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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria.”

Gracias por quedarse. Agradezco el privilegio de continuar con nuestro estudio acerca de la ley de influencia recíproca; y ¿qué es la ley de influencia recíproca? Es una influencia de dos vías entre nuestros pensamientos y sentimientos… Y, ¿qué son los pensamientos y sentimientos combinados? El carácter, …y nuestras palabras y acciones. {5T 310.1} Lo que hacemos, el producido de la mente, tiene un efecto directo sobre los pensamientos y sentimientos que los iniciaron, las palabras y acciones. Ellos se establecen; se fortalecen y alientan en la acción. Esa es la ley: opera ya sea que a uno le guste o no, ya sea que uno lo crea o no, no importa quién sea uno. Cada vez que uno verbaliza algo refuerza los pensamientos que se expresan en ello. Por favor entiendan eso. Cada vez que realizamos algo en el nivel del comportamiento, uno refuerza los impulsos, los pensamientos, los deseos que iniciaron el acto, se refuerzan. Se fortalecen por la ley de influencia recíproca. Ahora, aunque esta ley opera con todo nuestro comportamiento, estamos focalizando nuestro estudio, en particular, en el comportamiento del miembro más activo del cuerpo, la lengua y en las obras de la lengua, mejor conocidas como nuestras palabras. Todos reconocemos que nuestros pensamientos y sentimientos determinan directamente las palabras. “De la abundancia del corazón habla la boca.” {Mt 12:34} Pero lo que muchos de nosotros no entendemos es que las palabras a su vez influencian directa y drásticamente nuestros pensamientos y sentimientos, y fortalecen y refuerzan los pensamientos y sentimientos que se expresaron en esas palabras. Ahora bien, ese es el principio. Lo que estamos buscando hacer es hacer la aplicación práctica de ese principio. Lo que estamos buscando hacer es observar las referencias específicas en las Escrituras con respecto a lo que sí debemos y no debemos decir, y estaremos, espero, más fuertemente motivados a seguir esas indicaciones específicas al entender el principio que subyace. La razón, alabado sea Dios, por la que es tan importante no expresar aquello que es tonto o aquello que es necio, es porque, si lo hacemos, por ley, estamos volviendo a nuestro carácter más, ¿qué? Más necio y tonto. Cuando entendemos este principio, ya ven, tenemos una motivación más fuerte para seguir los sis y nos. ¿No es verdad? Hasta allí llegamos y nos quedamos sin tiempo. Pero quiero considerar con ustedes un par de otras instrucciones específicas con respecto a lo que no debemos decir y luego quiero considerar lo absolutamente crucial que es honrar esta ley si hemos de dominar nuestro temperamento. Si vamos a dominar nuestro, ¿qué? Nuestro temperamento; y alabado sea Dios, algunos de ustedes tienen una batalla formidable en esta área. Quiero que entienden cuán absolutamente imperativo es honrar esta ley de influencia recíproca si van a tener, alguna vez, el control de vuestro temperamento. Ese es nuestro objetivo para este último estudio de hoy. Hay mucho que cubrir, y vamos a tener que orar por una eficacia especial, y voy a avanzar bastante rápido con ustedes; oren porque el Señor me dé esa eficacia, y oren porque el Señor les dé la capacidad de entender lo que estamos estudiando, y no solo de entenderlo, sino de apreciarlo y de elegir aplicarlo en la vida. De otra forma no será una bendición estar aquí y deseo con todo mi corazón que sea una bendición para cada uno que haya estudiado la Palabra de Dios esta tarde. Entonces pidamos al Espíritu Santo que nos dé esa bendición. Ustedes oran por mí; yo oraré por ustedes y nosotros oramos por nosotros mismos. Padre nuestro que estás en los cielos, en el nombre de Cristo, regresamos en confianza, regocijándonos con el privilegio de acceder a Tu trono infinitamente justo. Es tan bueno saber que somos aceptados entre los Amados, y que Tú eliges vernos, no como somos en nosotros, sino como somos en Cristo y entonces nos recibes tan plena y libremente como a Tu Hijo, gracia infinita. Cristo, gracias por representarnos ante el Padre. Padre, te alabo por la oportunidad de estudiar nuevamente durante estas horas sagradas del Sábado, Tu Palabra santa. Pero Padre, lo que necesitamos tener es al Espíritu Santo, de otra forma no será una experiencia que cambie nuestras vidas. No puede ser una bendición. Entonces, por favor, bendícenos con el Espíritu de la Verdad, a mí especialmente mientras lidero el estudio de Tu Palabra, y a cada uno mientras estudian conmigo. Concédenos ese discernimiento espiritual que nos permite no solo dividir correctamente la Palabra de la Verdad, sino también entenderla, valorarla y relacionarnos correctamente con ella, para que podamos experimentar el poder transformador de la verdad en nuestras vidas. Ese es nuestro deseo, Padre, queremos ser más semejantes a Cristo, más semejantes a Aquel que es la Verdad. Por tanto, por el Espíritu de la Verdad, en el estudio de la verdad, hazlo posible. Es mi oración en nombre de Cristo. Amén. ¿En qué página estamos? Ayúdenme. 75, página 75. Bien, creo que llegamos a la 76. Avancemos a otra cosa que las Escrituras específicamente nos prohíben expresar. Lo primero que llegamos a reconocer es que se nos prohíbe expresar cualquier cosa que sea necia o cualquier cosa que sea tonta. Ahora, reconozcamos que se nos prohíbe expresar lo que no sea la verdad simple y sencillamente expresada. Se nos prohíbe expresar cualquier cosa que no sea la verdad, simple y sencillamente dicha. Esto es crucial; por favor entiéndanlo conmigo. Cristo lo expresa así en Mateo 5:37, “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” “Que sea vuestro “sí”, “sí” y vuestro “no”, “no.” En otras palabras, digan lo que significan y signifiquen lo que digan. Sepan, por favor “sí, sí,” “no, no”; pero no “sí-no.” ¿Solemos responder con “sí-no”? Sí, lo hacemos. ¿Qué es una respuesta “sí-no”? Bien, es suficiente verdad como para convencernos de que decimos la verdad, pero suficiente falsedad como para liberarnos de una situación embarazosa. Esa es la mezcla de verdad con falsedad. Queridos amigos, eso es del mal. ¿Entendemos esto? Ya ven, el demonio es un hábil mezclador de lo verdadero y lo falso. En eso se especializa. Siempre que seguimos esa camino, estamos expresando lo satánico: una mezcla de verdad y error. Por favor sean cuidadosos con las respuestas de “sí-no.” Digan la verdad, y solo la verdad, incluso si les cuesta algo. Esto también prohíbe todo lo que no sea una simple proclamación, una expresión de la verdad. Tendemos a tener esta obsesión de adornar nuestras historias, ¿no? Se llama exageración; agregar algo, ya saben, quitando algo para que sea más sensacional. Saben de lo que hablo. Queridos amigos, esta orden lo prohíbe. Existe algo más que tendemos a hacer y eso es decorar nuestro habla con expresiones sin sentido que son, creemos, necesarias para hacer que lo que decimos sea más impresionante. Esto también lo prohíbe. Escuchen: Educación, página 236: “La Palabra de Dios condena también el uso de esas frases sin sentido y improperios cercanos a lo profano. Condena los elogios engañosos, las evasivas a la verdad, las exageraciones, las malas interpretaciones en el comercio, que son comunes en la sociedad y en el mundo de los negocios. Permite que tu habla sea sí, sí, no, no: y lo que sea que es más que esto es malvado.” Pero ¿ven lo que esto prohíbe? Esto prohíbe mucho más de lo que habíamos antes reconocido con solo leer el versículo. Condena y prohíbe el uso de, ¿qué? “Frases sin sentidos e improperios cercanos a lo profano;” “elogios engañosos;” “evasivas a la verdad;” “exageraciones;” “malas interpretaciones en el comercio.” Cuando están intentando vender ese automóvil que ya no toleran por todas las cosas que funcionan mal en él, ¿Cómo lo presentan al potencial comprador? ¿Ven?, éste es el tipo de cosas de las que estamos hablando. ¿Realmente le dicen lo que está mal en él? ¿O pintan una imagen poco realista para poder convencerlo de que lo compre? Éste es el tipo de cosas de las que estamos hablando. Pero debo llevar vuestra atención nuevamente a la primera cosa que la Palabra de Dios condena, y esto es el uso de frases sin sentido e improperios cercanos a lo profano. Alabado sea Dios, tengo un peso aquí. Por favor escúchenme. Solíamos ser un pueblo que nunca utilizaba palabras profanas, pero, ya saben, eso está cambiando, y ha cambiado muy gradual y crecientemente. ¿Cómo sucedió? Sucedió utilizando palabras sin sentido cercanas a lo profano, que nos ablandaron e hicieron que nos sintiéramos cómodos hasta que, finalmente, algunos de nosotros estamos utilizando palabras profanas. ¿Qué son “frases sin sentido cercanas a lo profano”? ¿Saben? Me siento incómodo ejemplificando esto pero necesito que lo entiendan, así que lo haré. Una frase sin sentido cercana a lo profano es la expresión “brios.” “Brios.” Búsquenlo en el diccionario. Definición: “Eufemismos por Dios;” eso es lo que “brios” es, un eufemismo por, ¿qué? Dios. El diccionario les dirá esto. “Eufemismo,” ¿qué significa eufemismo? Un eufemismo es una palabra que la gente usa en lugar de un término no apropiado. ¿Había notado en la sociedad se solía escuchar “brios,” y luego evolucionó a “dio” y ahora, ¿qué es? Es “Dios.” Se escucha, y me avergüenzo cada vez que lo escucho. Gradualmente, utilizando lo cercano, Satanás nos llevó hasta lo plenamente profano. Otro ejemplo: “Oh, mi.” “Midios.” Búsquenlo. Variaciones eufemísticas para Dios. Diccionario, diccionario. Aquí hay otra. “Por mi palabra.” Alabado sea Dios, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el verbo era Dios.” {Juan 1:1} “Y el Verbo fue hecho carne.” {Juan 1:14} Cuando dicen: “Por mi palabra”, ¿qué nombre están usando? El nombre de Cristo. Por favor sepan esto. “Oh, mi bien.” ¿Quién únicamente es bueno? Solo Dios es bueno. {Mt 19:17} Si tenemos alguna bondad, es Dios. Alabado sea Dios, antes de que me tachen rápidamente de fanático y radical, por favor consideren que los ángeles siempre que colocan el nombre de Dios en sus labios, ¿qué hacen? Cubren sus rostros y agachan sus cabezas y lo murmuran con la mayor reverencia. {Ed 243.5} Queridos amigos, estoy aquí para decirles esta tarde, que si tenemos esperanzas de pasar la eternidad en esa compañía, debemos cultivar ese tipo de reverencia ante el nombre de Dios. ¿Decimos “amén”? {Amén} Es uno de los Diez Mandamientos. {Éx 20:7} Esto no es algo meramente incidental. Es crucial reverenciar el nombre de Dios. Por favor piensen seriamente en ello. Por favor pídanle que los ayude a identificar cualquier frase sin sentido que esté actualmente en vuestro vocabulario que sea cercana a lo profano, y por amor a Cristo, comiencen a arrancarla, por favor. Comiencen a arrancarla y al hacerlo, se ayudarán en gran medida a cultivar una profunda reverencia por el Santo Dios del universo. Sentirán esa sensibilidad renovada a la reverencia a Dios que influye en vuestro comportamiento cuando vienen a Su casa. ¿Decimos “amén”? {Amén} Todo esto está muy relacionado y una de las razones por las cuales nos hemos vuelto tan descuidados en cuanto a nuestro comportamiento en la casa de Dios es debido a que nos hemos vuelto tan irreverentes cuando se trata del nombre de Dios. Están muy relacionados. Para el sabio una palabra es suficiente. ¿Qué más se nos prohíbe pronunciar? Tito 3:2. Queridos amigos, tenemos prohibido hablar mal de nadie. ¿Escucharon lo que dijimos? Leámoslo: “Que a nadie difamen.” ¿A quién abarca? A todos. “Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre con todos los hombres.” Se nos prohíbe aquí que nos involucremos en señalar fallas, hablar mal, criticar, hablar a las espaldas, contar chismes. Todo eso está prohibido aquí. ¿Entendemos todos esto? Queridos amigos, debo decirles que éste es un problema grave entre nosotros: criticar, señalar fallas, hablar mal. Y esto es inevitable cuando estamos en una experiencia legalista y de justicia propia. ¿Por qué? Porque aquellos que buscan justicia propia deben agrandarse a sí mismos disminuyendo a los otros. Por eso siempre, donde hay justicia propia, existe el espíritu de criticar y señalar faltas. Porque si uno va a convencerse a sí mismo de que es justo, debe hacerlo señalando que todos los demás no se comportan tan bien como uno. Debe enfocarse, y señalar, sus problemas. Mientras que si uno ha venido a la cruz y ha recibido la provisión de perdón misericordiosa, infinita e inmerecida por la sangre de Cristo y uno es aceptado no en base a lo que es en sí, sino en base a lo que es en Cristo, ofrecerá el mismo perdón y la misma aceptación a todos los demás. ¿Decimos “amén”? {Amén} Seremos muy, muy pacientes con ellos porque sabemos que Dios ha sido muy, muy paciente con nosotros. Ya ven, inevitablemente tratamos a otros de la forma en que pensamos que Dios nos trata. Si pensamos que Dios no nos acepta, salvo que nos comportemos según Sus niveles, entonces no aceptaremos a otros salvo que se comporten según nuestro nivel. Pero si reconocemos que Dios, por la gracia, con acredita con el comportamiento perfecto de Su Hijo y nos acepta en base a ello y luego con amor y paciencia nos enseña cómo comportarnos más y más como Él cada día, ofreceremos el mismo presente de aceptación a otros y seremos muy pacientes con ellos mientras aprenden a vivir una vida semejante a Cristo. Criticar, señalar faltas, queridos amigos, es una maldición, es una plaga en esta amada iglesia. Les ruego, por favor, si toman parte en ello, por la gracia de Dios, dejen de hacerlo. Por la gracia de Dios, déjenlo. Bible Commentary, Tomo 5, página 1093: “Deja de discurrir acerca de las faltas de otros, mantén a la lengua santificada en Dios. Evita decir cualquier cosa que pueda restar mérito a la influencia de otra; ya que permitir estas palabras de crítica, es blasfemar el nombre sagrado de Dios de igual forma que si juráramos…” Conozco a muchos adventistas del séptimo día, con justicia propia, que jamás tomarían el nombre de Dios en vano. Nunca jurarían, sin embargo, cada día blasfeman el nombre de Dios al criticar y señalar faltas. ¿Cómo sucede? Bien, amigos, si proclamamos ser cristianos, y estamos criticando y señalando faltas, ¿qué estamos diciendo acerca de Dios? ¿Quién es el acusador del hermano? Satanás. {Apoc 12:10} Si ustedes, y yo, proclamando ser cristianos, resultamos ser acusadores del hermano, ¿qué estamos diciendo acerca de Cristo? Que Él es un acusador de sus hermanos. Nosotros representamos a Cristo cuando tomamos Su nombre. ¿Decimos “amén”? {Amén} Por favor no tomen Su nombre en vano, y no estoy hablando de jurar; estoy hablando de proclamar ser cristiano mientras se es un acusador del hermano. Eso es tomar Su nombre en vano. ¿Lo escuchan, queridos amigos? De Sermons and Talks, página 367: “Podemos cometer errores, y es posible que debamos ‘amonestar a otro.'” {Rom 15:14} “Es posible que debamos,” ¿qué? “…amonestar a otro.” ¿Hay alguna diferencia entre amonestar amorosamente a un hermano o hermana y criticar, señalar faltas a sus espaldas? Existe una gran diferencia. Una es la forma en que Cristo se relaciona con los errores, la otra es la forma en que Satanás se relaciona con los errores. “Podemos cometer errores, y es posible que debamos ‘amonestar a otro.’ Pero ha llegado a las iglesias… un espíritu de murmuraciones, de señalar fallas, de hablar mal, que demuestra que no están convertidos. Se pronuncian palabras que no deberían nunca atravesar los labios de un cristiano. Hermanos y hermanas, si no tienen nada mejor que decir que algo acerca de las faltas de otros, recuerden que ‘el silencio es elocuencia.'” ¿Decimos “amén”? {Amén} “Que a nadie difamen.” {Ti 3:2} Si no pueden decir algo bueno acerca de alguien, no digan nada, por favor. No solo para evitar el daño que lo que dicen hace a otros, sino por favor reconozcan la necesidad de evitar el daño de lo que dicen en cuanto a su efecto sobre ustedes, por la ley de influencia recíproca. Ya ven, si están criticando y señalando faltas, ¿por qué dos principios están, diligentemente, desarrollando esas mismas faltas en ustedes? Primero, ¿en qué están enfocados? Están enfocados en sus problemas, Y al contemplar somos, ¿qué? Vamos, ¿somos qué? Somos cambiados. Luego, por la segunda ley, la ley de influencia recíproca, al hablar de esos problemas, ¿qué están haciendo? Los están fortaleciendo y alentando en ustedes mismos. Criticar y señalar faltas es la mejor manera de desarrollar todas las faltas sobre las que están enfocados y sobre las que hablan, en ¡ustedes mismos! Perdonen mi énfasis en esto, pero, queridos amigos, nos hacemos tanto daño al criticar y señalar faltas. Causamos tanto daño en nuestras familias en el hogar y en nuestras familias en la iglesia debido a esto. Dios nos ayude a cambiar. ¿Decimos “amén”? {Amén} El Ministerio de Curación, página 492. Aquí hay una frase que deben escribir en una tarjeta, una de esas tarjetas de 5 x 7 o de 4 x 8 o como sea, y poner en la heladera con uno de esos imanes. O ponerla sobre el espejo en el baño así deben verla y leerla ¡cada día! ¡Escuchen! Esta es la solución para la crítica y la búsqueda de faltas que es una plaga entre nosotros como pueblo. Aquí está. El Ministerio de Curación, página 492: “Cultivad el hábito de hablar bien de otros.” ¿Decimos “amén”? {Amén} “Cultivad el hábito de,” ¿qué? “…hablar bien de otros. Discurran acerca de las buenas cualidades de aquellos con quienes se asocian,” Pausa. Si van a hablar de las cosas positivas en otros, ¿qué deben hacer? Discurrir acerca de ellas. “De la abundancia del corazón, habla la boca.” {Mt 12:34} Busquen esas buenas cualidades, discurran acerca de ellas y luego pueden, ¿qué? Hablar acerca de ellas. Volvamos a la cita: “Cultivad el hábito de hablar bien de otros. Discurran acerca de las buenas cualidades de aquellos con quienes se asocian y vean tan poco como sea posible de sus errores y faltas.” ¿Decimos “amén”? “Cuando estén tentados de quejarse por algo que alguien ha dicho o hecho, alaben algo en la vida o el carácter de esa persona.” Amigos, si hiciéramos eso, ¿pueden imaginar la paz y armonía y felicidad que habría en nuestros hogares y en nuestras iglesias? ¿Pueden imaginarlo? Dios nos ayude a usar bien a la ley y no mal. ¿Amén? {Amén} Ya ven, si están buscando las virtudes en otros, ¿qué están contemplando? Virtudes, y si están hablando acerca de esas virtudes, por esos mismos dos principios que trabajan contra suyo si están criticando y señalando faltas, ahora, ¿qué está sucediendo? Están siendo bendecidos y tienen ventajas, porque están contemplando lo positivo y están hablando sobre lo positivo; y no solo están diseminando paz y felicidad, sino que también se están ayudando a desarrollar virtudes semejantes a Cristo. ¿Ven cómo opera? ¿Pueden darme alguna respuesta? ¿Ven cómo opera? ¿Entienden lo que estamos explicando aquí? Bien, avanzamos ahora. ¿Cómo se aplica esta ley de influencia recíproca al control del temperamento? Se aplica muy directamente. Por favor entiendan esto. Por favor entiendan esto. Santiago 1:19-20, “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea,” ¿cómo? “…pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” ¿Qué produce la ira del hombre? Más ira del hombre. Nos hace más y más airados. Pero, por favor noten: antes de decir que uno sea “tardo para la ira,” se nos dice que seamos, ¿cómo? “tardo para hablar.” ¿Es esto significativo? Es profundamente significativo. Es profundamente significativo. Queridos amigos, la única forma en que podemos ser tardos para la ira es ser tardos para hablar. En verdad, la única forma en que podemos evitar ser iracundos es aprender a guardarnos de expresar cualquier palabra de ira, debido a la ley de, ¿qué? De influencia recíproca; y, a propósito, ¿qué viene primero? Pronto para oír. Ya saben, muchas veces nos enojamos simplemente porque no hemos entendido en verdad lo que estaba involucrado en la situación. Si solo no nos permitiéramos reaccionar impulsivamente, si nos tomáramos el tiempo para tener todos los hechos, probablemente no nos enojaríamos. Sé pronto para oír pero tardo para hablar, y si demoramos en hablar, demoraremos en enojarnos. Proverbios 15:18; no, Child Guidance, página 95: “El decir una palabra de ira es como la piedra que golpea la piedra: inmediatamente enciende sentimientos iracundos.” ¿Qué hace el pronunciar una palabra de enojo? Enciende sentimientos de ira. Supondría que la mayoría de ustedes pensó que enciende sentimientos de ira en otros, ¿Verdad? Esa es, típicamente, nuestra forma de pensar. Pero, por la ley de influencia recíproca, si decimos palabras de ira, ¿en quién se encenderán, inevitablemente, sentimientos de ira? En nosotros, ¡alabado sea Dios! Si pronuncian una palabra de ira, por la ley de influencia recíproca, se enojarán más. Y aquí es precisamente cuando perdemos en relación con el control del temperamento. ¿Escucharon lo que recién dije? Aquí es precisamente donde perdemos la batalla cuando se trata del control del temperamento. Perdemos la batalla al permitir a la lengua que verbalice nuestros sentimientos iracundos; e instantáneamente, al verbalizarlos, los fortalecemos. Luego los verbalizamos más, y al hacerlo, ¿qué hacemos? Los fortalecemos más, hasta que estamos en un círculo vicioso y perdemos completamente el control. Hogar Cristiano, página 437: “Debemos someter al temperamento airado y controlar nuestras palabras.” Por favor observen, ¿qué está vinculado? Someter al temperamento airado y, ¿qué? Controlar nuestras palabras Son inseparables, lo verán una y otra vez a medida que avanzamos en este estudio. “Debemos someter al temperamento airado y controlar nuestras palabras, y con esto obtendremos grandes victorias. A menos que controlemos nuestras palabras y,” ¿qué? “…temperamento,” allí están de nuevo, “…somos esclavos de Satanás.” Queridos amigos, quienes tengan un temperamento sin control, por favor reconozcan la situación y condición difíciles en que están. “a menos que controlemos nuestras palabras y temperamento, somos esclavos de Satanás.” Sigo leyendo: “Estamos sujetos a él. Él nos tiene cautivos. Todas las palabras discordantes, desagradables, impacientes, quejosas son una ofrenda presentada a su majestad satánica. Y es una ofrenda costosa, más costosa que cualquier sacrificio que podamos hacer por Dios; porque destruye la paz y felicidad de familias enteras, destruye la salud, y es eventualmente, la causa de perder una vida eterna de felicidad.” Queridos amigos, por favor, entiendan que si tienen un problema de temperamento, por la gloria de Dios, deben conseguir una victoria sobre ello. ¿Cómo? ¿Cómo? Testimonios, Tomo 2, página 78: “Tienen un temperamento no sumiso y no controlan su lengua.” ¿Qué ven unidos aquí nuevamente? Los dos. “La falta de auto-control ha sido un gran daño para usted y para su familia. La felicidad, la quietud y la paz han habitado en su hogar pero solo por cortos periodos. Si vuestra voluntad se ve interferida se irrita fácilmente, y luego habla y actúa como si un demonio hubiera tomado posesión. Los ángeles se alejan del escenario de la discordia cuando se pronuncian palabras iracundas. Muchas veces ha echado a los preciosos ángeles celestiales de su familia por ceder a la pasión.” Quiero compartir con ustedes estas declaraciones porque quiero que vean, queridos amigos, lo terriblemente dañina que una rabieta puede ser. Es muy dañino, no solo para la salud y el bienestar de quien vive con ustedes, sino especialmente para vuestra propia salud y bienestar. Por favor entiendan que no solo evita que disfruten de su vida aquí, también evitará que disfruten de su vida posterior. General Conference Bulletin, 1903, página 89: “Recuerden que si..” “…si hablan palabras contrarias a compañeros de la iglesia [o a miembros de la familia], hablarán el mismo tipo de palabras en el cielo, si se les permitiera entrar allí. Pero no entrarán a menos que cambien.” Esto es muy claro. Vean: “Y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” {Heb 12:14} Dios no llevará a nadie al cielo que no haya logrado una victoria plena sobre su temperamento, porque pondrían en riesgo la felicidad en el cielo. ¿Escuchan lo que les estoy diciendo? Bien, ¿cómo entonces? ¿Cómo logramos el control sobre nuestro temperamento? Es una batalla; una batalla intensa, pero queridos amigos, a medida que aprendemos a luchar y a vencer, con la fortaleza de Cristo, es una batalla que nos traerá valiosas victorias. Proverbios 16:32, “Mejor es el que tarde en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Ya ven, se necesita, se necesita una real batalla para conquistar una ciudad, pero aquellos que conquistan su temperamento son aún más grandes que quien conquista una ciudad. Eso es lo que nos está diciendo el hombre sabio aquí. Ya saben, algunos de ustedes, alabado sea Dios, tienen una batalla particularmente difícil entre manos, una batalla difícil en sus manos debido a su herencia. El temperamento a menudo se recibe como una herencia. “Visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” {Éx 20:5} Mi corazón se conmueve por aquellos entre ustedes que han heredado un temperamento muy fuera de control. Tienen una batalla más intensa entre manos que otros. Pero quiero alentarlos: sin importar cuál sea su tendencia heredada en esta área, la gracia de Cristo es suficiente para permitirles superarla. {2 Cor 12:9} {Amén} Tendrán una batalla más intensa entre manos que otros que no han tenido la misma herencia en esta área. Existen muchas personas que luchan y ganan esta batalla y la mayoría de nosotros no somos conscientes de ello. Que esfuerzo intenso, motivado por el amor, y con el poder del espíritu, se requiere para lograr esa victoria y mantener esa victoria, pero les prometo que Dios lo sabe; Dios lo sabe. Escuchen este cita notable, Hogar Cristiano, página 443: “Dios observa cada cosa secreta de la vida. Algunos mantienen una batalla constante por el auto-control. Diariamente luchan en silencio y en oración contra la dureza en el habla y en el temperamento. Es posible que estas luchas nunca las aprecien los seres humanos. Pueden no recibir ningún aliento de labios humanos por evitar palabras apresuradas que buscan proferirse. El mundo no verán nunca estas conquistas, y si pudiera, quizás incluso despreciaría a los conquistadores. Pero en los registros del cielo están registrados como vencedores. Hay Uno que es testigo de cada combate secreto y cada victoria silenciosa, y Él dice: ‘Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.'” {Prov 16:32} Queridos amigos, quiero que volvamos, sin embargo, a algo que se dijo en la mitad de ese párrafo, que nos da el secreto para la victoria sobre el temperamento. ¿Lo observaron? “Pueden no recibir ningún aliento de labios humanos por evitar palabras apresuradas que buscan proferirse.” Allí tenemos el secreto para la victoria. “Evitar,” ¿qué? “…las palabras airadas que buscan proferirse.” Amigos, ¿cuál es el secreto para controlar el temperamento? Es controlar la lengua. ¿Cuál es? Controlar la lengua. Ya saben, Cristo es nuestro ejemplo en todas las cosas, ¿no es así? ¿Tenía Cristo una naturaleza humana? Sí, la tenía. ¿Tenía Él la capacidad, como humano, de enojarse debido a la forma en que fue tratado? ¿Tenía Él esa capacidad? Deben creer que es así. Tuvo él que atravesar circunstancias y experiencias irritantes y agraviantes en Su vida? ¿Fue así? Tanto como ninguno de nosotros ha atravesado alguna vez o, alabado sea Dios, tendrá que atravesar. Consideren las circunstancias increíblemente agraviantes e irritantes de las horas finales de su vida en la Tierra. Ya saben, mientras contemplaba a Cristo bajo circunstancias tan increíblemente agraviantes siempre me sorprendió como pudo Él controlar Sus sentimientos. ¡Sorprendente! No podía entender cómo pudo hacerlo, hasta que el Señor me hizo conocer Su secreto. ¿Saben cuál es su secreto? Se encuentra en Isaías 53:7. Aquí esta: “Angustiado Él, y afligido, no,” ¿qué? “…no abrió Su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió Su boca.” Bien, ¿qué nos dice Isaías tres veces? Que Cristo no dijo nada. Usa dos veces la misma expresión: “No abrió Su boca,” y en medio, ¿qué dice? “enmudeció.” Queridos amigos, cuando las Escrituras repiten algo es porque es algo muy importante. Por favor consideren esto. Cuando las Escrituras repiten algo, es porque, ¿qué? Es muy importante, y aquí las Escrituras repiten tres veces que Cristo no dijo nada; y aquí tienen el secreto de Su victoria bajo circunstancias increíblemente irritantes y agraviantes. Él no abrió Su boca. ¿Entendemos esto? Signs of the Times, 18 de febrero, 1903: “Igual que Satanás fracasó por completo en sus intentos por lograr que Cristo pecara, fracasará en vencernos si actuamos sensatamente.” Y ¿qué significa actuar sensatamente? Escuchen con atención: “Resolvamos firmemente,” Que hagamos, ¿qué? “Resolvamos firmemente.” ¿Cómo resolvemos firmemente? Tomamos la decisión con nuestra voluntad. “Resolvamos firmemente que cuando el enemigo nos tienta a hablar apresuradamente, sintiendo que somos tratados injustamente o somos malentendidos, no abriremos la boca.” ¿Decimos “amén”? {Amén} “Si…” “Si pronunciáramos aún una palabra en respuesta, el enemigo estará casi seguro de lograr la victoria. Debemos aprender la lección del silencio. Con lenguas refrenadas, podemos ser victoriosos en cada prueba de paciencia que nos llamen a atravesar.” ¿Decimos “amén”? {Amén} Aquí lo tienen, ese es el secreto. ¿Cómo podemos pasar con éxito cada prueba que se presenta a nuestra paciencia? Nuestras lenguas deben estar, ¿cómo? Refrenadas. Debemos aprender a cerrar los labios. ¿Amén? Muérdanse la lengua… Lo que haga falta. No digan una palabra mientras sus sentimientos estén alborotados, porque en el momento en que expresan esos sentimientos alborotados, ¿qué están haciendo, por la ley? Los fortalecen y pierden el control. ¡Una palabra! Eso es todo lo que se necesita. ¡Una palabra! Y perdemos el control. Pueden controlar la lengua, pero solo con la fortaleza de Cristo. Por eso, especialmente si tenemos desafíos especiales en el área del control del temperamento, debemos hacer propia esta oración de David Salmos 141:3, “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.” Amigos, si están luchando en esta batalla contra el temperamento, por favor reconozcan que deben aprender a negarnos el pronunciar una sola palabra en circunstancias provocativas o irritantes; y por favor sepan que solo puede hacerlo diciendo esta oración: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.” {Sal 141:3} Por favor sepan también que la mejor forma de controlar lo que sale de la boca es gobernar lo que sucede en el corazón. Después de todo, “de la abundancia del corazón,” ¿que? “..habla la boca.” {Mt 12:34} Entonces pidan a Dios no solo que guarde la boca, sino también que los ayude a gobernar sus pensamientos y sentimientos, y a someterlos a Él {2 Cor 10:5}, y allí aparece este próximo texto, Isaías 26:3, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera; porque en Ti,” ¿qué? “…en Ti ha confiado.” “En Ti ha confiado.” Ya ven, quiero desafiarlos, amigos, a que confíen en el Señor, y a que sepan que Él es capaz de evitar que caigan {Jud 1:24}, a que sepan que Él no permitirá que sean tentados más allá de sus capacidades, sino que con la tentación proveerá, ¿qué? La salida. {1 Cor 10:13} Cuando se encuentren en circunstancias irritantes, confíen en Él. Sepan que Él les permitirá superarlo, y aprendan a reconocer las bendiciones en la prueba. {ST, Aug 21, 1893 par. 5} ¿Escucharon lo que dijimos? Aprendan a reconocer, ¿qué? Las bendiciones en la prueba, al enfrentarla y conquistarla con Su fortaleza. ¿Recuerdan nuestro estudio acerca de Santiago y la tentación? {L28, p. 2} Él dice: “Bienaventurado el varón que,” ¿qué? “…que soporta la tentación.” {St 1:12} Entonces, enséñense a, en verdad, agradecer a Dios por las circunstancias irritantes porque les dan una oportunidad para aprender a gobernar su temperamento. {GW92 133.2} Agradézcanle que con Su poder pueden convertir a esa experiencia en una bendición al aprender a que Su paz gobierne, sobrenaturalmente, sus sentimientos, y a que Su poder, sobrenaturalmente, gobierne su lengua, y con Su paz y Su poder, pueden controlar vuestro temperamento. ¿Entendemos esto? Pueden, deben, controlar su temperamento, queridos amigos. Reflejemos a Jesús, página 293: “Por su propia fortaleza el hombre no puede gobernar su espíritu. Pero a través de Cristo puede lograr el auto-control. En Su fortaleza puede sujetar sus pensamientos y palabras…” …”pensamientos y palabras a la voluntad de Dios. La religión de Cristo pone a las emociones bajo el control de la razón y disciplina la lengua. Bajo su influencia el carácter airado se somete y el corazón se llena de paciencia y gentileza.” Esa es la victoria sobre el temperamento. ¿Decimos “amén”? Esa es la victoria y, queridos amigos, podemos tener esa victoria. Ahora, rápidamente, avancemos juntos. Quiero darles un MO. para enfrentar emociones airadas, irritadas. Un MO, ¿qué es un MO”? Un modus operandi, para utilizar el término latino. Significa modo de operación, método de operación. Aquí está el MO, y funciona porque es una aplicación de la ley de influencia recíproca. ¿Bien? Observen, por favor. Cuando descubren que han irritado a sus sentimientos debido a alguna circunstancia provocativa en que están involucrados… Idealmente, lo que deberían haber hecho sería rechazar instantáneamente esos sentimientos y pedir a Dios que les dé esa paz más allá del entendimiento. {Flp 4:7} Confíen en Él y crean en Su promesa, “Tú,” ¿qué? “guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera.” {Is 26:3} Ese es el ideal. Pero si no han hecho eso, y si hallan a sus sentimientos turbados, entonces, por favor, recuerden que existe un MO. Número uno: No lo expresen. Número uno: No, ¿qué? No lo expresen. No pronuncien ni una palabra, porque si lo hacen, ¿qué sucederá? Lo perderán, perderán el control. Por la ley de influencia recíproca, esos sentimientos se fortalecerán y alentarán y perderán el control. Entonces, no los expresen. Número uno: No, ¿qué? Expresen. Número dos: No solo repriman. No solo, ¿qué? Repriman. Sí, muérdanse la lengua, pero si eso es todo, si solo evitan expresar, si solo reprimen, ¿qué sucederá más tarde o más temprano? Vamos, ¿qué sucederá? Va a aumentar la presión hasta que, repentinamente, algo quiebre el sello de la olla a presión, y surja una horrible muestra de temperamento. ¿Entendemos esto? Entonces, pueden preguntarse: “Bien, un minuto, ¿cuál es la opción, si no vamos a expresar y no vamos a solo reprimir?” Reprimimos, sí, pero no solo eso. ¿Cuál es el tercer paso? Confesar. ¿Decimos “amén”? {Amén} Confesar. Algunos estarán diciendo: “Un momento, no tengo nada que confesar, no he dicho nada todavía.” Si responden así, es porque no han estado estudiando con nosotros esta semana. Recuerden, queridos amigos, que cuando cedemos y permitimos que pensamientos o sentimientos equivocados permanezcan en la mente, ¿qué hemos hecho, en los ojos de Dios? ¿Qué hemos hecho? Hemos pecado. Tenemos al embrión del pecado en el útero de la mente, para utilizar esa otra analogía que utilizamos cuando vimos el pasaje de Santiago. {L29, p. 3} ¿Bien? Entonces, si los sentimientos erróneos han atravesado la barrera, la primera barrera ideal del rechazo instantáneo de la voluntad santificada, y si los han entretenido y les han permitido que permanezcan, y se han fortalecido en sus mentes, queridos amigos, reconozcamos que hay algo que debe ser confesado. Hemos pecado. Cristo lo establece claramente, y lo estudiamos antes así que no podemos detenernos ahora. Se encuentra en Mateo 5:22. Permítanme leerles rápidamente una nueva traducción al inglés, una traducción muy interesante, relativamente nueva. “Pero les digo, si están airados con alguien, están ¡sujetos a juicio!” Ya ven, han quitado esa… esa breve cláusula de la que hablamos antes. Por favor sepan: “si están airados con alguien, están sujetos a juicio.” {Mt 5:22} Cristo está hablando de la ley que dice: “No matarás,” {Éx 20:13} y está expresando muy claramente que se puede transgredir esa ley simplemente estando, ¿cómo? Enojado. Entonces si apenas han tenido sentimiento de enojo, han transgredido la ley y tienen algo que confesar. Aquí hay otra declaración; Child Guidance, página 95: Veamos primero 1 Juan 3:15: “Todo aquel que aborrece a su hermano es,” ¿qué? “…homicida.” No necesitan tirar del gatillo, enterrar el cuchillo. No necesitan siquiera golpearlo. Ni siquiera maldecirlo. Si lo aborrecen, son culpables y ¿qué deben hacer? Confesar. Child Guidance, página 95: “Nunca debemos perder el control de nosotros mismos. Mantengamos siempre ante nosotros al Patrón perfecto. Es un pecado hablar con impaciencia o mal humor, o enojarse, aun si no hablamos.” Esto es bíblico. Es un pecado, ¿qué? Enojarse, aun si no hablamos. Entonces que sean capaces de morderse la lengua y no expresar, no significa que no hayan pecado. ¿Estamos siguiendo esto? Y si lo expresan, el pecado aumenta. Por eso Cristo sigue diciendo, “cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable.” “Y cualquiera que diga… ¿Cómo lo dice la nueva traducción: “Si llaman a alguien idiota, están en riesgo de ser llevados ante el tribunal supremo. Y si maldicen a alguien, están en riesgo con los fuegos del infierno.” {Mt 5:22 NLT} Ya ven, cuánto más fuerte y abiertamente expresamos el enojo, más culpables somos. Pero el punto es que somos culpables de haber pecado, aun si solo tenemos sentimientos de ira dentro del corazón. ¿Entendemos esto? Es importante entender esto, amigos, porque no podemos liberarnos del pecado a menos que lo confesemos como un pecado y recibamos perdón por ello. ¿Escuchan lo que les digo? Por eso no debemos solo reprimir. Debemos, ¿qué? Confesar; y si confesamos, ¿qué hará Dios? “Si confesamos nuestros pecados, Él,” ¿qué? “…Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y,” ¿qué más? “…limpiarnos de toda maldad.” {1 Juan 1:9} Esa es amigos, su catarsis segura. Es su, ¿qué? Catarsis segura. Pueden ir al Señor en oración, y recibir liberación. Hay una catarsis insegura, y eso es expresarlo en estado de ira, y, con seguridad, lo reforzarán si hacen esto. Por favor, no expresen, no solo repriman, sino, ¿qué? Confiesen. Confiesen tan amplio y profundo como sepan, y vayan con espíritu humilde. Hay aquí una hermosa declaración que debo compartir. Review and Herald, 16 de diciembre, 1884: “Si han habido dificultades, hermanos y hermanas.” “Si ha habido dificultades hermanos y hermanas, si la envidia, malicia, amargura, conjeturas malvadas, han existido, confiesen estas cosas, no en forma general, vayan a su hermano o hermana personalmente. Sean firmes. Si han cometido una falta y ellos veinte, confiesen ese como si fueran el principal infractor. Tómenlo de la mano, permitan que su corazón se suavice bajo la influencia del Espíritu de Dios y digan: “¿Me perdonarás? He tenido sentimientos malos hacia ti. Quiero enmendarlo, para que nada quede registrado contra mí en los libros del cielo. Debo tener un registro limpio.” {Apoc 20:12} Me encantaría explorar esto, pero no tenemos tiempo. Queridos hermanos y hermanas, por favor, ¿cuál es el MO? No expresen. No solo repriman. Confiesen, y luego ¿qué? Luego evalúen. Luego evalúen pero no hasta entonces. Evalúen: analicen la situación. Discútanla con la persona con la que tuvieron el problema. Aprendan de su error para que no deban hacerlo nuevamente. Pero, por favor, no traten de evaluar hasta que hayan antes, ¿qué? Confesado. Si tratan de evaluar sin antes confesar, solo conseguirán entrar en una guerra de trincheras. ¿Lo escuchan? “No habría dicho eso si tú no hubieras hecho aquello.” “Bien, no lo habría hecho si tú no hubiera hecho esto.” Y estamos en una guerra de trincheras. Confiesen, reconozcan que están equivocadas, reciban el perdón y luego están libres de esa horrible carga de justificarse a sí mismos porque ya han sido perdonadas. ¿Tiene esto sentido? Entonces, ¿qué es lo último? Profesar. Profesar vuestra fe y amor a Dios y vuestro aprecio por la persona a la que han ofendido. El Ministerio de Curación, página 492, esa poderosa declaración nuevamente: “Cultivad el hábito de hablar bien de otros. Discurran acerca de las buenas cualidades de aquellos con quienes se asocian, y vean tan poco como sea posible de sus errores y faltas. Cuando estén tentados de quejarse por algo que alguien ha dicho o hecho, alaben algo en la vida o el carácter de esa persona. ” Hermanos y hermanas, al hacer eso, al utilizar la ley, seremos bendecidos enormemente. ¿Amén? {Amén} Levantémonos para orar. Dios Padre, por favor enséñanos a utilizar esta ley, en especial para obtener la victoria sobre nuestro temperamento. Te lo pedimos en nombre de Cristo. Amén. Dios los bendiga. Muchas gracias.

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