado en y con Cristo Jesús, y aun estamos dejando que el pecado reine, tengo que concluir que tenemos un concepto muy equivocado en lo que se refiere al estado de los muertos. ¿Amén? {Eso es cierto} Estamos confundidos en cuanto al estado de los muertos. ¿Ven por qué es tan importante tener bien conceptuada su teología? ¿En lo que se refiere al estado de los muertos? ¿En su experiencia cristiana práctica? ¿Cuál es la realidad en cuanto al estado de los muertos? “Los muertos nada saben”. {Ecl 9:5} ¿Y dónde es que ustedes lo saben? En la mente. Entonces, si realmente creen que su viejo hombre está muerto, ni siquiera van a pensar más como solían hacerlo, ¿amén? Ni siquiera van a pensar más como solían hacerlo… menos aún hablar y actuar, porque los muertos nada saben. Su mente no funciona más; ya no tienen más pensamientos. Y cuando esos viejos y egoístas pensamientos vienen a su mente consciente para su consideración, que es de lo que se trata la tentación, repélanlos instantáneamente y mándenlos de regreso al sepulcro de donde provinieron. Así, mis queridos amigos, es como pelean y ganan la buena batalla de la fe. {1 Tim 6:12} Y todo esto sucede, ¿dónde? Entre el oído derecho y el izquierdo, en la intimidad de la mente… donde sólo ustedes y Dios saben lo que está sucediendo. ¿Estamos de acuerdo en esto? Es una batalla privada. Es una batalla espiritual; es una batalla por la conquista de la mente; y por la fe, ustedes se rehúsan a permitir que sus pensamientos satisfagan los deseos de la carne, y ustedes les echan el guante y los llevan en cautividad a la obediencia a Cristo. {2 Cor 10:5} ¿Ven eso? Ésa es nuestra meta, ¿no es cierto? En esta batalla espiritual, ¿cuál es nuestra meta? Es ir llevando ¿qué? …todo pensamiento en cautividad a la obediencia a Cristo, y hacen eso peleando y ganando la buena batalla de la fe. Ahora por favor adviertan, inmediatamente después del versículo 11, Romanos 6:11, “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”. ¿Cuál es la siguiente expresión en el versículo 12? ¡Por lo tanto! Por lo tanto, sobre la base de este maravilloso privilegio, de considerarse, ¿qué? …muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Sobre la base de la Palabra de Dios, que les dice que han muerto en y con Cristo Jesús, y de su fe que ha aceptado esa Palabra y creído que Dios tiene el poder de hacer realidad aquéllo que Él declara y les da Su permiso para hacer que esto suceda en sus propias vidas, y luego proceder a actuar en consecuencia. Sobre la base de esa clase de fe, evitan que el pecado reine. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Por favor hermano, hermana, tienes que dar ese cuarto paso. No sólo tienes que oír la Palabra de Dios, no sólo debes creer que Dios puede hacerlo suceder, no sólo debes darle permiso a Dios para que lo haga realidad en tu vida, sino que también tienes que proceder a, ¿qué? …a actuar en consecuencia; tienes que proceder a actuar en consecuencia. En la fuerza de Cristo, tienes que proceder a repudiar esos deseos carnales que siguen saliendo a borbotones de ese sepulcro. Mándenlos de vuelta, mándenlos instantánea y sistemáticamente de vuelta… peleando la buena batalla de la fe. ¿Estamos de acuerdo en esto? ¿Entendemos cómo funciona esto? Repito, ¿cuánto tiempo tendremos que hacer esto? De la cruz a la corona. {RH, Nov 29, 1887 par. 12} ¿Por qué? Porque, mis queridos amigos, hasta que no recibimos esa corona, no tenemos carne santificada. No tenemos carne santificada. Es impura y tiene deseos impuros. Por lo tanto debemos repelerlos continuamente… continuamente. Pelea la buena batalla de la fe. Vean, permítanme describírselo de este modo. El cristiano vive en una superposición de eras. Está viviendo en esta era presente y está viviendo en la era por venir. Comprendan esto, por favor, es importante. Está viviendo en esta era presente, en la que nació de la carne. “Y lo que es nacido de la carne, carne es”. {Juan 3:6} Y seguirá siendo carne hasta ¿cuándo? Hasta la glorificación. Entonces esta era va desde el nacimiento hasta, ¿cuándo? Hasta la glorificación. ¿Me explico? Ahora bien, cuando nacemos de nuevo, nacidos del Espíritu, somos una nueva creación, una nueva criatura, {2 Cor 5:17} y comenzamos la vida en Cristo, que es ¿cuán larga? Es vida eterna. Y entonces, en cierto sentido, estamos viviendo en la era por venir. ¿Me explico? Estamos viviendo en la era por venir, ¿y hasta dónde llega? -hasta siempre. Y esto comienza en el punto de la verdadera conversión ¿sí? Pero ¿ven lo que tenemos aquí? De la conversión a la glorificación, de la cruz a la corona, estamos viviendo en la superposición de estas dos eras. Tenemos nuestra experiencia carnal, y tenemos nuestras experiencias espirituales. Y durante ese tiempo, ¿qué es lo que experimentamos? Los deseos conflictivos de ambas naturalezas. Los deseos de la carne son contra el Espíritu y los del Espíritu son contra la carne. y éstos son, ¿qué? Unos contrarios a los otros {Gál 5:17}, todo el tiempo. “De la cruz a la corona”, tenemos este conflicto constante sucediendo. Es por eso que la batalla espiritual es tan larga como la experiencia cristiana sobre el planeta tierra; ¿y cómo impedimos que el pecado reine? -peleando la buena batalla de la fe. Considerándonos vivos en Cristo Jesús y, ¿qué? Muertos al pecado. {Rom 6:11} Nos consideramos espirituales aún cuando todavía somos, ¿qué? Carnales. Y considerándonos espirituales, andamos conforme al Espíritu y no conforme a la Carne. ¿De acuerdo? Pero si vamos a andar conforme al Espíritu, tenemos que pensar conforme al Espíritu; y así al aprender a controlar nuestros pensamientos en el poder del Espíritu Santo, y a rehusarnos a satisfacer los deseos de la carne, ni siquiera en el reino de nuestros pensamientos, eso nos permite andar conforme al Espíritu, y es así, mis queridos amigos, que aprendemos a andar el camino que andaremos para siempre en la era por venir. Pero este conflicto continúa hasta la glorificación. Vean cómo habla la inspiración sobre esto que acabo de describirles. Signs of the Times, 1 de Marzo, 1895: “Pero a pesar de que somos carnales”. “A pesar de que”, ¿qué? “somos carnales”. ¿Ven?, ésa es la realidad en la que todos nosotros permanecemos pues aún estamos viviendo en la era presente, ¿sí? Esta era presente todavía no ha cesado, y no terminará hasta ¿cuándo? “…hasta que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad”. Entonces, hasta ese momento, somos, ¿qué? Somos carnales. ¿Sí? Ahora escuchen: “Pero a pesar de que somos carnales, tenemos que”, ¿qué? “considerarnos…” Tenemos que, ¿qué? “considerarnos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Eso es lo que hacemos por fe, y, mis queridos amigos, aprender a hacerlo momento a momento, diariamente, es la forma en que peleamos y ganamos la buena batalla de la fe. {1 Tim 6:12} ¿Estamos de acuerdo? Oh, ruego por que esto sea entendido. 2 Corintios 5:7: “Porque por fe andamos, no por vista”. Ustedes no pueden, yo no puedo vivir en esta vida sobre la base de lo que nos dicen nuestros sentidos. Tenemos que vivir en esta vida sobre la base de lo que nos dice la Palabra de Dios. Nuestros sentidos nos dicen que somos carnales, pero la Palabra de Dios nos dice que hemos nacido del Espíritu, y que estamos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Entonces, por la fe, creamos en la Palabra de Dios, creamos que Él tiene el poder de hacerla realidad, permitámosle hacerlo realidad en nuestras vidas, y luego actuemos, ¿cómo? Actuemos en consecuencia y de esta manera evitemos que el pecado reine. Evitemos que satisfaga sus deseos, ¿dónde? En la mente, en la mente. Y continuemos atrapando esos pensamientos, esos pensamientos fugitivos. Atrápenlos por la nuca. No dejen que satisfagan los deseos de la carne ni siquiera en el reino de sus fantasías, y llévenlos en cautividad a Jesús considerándose muertos al pecado, pero vivos a Dios en Él. Es tan importante comprender cómo funciona eso, mis queridos amigos. Vean, es haciendo esto que crucificamos la carne con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:24, debajo de la Lección 25 allí: “Pero los que son de Cristo han”. ¿qué? “han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Pregunta: Sin embargo ¿ellos lo hacen una sola vez? ¿Ustedes sólo crucifican la carne con sus pasiones y deseos una sola vez, mis amigos? Oh, no, mil veces no. Deben hacerlo ¿con qué frecuencia? Diariamente. Deben hacerlo diariamente. Pablo en Corintios 15:31 dice, “Cada día”, ¿qué? “Cada día muero”. Ahora podrían preguntarse, “Bueno, espera un minuto, ¿cómo es que llegamos a morir cada día?” Bueno, mis queridos amigos, no es, “Una vez muerto, siempre muerto”, ¿verdad? ¿Por qué? ¡Porque no estamos realmente muertos! Sólo nos consideramos muertos… ¿Me siguen? …y tenemos que renovar nuestro reconocimiento por la fe de que estamos muertos, ¡cada día! Así es como crece la fe. No es una realidad empírica; es una realidad espiritual. Lo que vemos es un viejo hombre que está vivito y coleando y acosándonos. Pero debemos, cada día, considerar una vez más que está muerto aceptando una vez más la muerte de Cristo al pecado como nuestra. ¿De acuerdo? Esto es lo que significa ser crucificado con Jesús. {Gál 2:20} Es considerar que hemos muerto con Cristo en Su cruz. Youth’s Instructor, 22 de Diciembre, 1886: Esto explica cómo crucificamos la carne con sus pasiones y deseos, y lo que esto implica. “La guerra cristiana no es juego; no estamos involucrados en una imitación de batalla, peleando como quien golpea el aire”… {1 Cor 9:26} Ella está citando a Pablo allí. “Una guerra constante debe ser mantenida contra los males e inclinaciones de nuestro propio corazón natural. No debemos elegir el trabajo que nos resulte más agradable, porque somos soldados de Cristo, bajo Su disciplina, y no estamos para estudiar nuestro propio placer. Debemos librar las batallas del Señor valientemente. Tenemos enemigos que conquistar, que podrían obtener el control de todos nuestros poderes. La voluntad propia debe morir; sólo la voluntad de Cristo debe ser obedecida. El soldado del ejército de Cristo debe aprender a soportar la dureza, a negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguir a su Capitán a donde sea. Hay tantas cosas para hacer que ponen a prueba la naturaleza humana, y son dolorosas para la carne y la sangre. Este trabajo de autodominio require esfuerzo decidido y continuo. Al pelear la buena batalla de la fe, obteniendo preciosas victorias, estamos echando mano de la vida eterna. Esta guerra requiere del esfuerzo más intenso, del ejercicio de todos nuestros poderes. Tenemos que crucificar la carne, con los afectos y los deseos”. Notable resumen de esta buena batalla de la fe, mis amigos. ¿Y qué es lo que requiere? Esfuerzo vigoroso, decidido y continuo. Éste es un asunto serio, hermano, hermana, y es sólo el aprender a hacer esto lo que nos permite obedecer el mandato de Cristo, ¿y qué es lo que Él nos ordena hacer en Mateo 16:24? “Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de Mí’, ¿qué? ‘niéguese a sí mismo’, ¿cómo? ‘y tome su cruz y’, ¿después qué? ‘sígame'”. Veamos esto juntos. Por favor adviertan y por favor dense cuenta… de que si alguna vez vamos a entrar al Reino, tenemos que seguir a Cristo, ¿correcto? Él está allí y si nosotros vamos a llegar allí, tenemos que seguirlo a Él. Pero por favor reconozcan que naturalmente estamos yendo en la dirección opuesta, ¿verdad? El yo está decidido a autodestruirse a través de la auto-indulgencia. Por lo tanto, si vamos a seguir a Cristo y a tener vida eterna, tenemos que negar al yo. ¿No es eso lo que Él nos dice que hagamos? “Si alguno quiere venir en pos de Mí”, ¿qué? “niéguese a sí mismo”. Está bien, Señor ¿pero cómo? ¿Cómo negamos al yo? Él nos dice, “y tomen su cruz”. ¿Ven la verdad allí? ¿Cuál es la única forma en que podemos negar al yo? Considerando al yo, ¿cómo? Crucificado juntamente con Cristo. Eso es lo que significa tomar la cruz. Recuerdo, hace algunos años, estaba con un grupo de evangelización de jóvenes -esto fue hace mucho tiempo- y estábamos en el paseo marítimo en una playa de Florida, y estábamos dando testimonio. Y noté que había un joven caminando por el paseo con una enorme cruz de madera sobre su hombro. Claro, era un joven muy ingenioso y para hacer un poco más fácil el soportar el peso, había atornillado una patineta a la parte inferior de la cruz, y la estaba haciendo rodar a lo largo del paseo. Y por supuesto, atrajo mi curiosidad, y estoy seguro de que ésa era la razón por la cual estaba haciendo esto, y me acerqué a él y le pregunté, ¿para qué estás haciendo esto? Y dijo, citando las Escrituras, “Jesús dice que nos neguemos a nosotros mismos, tomemos la cruz y Lo sigamos”. Bien, no tenía tiempo para explorar más a fondo si él pensaba que realmente estaba haciendo lo que Jesús le había mandado a hacer o no. Espero que haya sido sólo un truco para lograr que la gente hablara con él. Pero mis queridos amigos, sepan por favor que la cruz que tenemos que tomar para seguir a Jesús es una cruz espiritual, y requiere de nosotros que nos consideremos crucificados con Cristo. Así es como tomamos nuestra cruz, y así es como negamos al yo. Y tienen que negar al yo y tomar su cruz si van a seguir a Cristo. No hay opciones, no hay alternativas, es absolutamente obligatorio y necesario. Testimonios, Volumen 2, página 651 (del inglés): “La auto-negación y la CRUZ”. Por favor comprendan qué es esta cruz que debemos tomar. Me encanta este concepto. “La auto-negación y la cruz se encuentran directamente en la ruta de cada seguidor de Cristo. La cruz es la que atraviesa los afectos naturales y la voluntad”. Muy interesante, ¿qué es la cruz? Es “la que atraviesa los afectos naturales y la voluntad”. En otras palabras, afectos naturales, ¿qué es eso? Esos son los apetitos y las pasiones del viejo hombre, la naturaleza carnal. Y ese viejo hombre tiene una voluntad propia, ¿no es cierto? Ahora bien, mientras estemos encaminados hacia la marca, {Flp 3:14} luchando por entrar en la puerta estrecha y angosta, {Lc 13:24} por permaneceer en el sendero estrecho y angosto, surgirán muchas situaciones donde lo que Dios nos pide, lo que requiere de nosotros, lo que nos ordena, es contrario a lo que deseamos por naturaleza. De hecho, ése será siempre el caso, ¿no es cierto? El deseo de la carne, ¿qué? Es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne, y éstos siempre, ¿qué? se oponen entre sí. {Gál 5:17} ¿Entonces qué es lo que tenemos cuando eso sucede? ¿Cuando lo que Dios requiere de nosotros es contrario a lo que naturalmente queremos? Eso es ¿qué? Es una cruz, es una cruz. Ahora bien, ¿qué es lo que tenemos que hacer en este punto? ¿Qué podemos hacer en este punto? Bien, hay sólo dos opciones. Por favor comprendan, hay sólo dos opciones. ¿Cuáles son? O nos entregamos al yo, negamos a Cristo y Lo crucificamos de nuevo {Heb 6:6}, o, ¿qué? …negamos al yo crucificando al viejo hombre a través de la aceptación por la fe de la muerte de Cristo como la nuestra propia. Así es como tomamos nuestra cruz y nos encaminamos hacia la marca. Oh, mis amigos, elijan crucificar el yo, ¿amén? {Amén} ¿Y alguna vez llegamos al lugar donde somos santificados de modo que ya no tenemos una naturaleza carnal, un viejo hombre que necesita ser crucificado? ¿Llegamos? No mi hermano, hermana, no llegamos. Por favor entiendan eso; no llegamos. El apóstol Pablo, un cristiano pleno, un hombre piadoso, ¿qué confesó? ¿Qué reconoció? 1 Corintios 15:31: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día”, ¿qué? “muero”. “Cada día muero”. Cada día el apóstol Pablo tenía que morir a sus afectos naturales y su voluntad, a su viejo hombre, a su naturaleza carnal –cada día tenía que hacer eso. Adviertan cúales son los conceptos de la inspiración con respecto a lo que Pablo quería decir cuando expresaba, “Cada día muero”. El Ministerio de Curación, página 452 (del inglés): “La vida del apóstol Pablo fue un conflicto constante con el yo”. ¡La vida del apóstol Pablo! No estamos hablando acerca de Pablo de Tarso, estamos hablando del vuelto a nacer, convertido, experimentado, piadoso apóstol Pablo. “La vida del apóstol Pablo fue”, ¿qué? “…un conflicto constante con el yo. Él dijo, ‘Cada día’, ¿qué? ‘Cada día muero’. 1 Corintios 15:31”. ¿Qué es lo que quería decir? “Cada día su voluntad y sus deseos se oponían al deber y a la voluntad de Dios”. ¿Realmente? ¿Pablo? ¿El apóstol? ¿”Cada día su voluntad y sus deseos se oponían al deber y a la voluntad de Dios”? ¿Significa eso que no estaba convertido? Oh, no, mis amigos, mil veces no. Fíjense en la siguiente oración. Esto es lo que lo hacía convertido. “Cada día su voluntad y sus deseos se oponían al deber y a la voluntad de Dios. En lugar de seguir las inclinaciones, él hacía la voluntad de Dios sin importar que tuviera que crucificar su naturaleza”. ¿Escucho un “amén”? {Amén} En otras palabras, aunque aún tenía una naturaleza carnal, no permitía que esa naturaleza carnal lo poseyera. Permanecía, sí, pero rehusaba dejarla reinar. ¿Cómo? Eligiendo pelear la buena batalla de la fe. Eligiendo considerarla muerta y considerarse a sí mismo vivo a Dios en Cristo Jesús. Y en virtud de ese reconocimiento por la fe, en virtud de ese reconocimiento por la fe, él peleó y ganó la buena batalla de la fe. Y él era totalmente consciente de que tenía que hacerlo, y estar continuamente en guardia para evitar perder su propia salvación personal. Vean, era un posibilidad muy real incluso para el apóstol Pablo la de perder la vida eterna. Eso es lo que él mismo dice. 1 Corintios 9:27: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no siendo que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser”, ¿qué? “eliminado”. ¡El apóstol Pablo, mis queridos amigos! Un gigante cristiano pleno estaba constantemente preocupado por la posibilidad de que este viejo hombre que todavía estaba en él pudiera llegar a retomar el control, y hubiera perdido su salvación si eso sucedía, y si Pablo tenía esa preocupación, ¿no piensan que nosotros deberíamos tenerla también? Escuchen esta declaración, Cada Día con Dios, página 277 (del inglés): “Pablo tenía tal constante temor de que sus malas inclinaciones tomaran lo mejor de él, que estaba permanentemente luchando, con firme resistencia, contra sus apetitos y pasiones rebeldes. Si el gran apóstol se sentía temblar a la vista de su debilidad, ¿quién tiene derecho a sentirse seguro de sí mismo y jactancioso? En el momento en que nos empezamos a sentir auto-suficientes y confiados entonces estamos en peligro de un fracaso vergonzoso”. Oh, hermano, hermana, por favor sepan que nosotros también podemos fácilmente quedar eliminados si fracasamos en pelear y ganar constantemente la buena batalla de la fe. Los exhorto otra vez con las palabras de Pablo, 2 Corintios 13:5, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe”, si están peleando la buena batalla de la fe. “Probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? -a menos que estéis”, ¿qué? “reprobados”. Y queridos compañeros Laodicenses, la razón por la que tengo que cuestionarlos otra vez a este respecto es que nos engañamos terriblemente a nosotros mismos. Porque nos las hemos ingeniado para evitar satisfacer los deseos de la carne a nivel del comportamiento, porque, motivados por el ego, hemos logrado mantener una apariencia de piedad, {2 Tim 3:5} y mantener nuestra conducta en el cumplimiento de la letra de la ley, {Rom 7:6} nos hemos engañado pensando que somos algo que no somos. Es por eso que debemos, ¿qué? Examinarnos a nosotros mismos, probarnos a nosotros mismos, y preguntarnos, “¿Estoy peleando y ganando la batalla espiritual -la batalla por el control de la mente, la victoria sobre la tentación aquí arriba?” ¿Están escuchando lo que los estoy exhortando a hacer, mis queridos amigos? ¿Está bien en sus almas? ¿Están peleando y ganando la batalla donde cada cristiano debe pelearla -la batalla de la mente? ¿Están llevando, más y más sistemáticamente, todo pensamiento en cautividad a la obediencia a Cristo? {2 Cor 10:5} Examínense a ustedes mismos, si están en la fe. Pruébense a ustedes mismos, a menos que estén reprobados. {2 Cor 13:5} Ahora bien, la necesidad de morir cada día al yo es precisamente la razón, escúchenme, es precisamente la razón por la cual tan pocos –tan, tan pocos- están en el angosto y estrecho camino que lleva al Reino. Y la mayoría de nosotros estamos afuera en las cunetas. Oh, mis amigos, Mateo 7:14, “Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que”, ¿qué? “la hallan”. “Pocos son los que la hallan”. ¿Por qué tan pocos? Porque el único modo en que pueden permanecer en el camino angosto y estrecho es negando al yo, tomando su cruz y siguiendo a Jesús. No hay otra forma. Y nosotros somos, oh, tan propensos a satisfacer al yo, ¿verdad? Sí. Tanto a satisfacer nuestra tendencia a la auto-glorificación, que nos pone en la cuneta del legalismo; como a caer en el área de la auto-satisfacción, que nos pone en la cuneta de la gracia barata. Dios nos ayude a negar al yo tomando nuestra cruz y permaneciendo en el camino angosto y estrecho. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Testimonios, Volumen 2, página 687: “El conflicto se estrechará entre el yo y la gracia de Dios. El yo luchará por el dominio y se opondrá al trabajo de llevar la vida y los pensamientos, la voluntad y los afectos…” ¿De qué estamos hablando? La vida y los pensamientos, la voluntad y los afectos, ¿de qué estamos hablando? Del carácter. “El yo luchará por el dominio y la voluntad se opondrá al trabajo de llevar la vida y los pensamientos, la voluntad y los afectos, a la sumisión a la voluntad de Cristo. La negación del yo y la cruz se sostienen durante todo el camino a la vida eterna, y por esto, ‘pocos son los que la hallan'”. {Mt 7:14} Vean, mis queridos amigos, es precisamente porque no se puede llevar la corona sin llevar la cruz, {3T 67.1} que eventualmente serán pocos los que llevarán la corona. Ellos no están dispuestos a llevar la cruz. Por favor, por favor reconozcan que si quieren llevar la corona, deben estar dispuesto a, ¿qué? A llevar la cruz. No hay otra forma. Pero quiero animarlos, mis queridos amigos, y les ruego que entiendan que el mejor modo de prepararlos para la gloria de llevar la corona es el sufrimiento de llevar la cruz. Ése es un concepto muy importante y quiero desarrollarlo, pero no sé si tenemos tiempo esta noche. Quizás tengamos que hacerlo mañana a la noche. Pero por favor, si alguna vez se ven tentados a sentirse resentidos por el hecho de que se requiere llevar la cruz para poder llevar la corona de la inmortalidad, de la incorrupción… si alguna vez se ven tentados a sentirse resentidos porque se requiere llevar la cruz para experimentar la salvación, por favor consideren lo que hizo Cristo para traernos la salvación. ¿Llevó Él una cruz? Oh, mis queridos amigos, y yo les aseguro que el sufrimiento que Él experimentó llevando esa cruz excede infinitamente cualquier sufrimiento que nosotros pudiéramos experimentar llevando nuestra cruz, lo excede infinitamente. Testimonios, Volumen 3, página 481: “Cristo sacrificó todo por el hombre con el fin de posibilitarle ganar el cielo. Ahora, le toca al hombre caído mostrar lo que está dispuesto a sacrificar por el amor de Cristo, para poder ganar la gloria inmortal. Aquéllos que puedan captar siquiera un poco la magnitud de la salvación y su costo nunca se quejarán de que su siembra debe ser entre lágrimas y de que el conflicto y la negación del yo son parte de nuestra vida cristiana. Las condiciones de la salvación para el hombre son ordenadas por Dios. La auto-humillación y el llevar la cruz son las medidas adoptadas por las cuales el pecador arrepentido encontrará el consuelo y la paz. El pensamiento de que Jesús se sometió a humillaciones y sacrificios que el hombre nunca será llamado a soportar, debería acallar todas las voces de queja”. ¿Escucho un “amén”? {Amén} Oh, hermano, hermana, no se sientan resentidos por el hecho de que deben sufrir el llevar la cruz para tener vida eterna. Jesucristo ha sufrido infinitamente para hacer posible que ustedes tuvieran vida eterna. Quiero alentarlos no sólo a estar dispuestos a llevar la cruz, sino que también quiero que aprendar a regocijarse en el privilegio que tienen de hacerlo. Ahora, sé que es difícil, pero por favor reconozcan que puede ser; puede ser. Realmente podemos llegar al punto de reconocer que el llevar la cruz es probablemente la mayor bendición que Dios pudo habernos dado. ¿Por qué? ¿Por qué? Vean, mis queridos amigos, es precisamente porque es sólo a través del sufrimiento de llevar la cruz que estamos desarrollando un carácter al que se le pueda encomendar la vida eterna. Por favor comprendan esto. Solía pensar que hubiera sido mucho mejor que Dios, en el momento de la conversión, erradicara mi naturaleza carnal. Y en el bautismo, que el viejo hombre fuera destruido, eliminado. Pero a medida que comencé a entender mejor estas cosas, me di cuenta de que es infinita sabiduría de parte de Dios el que haya elegido no hacerlo de esa manera. Haber elegido que era mejor dejar que el viejo hombre permaneciera dentro de cada cristiano y requerir de cada cristiano, por el amor de Cristo, negar al yo. ¿Por qué? ¿Por qué es sabio de parte de Dios haber hecho eso? ¿Y una bendición para nosotros? Porque, mis queridos amigos, cada vez que elegimos, por el amor de Cristo, negar al yo, ¿qué estamos haciendo por nuestro carácter? Estamos desarrollando un carácter amoroso, semejante al de Cristo. ¿Cuál es la esencia del carácter de Cristo? Es amor sacrificado y abnegado, y así cada vez que elegimos, por el amor de Cristo, negar al yo, somos tremendamente ayudados a desarrollar un carácter semejante al de Cristo. ¿Ven eso? ¿Todos ven eso? Insisto entonces, en que no hay un mejor método que Dios haya podido diseñar para prepararnos para la gloria de llevar la corona que el requerirnos diariamente el sufrimiento de llevar la cruz. ¿Qué es la gloria? Es el carácter, y no hay gloria sin sufrimiento. En las Escrituras, a todo lo largo de las Escrituras, hay una conexión y vinculación directa entre sufrimiento y gloria. Miren, por ejemplo, en Romanos 8:16, “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que”, ¿qué? “padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos”, ¿qué? “glorificados”. ¿Quieren ustedes ser glorificados con Cristo? ¿Entonces qué es lo que tienen que estar dispuestos a hacer? ¡Sufrir con Cristo! Versículo 18: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. ¿Amén? Por favor no pierdan perspectiva, mis queridos amigos, el sufrimiento de llevar la cruz no puede ser comparado con la gloria de llevar la corona. De hecho, ¿qué es lo que dice Pablo en 2 Corintios 4:17? “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excedente y eterno peso de gloria”. Incluso si tuviéramos que sufrir cada día de nuestra vida humana, no se podría comparar con la gloria de la eternidad. ¿Amén? {Amén} Entonces, por favor, no sólo estén dispuestos a llevar la cruz, regocíjense en el privilegio y la bendición de llevar la cruz. Está produciendo en ustedes un eterno peso de gloria. Vamos a ponernos de pie para la oración ¿sí? Padre nuestro que estás en los cielos, te agradezco tanto por Tu infinita sabiduría en el plan de salvación. Y Te doy las gracias por que hayas hecho necesario que cada día, por el amor de Cristo, neguemos al yo tomando la cruz y siguiéndolo a Él. Y Te agradezco que cada vez que elegimos hacer eso, estamos desarrollando Su carácter. Padre ayúdanos, por favor, a no perder la perspectiva. Ayúdanos a darnos cuenta de que el sufrimiento de llevar la cruz no se puede comparar con la gloria de llevar la corona. Es sólo un momento comparado con la eternidad. Y por favor Señor, ayúdanos a que nunca, jamás bajemos la cruz hasta que la cambiemos por la corona. Es nuestra plegaria en el nombre de Jesús, amén.

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