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Se dice que el desarrollo del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. Durante la siguiente hora exploraremos tanto nuestro privilegio como nuestra responsabilidad de asemejarnos al carácter de Cristo. Acompáñenos en esta poderosa hora de renovación personal mientras el Pastor Stephen Wallace nos lleva “De Gloria en Gloria.”
Bienvenidos otra vez, queridos amigos. Gracias por quedarse. Gracias por dedicar tanto tiempo en estas dos últimas semanas al estudio de la Palabra de Dios. Y por vuestra asistencia regular, y algunos de ustedes han sido muy, muy fieles. No los conozco por nombre, pero conozco sus rostros, y han estado aquí fielmente y aprecio eso profundaménte. Alabo a Dios por eso porque es una indicación clara de que el Espíritu Santo está trabajando en sus corazones y en sus vidas, una clara indicación. Ya saben, no hay nada atractivo para el hombre carnal en lo que hemos estado estudiando y compartiendo aquí, nada. {Rom 8:7} Nada sensacional, nada entretenido. Ha sido un estudio directo de lo “que ha dicho el Señor” {PH167 26.1} acerca de asemejarse a Cristo en carácter. Así que el hecho de que hayan elegido venir es una clara indicación de que el Espíritu Santo está obrando algo sobrenatural en sus vidas, dándoles hambre y sed {Mt 5:6} de la Palabra de Dios. {Am 8:12} Gloria a Dios por ello y solo ruego con ustedes para permitir que Él complete {Col 1:28} lo que ha comenzado. ¿Bien? Sigan viniendo a la Palabra y estudiando, y verán que los liberará {Juan 8:32}, y los santificará porque Cristo es la Palabra. {Juan 17:17} ¿Amén? {Amén} Eso es Cristo, es liberarnos de nuestra atadura al pecado, al yo y a Satanás, y traernos de regreso al amor benigno y benevolente del Señor, y transformarnos de las personas naturalmente egoístas que somos a amantes y adorables cristianos. {LDE 191.4} Tenemos a amar a un Señor así, ¿Amén? {Amén} Lo hacen, lo hacen. Bien, estamos en nuestro último estudio juntos esta vez. Aquí no es donde, típicamente, terminaría la serie, pero necesitamos terminar aquí porque nos hemos quedado sin tiempo. Quiero mirar una vez más esta ley de la influencia recíproca, y quiero alentarlos a que reconozcan conmigo que debido a la influencia recíproca entre nuestros pensamientos y nuestras palabras, nuestras palabras son muy útiles al examinar nuestros corazones. {GW92 109.3} Repito esto: Una observación cuidadosa, objetiva, de lo que sale de nuestros labios, es muy útil para que sepamos qué está sucediendo en verdad en nuestros corazones; y ¿es importante examinarnos y saber qué está sucediendo en nuestros corazones? ¿Lo es? Queridos amigos, No puedo exagerar en señalar la importancia de ello, especialmente a la luz del hecho de que somos, evidentemente tan dados al auto-engaño que es la característica distintiva de esta iglesia de los últimos días. Pensamos que somos, ¿cómo? “…rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad,” y no sabemos que somos, ¿qué? “…desventurado, pobre, ciego y desnudo.” {Apoc 3:17} ¿Por qué? Bien, como hemos visto antes, es porque tenemos una forma de santidad. {2 Tim 3:5} Guardamos la letra de la ley comparativamente mejor que casi todos. {DA 173.6-174.2} Entonces, ¿qué concluímos? Que somos el pueblo remanente de Dios, listos y esperando la venida de Cristo. Tengan cuidado. Pueden no ser lo que creen ser; pero son lo que piensan, lo son. “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” {Prov 23:7} Pero no es fácil por el hecho de que lo que sucede en el corazón, no se ve con el ojo natural. Requiere, ¿qué? Discernimiento espiritual. {1 Cor 2:13-14} No es fácil entonces reconocer cómo es en verdad en nuestras almas, a menos que nuestros ojos estén, ¿qué? Untados con colirio. {Apoc 3:18} Pero una de las mejores formas de ayudarnos a entender cómo son nuestras almas, es escuchar lo que sale del corazón a través de los labios, escuchar eso. Puede decirnos mucho. Quiero desafiarlos a aprender a hacer eso, y otra vez, esto, esto puede no ser muy cómodo para ustedes, alabado sea Dios, pero es necesario, es necesario. El Espíritu puede hacer que haga algunos sondeos, algunos sondeos. No se enojen por eso, por favor. Solo… No quiero que nadie vaya por la auto-justicia y el auto-engaño hasta que sea demasiado tarde para hacer algo al respecto. No estoy acusando a nadie de ser hipócrita. Pero sé, en virtud del veredicto del Verdadero Testigo {Apoc 3:14}, que hay mucha hipocresía entre nosotros. Así que quiero desafiarlos igual que me desafío, necesitamos examinar nuestros corazones. ¿Amén? Necesitamos examinar nuestros corazones, así que estemos dispuestos a ello. Pero comencemos con pedir la unción del colirio. El Verdadero Testigo quiere dárnoslo, ¿no es así? Específicamente le dice a Laodicea que se lo pida. {Apoc 3:18} Hagámoslo ahora. Padre nuestro que estás en los cielos, de nuevo en nombre de Cristo, vengo en mi nombre y en nombre de mis hermanos y hermanas. Vengo en confianza debido al Hermano mayor y Su valor. Vengo, primero, para alabarte y agradecerte. No lo hacemos tanto como deberíamos. Pedimos mucho pero no agradecemos mucho. Nos has estado bendiciendo en el estudio de la Palabra, y estamos tan agradecidos. Oramos porque nos bendigas nuevamente. Por favor, Padre, ayúdanos a observar la simple verdad de que: “De la abundancia del corazón habla la boca.” Como es así, podemos aprender mucho acerca de nuestros corazones, escuchando a nuestras bocas. Ayúdanos a ser realmente honestos y objetivos con nosotros mismos en este auto-examen y a descubrir, si es necesario, cualquier hipocresía, por favor, mientras aún hay tiempo para correr a la cruz y obtener un nuevo corazón y ser honestos. Guía y dirige cada pensamiento y palabra mientras lidero este estudio, es mi oración en el nombre de Cristo. Amén. Como habrán notado, y ha sucedido antes, no terminamos la última lección. Pero no importa porque está muy relacionada con el tema de esta última. Espero que todos hayan visto la enorme bendición que puede ser nuestra si aprendemos a gobernar la lengua. {2T 315.2} ¿Lo han visto? {Sí} Espero que todos hayamos visto también, el gran daño que podemos afligirnos si no controlamos la lengua. Lo imperativo que esto es, entonces, si queremos asemejarnos a Cristo en carácter y madurar en nuestra experiencia cristiana, para vivir una verdadera renovación; lo imperativo que es aprender cómo domesticar la lengua. ¿Amén? Santiago ha dicho algo al respecto y, en una primera lectura, es un poco desalentador. Santiago 3:8 y siguientes; versículo 8: “Pero ningún hombre puede,” ¿qué? “…domar la lengua.” ¿Quiere decir esto que solo podemos causar daño y caos en nuestra experiencia cristiana, por una lengua fuera de control? ¿Significa que nunca podremos cosechar las bendiciones inherentes en alabar a Dios con nuestras lenguas? {Hay Uno que puede domesticar la lengua.} Gracias. Dice: “Ningún hombre puede domar la lengua.” “Separados de Mí,” ¿qué? “…nada podéis hacer. {Juan 15:5} Pero con Él podemos hacer todas las cosas. ¿Amén? {Amén} “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece,” {Flp 4:13} incluso domar la lengua. ¿Decimos “amén”? {Amén} Bien, bien. Por por favor observen conmigo la raíz del problema, del problema de una lengua no domesticada. ¿Cuál es la raíz del problema? Leámos un poco más: “Pero ningún hombre puede domar la lengua. que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hecho a la semejanza de Dios. De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” La respuesta, por cierto, está implícita, pero es “no.” Pero por favor observen, Santiago nos ha identificado a la raíz del problema. Es la fuente. ¿Bien? La boca es la apertura de la fuente, y lo que emite son nuestras palabras, pero lo que determina directamente el tipo de palabras que surgen, es lo que sucede en la mente. ¿Está claro? Por lo tanto, si vamos a dominar la lengua, si vamos a aprender a llevar cada palabra al cautiverio de la obediencia a Cristo, debemos aprender a llevar cada pensamiento al cautiverio de la obediencia a Cristo. {2 Cor 10:5} ¿Podemos hacerlo nosotros? {No} Ni a un pensamiento podemos poner en cautiverio. Pero con un nuevo corazón, motivado por el amor y con el poder del Espíritu Santo, pueden llevar a cada pensamiento al cautiverio de la obediencia a Cristo. ¡Pueden hacerlo! Prometo que pueden. Sus órdenes son capacidades. {COL 333.1} El hecho mismo de que nos ha exhortado a hacerlo es en sí una promesa de que Él nos capacitará. Lo es. Cada pensamiento; y, amigos, cuando llevamos cada pensamiento al cautiverio, llevaremos también a cada palabra. ¿Por qué? “De la abundancia del corazón, habla la boca.” {Mt 12:34} ” De la abundancia del corazón, habla la boca.” Vean, Testimonios, Tomo 5, página 176: “El pecado del habla malvado comienza con albergar malos pensamientos.” Allí lo tienen. Queridos amigos, debemos rastrear al problema a su origen, y, por la gracias de Dios, aprender a llevar nuestros pensamientos al cautiverio. Luego, por esa misma gracia, llevaremos a la lengua al cautiverio. Domaremos la lengua. Podremos hacerlo. Proverbios 4:23, “Sobre toda cosa guardada, guarda el corazón; porque de él,” ¿qué? “…mana la vida.” Si quieren aprender a gobernar la lengua, deben aprender a gobernar el corazón. Review and Herald, 12 de junio, 1888. Aquí, en verdad, se comenta el versículo de David en Salmos 19:14, creo. “Sean gratos los dichos de mi corazón y,” ¿qué? “la meditación de mi corazón delante de Ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” Ya ven, solo en la fortaleza de Cristo podemos tener la meditación de nuestros corazones aceptable, o las palabras de nuestra boca gratas. En Su fortaleza podemos tener a ambas aceptables. Y si una va a ser aceptable, la otra debe serlo, debido a, ¿qué? La ley de influencia recíproca. Escuchen ahora el comentario que la pluma inspirada realiza sobre este versículo. Review and Herald, 12 de junio, 1888: “Debemos disciplinar a la mente para que piense en un canal saludable, y no permitir que discurra sobre cosas que son malvadas. El salmista exclama, ‘Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.’ Al trabajar Dios sobre el corazón a través del Espíritu Santo, el hombre debe cooperar con Él.” Volvemos a ese concepto clave. “A trabajar Dios sobre el corazón a través del Espíritu Santo, el hombre debe cooperar con Él. Los pensamientos deben estar recogidos…” ¿Cómo suena esto? Pedro, “ceñid los lomos de vuestro entendimiento,” sí. {1 Pe 1:13} “Los pensamientos deben estar recogidos, limitados, se debe evitar que se dispersen y contemplen cosas que solo debilitarán y profanarán el alma. Los pensamientos deben ser puros, la meditación del corazón debe ser limpia, si las palabras de la boca han de ser palabras aceptables en el Cielo, y útiles a nuestros asociados.” ¿Ven cómo logramos la victoria sobre una lengua suelta? Aprendemos a guardar nuestro corazón sobre todas las cosas. {Prov 4:23} Aprendemos a ligar nuestros pensamientos, a tenerlos cautivos a Cristo. Ceñid los lomos de vuestro entendimiento. Ese es el secreto, amigos, ese es el secreto. Pero también necesitamos orar para que Dios nos ayude a guardar la boca de la fuente también, y El lo hará, ¿no es así? Salmos 141:3, “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.” Amigos, quiero que recen esta plegaria al aprender cómo domar la lengua por gracia divina combinada con el esfuerzo perseverante. {RH, May 6, 1890 par. 10} Se necesitarán ambos, se necesitarán ambos. Por favor sepan que lo bien que estamos gobernando nuestras lenguas es una indicación clara, verdadera y válida de nuestra madurez espiritual. Santiago lo expresa muy claramente. Por eso precisamente escucharnos hablar y analizar lo que surge de la boca es tan útil, en este proceso vitalmente importante de auto-examen {ST, February 10, 1890 par. 7} que todos debemos hacer en este Día Anti-típico de Expiación. {GC 428.1} Por favor permítanme regresar a ese punto que establecimos antes en este seminario. Somos un pueblo que debe dar un mensaje, y, ¿cuál es ese mensaje especial? “Temed a Dios, y dadle gloria, porque,” ¿qué? “…la hora de su juicio ha llegado.” {Apoc 14:7} Todos saben, estoy seguro, que estamos viviendo en el Día Anti-típico de Expiación {PH002 25.2}, el Día del Juicio; y durante el Día de Expiación típico, ¿qué estaban haciendo los hijos de Israel? Estaban ayunando y orando. Estaban observando sus corazones para ver que todo estuviera bien en sus almas {Lev 16:29-31}; y, queridos amigos, si era apropiado e importante hacerlo en el típico, ¿no creen que sería apropiado, en verdad de lo más importante, hacerlo en el anti-típico? Por supuesto, y sin embargo, qué poco de esto hacemos; qué poco de esto hacemos: un examen del alma honesto, dedicado. {DA 650.5} Y en este proceso de examen, debido al hecho de que las palabras están en el reino tangible del comportamiento, nos ayudan especialmente a tener conciencia de lo que está sucediendo en el reino intangible de nuestras mentes. La verdad básica fundamental se encuentra en Lucas 6:45. “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca,” ¿qué? “…lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca,” ¿qué? “…lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Justo aquí tenemos todo el problema fundamental de la caída del hombre, las consecuencias de la caída del hombre. Nuestros primeros padres comieron del árbol de la sabiduría de, ¿qué? Del bien y del mal. {Gn 3:6} El conocimiento del bien era el carácter de Dios, y eso es todo lo que Él tenía intención que conociera la raza humana. Pero cuando comieron de la fruta prohibida, obtuvieron el conocimiento del mal, que es el carácter de, ¿quién? Satanás. Ahora, ¿cómo podemos saber qué carácter tenemos? ¿Es importante saber qué carácter tenemos? Sí, lo es. ¿Podemos evaluar con seguridad nuestro carácter y su condición en base a su producto, nuestro comportamiento? No, porque pueden estar haciendo todo lo correcto por razones incorrectas. Recuerden, eso es precisamente lo que significa ser “tibio”. Lo recuerdan, ¿no? “Frío” es hacer todo lo incorrecto por razones incorrectas; un exterior sin dios porque somos interiormente sin dios. “Caliente” es hacer todo lo correcto por las razones correctas; un exterior divino porque somos interiormente divinos. “Tibio” es hacer, ¿qué? Hacer todo lo correcto por las razones incorrectas. “Que tendrán apariencia de piedad, pero,” ¿qué? “…negarán la eficacia de ella.” {2 Tim 3:5} Entonces en cuando a examinar nuestro carácter, ya sea que tengamos el conocimiento de lo bueno o lo malo, ya sea que tengamos la mente de Cristo o la mente de Satanás, no es seguro hacerlo en base a nuestra conducta externa. Debemos mirar más profundo que eso. Pero por favor sepan que una cosa que inevitablemente nos dirá cosas válidas y verdaderas acerca de nuestro carácter es lo que sale de nuestra boca, en forma habitual, diaria. ¿Cómo? En forma habitual, diaria. Quiero subrayar esto. Es posible hablar como cristiano cuando se espera que lo hagamos. Vamos, es posible decir las palabras cuando están escuchando, y queremos convencerlos de que somos cristianos. Pero, queridos amigos, por favor entiendan que lo que sale de la boca en forma habitual, diaria, es lo que realmente indica lo que es la abundancia del corazón. ¿Lo escuchan? Esto es un calificativo importante para tener en cuenta al examinar al yo a través del análisis de lo que sale de vuestra boca. No analicen solo lo que sale de vuestra boca cuando están en la clase de Escuela Sabática el sábado a la mañana. ¿Escuchan lo que trato de explicarles? Examínense sobre la base de lo que sale de vuestras bocas cuando están en casa, solo con la familia, o cuando están con asociados no conversos en forma cotidiana. Allí se convierte en una guía verdadera y un indicador válido de la condición de vuestro corazón. ¿Se entiende? Bien, El Camino a Cristo, página 58: Estamos a comienzos de la página 82: “Es verdad…” y vimos esto antes, y no fue cómodo cuando lo leímos la primera vez y probablemente no lo sea cuando lo leamos esta vez, pero está bien; necesitamos leerlo. “Es verdad que puede haber una,” ¿qué? “…una corrección externa del comportamiento sin el poder renovador de Cristo.” Tienen una forma de santidad, pero no tienen el poder {2 Tim 3:5} para cambiar, ¿qué? El corazón. Ya ven, el verdadero poder de las Escrituras nos cambian donde realmente somos. Y dónde es eso? “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” {Prov 23:7} El verdadero Evangelio nos cambia de lo interno a lo externo. El falso nos cambia en lo externo, pero nunca en lo interno. Es solo modificación del carácter por motivación del yo. ¿Bien? “Es verdad que puede haber una corrección externa en el comportamiento sin el poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de la estima de otros puede producir una vida bien ordenada. El auto-respeto puede llevarnos a evitar la aparición del mal. Un corazón egoísta puede realizar acciones generosas.” Notable; todas las cosas correctas pero por todas las razones erradas… Un corazón egoísta, el egoísmo es la motivación. Entonces, ¿cómo podemos conocer la condición de nuestro corazón? Debemos hacernos las siguientes preguntas: “¿Quién tiene al corazón?” Bien, hay una frase antes: “Por qué medios, entonces, determinaremos de parte de quién estamos?” Primera pregunta: “¿Quién tiene el corazón?” “¿Quién tiene el corazón?” Bien, la siguiente pregunta nos ayuda a responder esto. “¿Con quién están nuestros pensamientos?” Ya ven, aquello a lo que más amamos es aquello en lo que más pensamos. ¿Bien? Pero, ¿cómo podemos decir en qué pensamos más? Próxima pregunta. Ahora, de repente, salimos del reino intangible de la mente hacia el reino tangible del comportamiento. ¿Cuál es la próxima pregunta? “De quien amamos,” ¿qué? “…conversar?” Ya ven, ahora lo que está sucediendo en la fuente ha surgido de, ¿dónde? De la boca. Se nos ayuda a ver mejor lo que está sucediendo allá atrás, en el reino de la mente. Repito, debemos analizar lo que surge en forma habitual, cotidiana. “¿De quién amamos conversar?” Ya ven, amigos, si quieren realmente saber a quién están adorando, escuchen su habla. La palabra en inglés para “adorar” es una forma de decir “que tiene valor.” ¿Bien? Aquello a lo que adoramos es aquello a lo que otorgamos valor supremo. Aquello que consideramos merecedor, por sobre todo lo demás, de nuestro tiempo, nuestra energía, nuestros recursos, todo lo nuestro, es aquello que “adoramos.” ¿Qué adoran ustedes? Bueno, escúchense hablar. “De la abundancia del corazón habla la boca.” {Lc 6:45} Lo que más aman, lo que consideran más importante, más valioso en la vida, es, inevitablemente, de lo que van a estar hablando más. Lo es. Y cuando nos sentamos y analizamos el tema favorito de conversación, podemos ayudarnos mucho en descubrir, quizás, idolatría oculta en nuestras vidas. Si realmente aman a Cristo por sobre todo… Sigamos esto ahora; no se puede negar lógicamente. Si realmente aman a Cristo por sobre todo, ¿Acerca de qué más nos gustará hablar? Cristo. Sabemos esto. ” De la abundancia del corazón habla la boca.” {Mt 12:34} Alabado sea Dios, pregúntense, “¿De qué me gusta más hablar en realidad?” ¿Es Cristo? La mayoría de nosotros, lo saben, encontramos difícil hablar sobre Cristo. Estamos como avergonzados de hablar sobre Cristo. Dios nos perdone. Dios nos perdone. Dios nos ayude a amarlo tanto que, incluso si podemos ser rechazados por hablar acerca de él, simplemente no podamos evitarlo porque lo amamos tanto. Escúchense hablar. ¿Qué sucede en vuestras almas? {RH, Apr 9, 1889 par. 11} Abran los oídos a la abertura que es el canal directo por el que pasa y surge que lo que sucede en la fuente, y escuchen, escuchen. Escuchen objetivamente; analíticamente. Escuchen honestamente: ¿qué surge? Southern Watchman, 5 de diciembre, 1899: “El Salvador que habita siempre se revela en las palabras.” ¿Escucharon eso, amigos? Si Cristo habita en nosotros, ¿dónde se revelará? {En nuestras palabras } En nuestras palabras. ¿Está Cristo en ustedes, la esperanza de gloria? {Col 1:27} Bien, ¿qué surge de sus labios? Aquí hay una pregunta profunda que debo desafiarlos a que se pregunten, y debo preguntarme. Se encuentra en Southern Watchman, 21 de noviembre, 1905: “Hermanos y hermanas, ¿cómo están utilizando el don del habla? ¿Han aprendido a controlar la lengua para que siempre obedezca los dictados de una conciencia iluminada y de afectos santos? ¿Está vuestra conversación libre de frivolidad, orgullo, malicia, engaño e impureza? ¿Están ustedes sin astucias frente a Dios? Las palabras tienen un poder delator. Satanás, si es posible, mantendrá a la lengua activa en su servicio. Por nosotros mismos no podemos controlar al miembro indómito. La gracia divina es nuestra única esperanza. Siempre que haya pureza de corazón y nobleza de carácter, se revelarán en pureza y nobleza en acciones y habla.” “Se revelarán.” ¿Revela lo que surge de vuestros labios pureza de corazón y nobleza de carácter? ¿Lo hace? Santiago lo expresa muy francamente en 1:26: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana.” Guau. Las Escrituras algunas veces dan directamente a lo central, ¿no es cierto?, y lo dicen realmente como es. ¡Vana! Ya ven, amigos, si vuestra relación con Cristo no es suficiente para permitirles gobernar la lengua, entonces no tienen realmente una relación con Cristo. Pablo no dice, “Todo lo puedo menos domar mi lengua en Cristo que me fortalece.” Él dice: “Todo,” ¿qué? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” {Flp 4:13} Así, si realmente vamos a tener una relación de salvación con Cristo, tendremos suficiente poder, suficiente gracia, para gobernar nuestras lenguas. ¿Decimos “amén”? {Amén} No podemos negarlo de ningún modo porque negarlo sugeriría que Cristo tiene insuficiente poder para permitirnos gobernar nuestras lenguas. ¿Estarían dispuestos a decir eso? Yo no puedo. Ya ven, el problema no es Su falta de poder. El problema es nuestra falta de dependencia en Él. Debemos llegar al lugar donde estemos constante y desesperadamente dependientes en Cristo. En Su poder podemos gobernar no solo cada pensamiento, sino cada palabra. Podemos hacerlo. Por favor, deben creerlo si alguna vez van a experimentarlo. Deben creerlo: Su gracia es suficiente. {2 Cor 12:9} Nuestra madurez cristiana, nuestro crecimiento en Cristo, se manifestará siempre en nuestro obtener un control más y más consistente y constante sobre nuestras lenguas hasta que finalmente tengamos control completo y consistente de lo que surge de nuestras bocas. Santiago, otra vez, lo aclara, 3:2: “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” Ya ven, podemos ser perfectos, podemos madurar en Cristo; y si crecemos a la estatura de la plenitud de Cristo {Ef 4:13}, un varón perfecto, una mujer perfecta, en Cristo, eso se evidenciará en un gobierno consistente de la lengua. Aprenderemos a refrenar, a domar, la lengua. a propósito, la razón por la que la lengua es el miembro del cuerpo que Santiago usa para indicar si tenemos o no control sobre todo el cuerpo, es porque la lengua es el más difícil de controlar, ¿no? Es el más escurridizo, y tiene la conexión más cercana e inmediata al cerebro. Es, oh, tan fácil, ya saben, perder control sobre ella. Pero, amigos, cuando aprendemos cómo, por la gracia de Cristo, y por el amor de Cristo, gobernarla, podemos gobernar, ¿qué? Todo el cuerpo, todo el cuerpo, esto es lo que dice Santiago. “Llevando cautivo todo pensamiento.” {2 Cor 10:5} Llevando cautiva cada palabra, esa es la verdadera madurez cristiana. Escuchen como la pluma inspirada une a ambos. En los Lugares Celestiales, página 270: “Cuando somos llevados a circunstancias adversas, cuando nuestros sentimientos naturales están alborotados y queremos expresar la ira, entonces nuestra fe está a prueba; entonces debemos manifestar la sumisión y gentileza de Cristo. Ni en una palabra…” Ni en una, ¿qué amigos? {Una palabra } “Ni en una palabra hemos de dar expresión a los sentimientos del corazón natural.” Es un requisito alto, ¿no? Pero, alabado sea Dios, no se conformen con menos. ¡Por favor! “Ni en una palabra hemos de dar expresión a los sentimientos del corazón natural.” Y luego cita nuestro texto: “‘Si alguno no ofende en palabra, éste es un varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo,’ (Santiago 3:2) – el hombre perfecto. Lo que queremos es estar bajo el control de Cristo…” Quiero escuchar más que un “amén.” Les daré una segunda oportunidad. ” Lo que queremos es estar bajo el control de Cristo…” {Amén} Sí. “Tomar el brazo del Poder Infinito diciendo: ‘Vendré a Dios como soy, y rogaré a Dios que me otorgue la victoria. Seré más que conquistados a través de Él que me amó.'” Debo hacer que lo digan conmigo otra vez: “En la fortaleza de Cristo, seré un conquistador.” {TMK 16.5} Ahora que saben que vamos a decirlo, quiero que lo digan porque realmente lo creen. “En la fortaleza de Cristo, seré un conquistador.” Sí. Amigos, Su fortaleza es suficiente. Pueden conquistar vuestros pensamientos y vuestras palabras en la fortaleza de Cristo. Separados de Él nada podemos hacer, {Juan 15:5} pero: “Todo lo puedo en Dios que me fortalece.” {Flp 4:13} Puedo gobernar cada pensamiento; puedo gobernar cada palabra. ¿Lo creen? {Sí} Recuerden ahora que la fe sin obras es muerta. {St 2:20} Que Dios nos ayude a dar evidencia de nuestra fe al domar la lengua. Algunos pueden estar afligidos ante el prospecto de que deben refrenar la lengua consistentemente al punto de evitar que exprese aun una palabra de nuestros sentimientos naturales. Algunos puedes estar un poco afligidos por ese prospecto. Testimonios, Tomo 1, página 307: “Algunos han preguntado: ‘¿Debo estar en guardia y sentir un freno sobre mí continuamente?’ Se me ha mostrado,” dice en respuesta, “que tenemos una gran obra ante nosotros de observar nuestros corazones y guardarnos con celoso cuidado. Debemos aprender donde fallamos, y luego guardarnos en ese punto. Debemos tener control perfecto sobre nuestro propio espíritu. ‘Si alguno no ofende en palabra, éste es un varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.'” Queridos amigos, por favor avancen hacia esa meta. {Flp 3:14} Es un requisito alto, alabado sea Dios. Es un requisito divino. pero por el amor de Cristo y en el poder del Espíritu Santo, debemos alcanzar ese requisito si esperamos estar entre los 144.000. {Mar 241.8} ¿Cuál es una de las características identificatorias claves de los 144.000? Apocalipsis 14:5: “Y en sus bocas no fue hallada mentira.” No fue hallada mentira; “…pues son sin mancha delante del trono de Dios.” Dios nos ayude. ¿Decimos “amén”? {Amén} Dios nos ayude. Quiero reconocer ante ustedes, públicamente, que no lo he alcanzado ni soy perfecto. {Flp 3:12} Pero quiero asegurarles que por el amor de Cristo, prosigo a la meta. {Flp 3:14} {Amén} ¿Están conmigo en este? {Amén} Por el amor de Cristo, que lleguemos al punto en el que nunca lo representaremos mal ni por una palabra. ¿Amén? Dios nos ayude. Dios nos ayude. Ya ven, si somos verdaderamente cristianos, Él es el Señor Justicia Nuestra {Jer 23:6}, ¿recuerdan? Y su Señoría se manifestará inevitablemente en el gobierno de nuestras lenguas. ¿Correcto? Si proclaman estar bajo el Señoría de Cristo y vuestra lengua está completamente fuera de control, el reclamo es negado por la lengua. ¿Vemos esto? Mente, Carácter y Personalidad, página 579: “No pueden ser demasiado cuidadosas con lo que dicen, ya que las palabras que pronuncian muestran qué poder está controlando la mente y el corazón. Si Cristo gobierna en vuestro corazón, vuestras palabras revelarán la pureza, belleza y fragancia de un carácter moldeado y formado por Su voluntad. Pero desde su caída Satanás ha sido un acusador de los hermanos, y deben estar en guardia de no revelar ese mismo espíritu.” Queridos amigos, por eso me desespero tanto cuando veo cuánta crítica y señalar fallas hay entre nosotros como pueblo. Estamos negando por completo cualquier reclamo de que podamos estar bajo el Señorío de Cristo. Si estamos criticando y señalando fallas, estamos manifestando que estamos bajo la tiranía del pecado, el yo y Satanás porque estamos manifestando su espíritu. El es el acusador de los hermanos. {Apoc 12:10} ¿Verdad? Alabado sea Dios. Por favor… Tengo un gran peso aquí, porque, como observamos antes, es una marca de una experiencia de justicia propia el criticar y señalar faltas, porque están siempre tratando de asegurarse de ser justos y la forma de hacerlo es señalar que se comportan mucho mejor que ningún otro, y lo hacen señalando sus faltas. Es precisamente porque tenemos esta terrible justicia propia y auto-engaño como pueblo que tenemos esta plaga de criticar y señalar faltas como pueblo. Amigos, los exhorto en nombre de Cristo, con sus palabras que nos han sido encomendadas para que las proclamemos al mundo: “Temed a Dios, y dadle gloria,” especialmente con vuestra lengua, “porque la hora de su juicio ha llegado.” {Apoc 14:7} Por favor sepan el papel que vuestras palabras tienen en el juicio. Escuchen, escuchen a Cristo mismo: Mateo 12:36-37, “Pero Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Esta es una declaración solemne y proviene directamente de Cristo. Algunos de ustedes pueden estar diciendo ahora, “Esto suena a justicia por las palabras… Justicia por las obras de mi lengua, que son las palabras.” ¿Nos dice Cristo que cuando todo este hecho y dicho, finalmente seremos justificados en base a nuestras palabras? ¿Es eso lo que nos dice? Tengan cuidado; por favor entiendan: Somos justificados, queridos amigos, solo por fe en la Palabra y por lo que Él hizo por nosotros {Amén}, pero la fe en la Palabra siempre se manifestará en nuestras palabras. {Amén} La fe sin palabras es muerta, y no estoy simplemente citando mal las Escrituras, Hablo de las obras de la lengua. “La fe, si no tiene obras, es muerta,” {St 2:20} pero las obras de nuestra lengua son nuestras palabras… ¿Entendemos esto? Entonces si tenemos verdadera fe salvadora en la Palabra, nuestras palabras darán evidencia de ello. Si nuestras palabras no dan evidencia de ello, entonces no tenemos fe en Cristo, y si no tenemos fe en Cristo, no podemos ser justificados por la fe. ¿Entendemos esto? Por esto, precisamente; alabado sea Dios, en el juicio se cuestionarán nuestras palabras: no porque seamos justificados por ellas sino porque nuestras palabras ratifican que nuestra fe en las obras de Cristo es genuina. ¿Entendieron estos pasos? Esto es muy importante de entender. Hay muchos que nos acusan como pueblo por nuestra comprensión del juicio, de ser legalistas que enseñan que somos justificados por las obras. No, no por las nuestras, por las de Él. Sus obras nos salvan, y solo nuestra fe en Sus obras nos salva. Pero la fe que salva nunca está sola. {Amén} Siempre, ¿qué? Obra, y se manifiesta a sí misma y se manifestará especialmente en las obras de nuestra lengua, nuestras palabras. ¿Lo entendemos? {Amén} Precisamente por esto nuestras palabras en particular son examinadas en el juicio, porque lo que surge de la boca valida o niega nuestro reclamo de tener una fe salvadora en Cristo. Tengo una pregunta para ustedes. ¿Tiene Cristo suficiente evidencia, en ese registro sin fallas de cada y todas las cosas que han salido de vuestras bocas, tiene Él evidencia adecuada para ratificar vuestro reclamo de fe en Él? No es necesario que lo contesten públicamente, pero por favor háganlo privadamente. Anímense, amigos, con la valiosa seguridad de que: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para,” ¿qué? “…perdonar.” {1 Juan 1:9} Su sangre cubrirá los registros de las palabras malas que han salido de nuestras bocas, pero entiendan que el arrepentimiento genuino llevará inevitablemente a la renovación. {Amén} ¿Entendemos esto? No podemos seguir arrepintiéndonos y arrepintiéndonos y, por la misma gracia que nos perdona, no dominar una lengua rebelde. ¿Lo escuchan? {Amén} Ya ven, si verdaderamente creen que Su gracia es suficiente para liberarlos de las penas del pecado, creerán también que Su gracia es suficiente para liberarlos del poder del pecado. {2 Cor 12:9} Es la misma gracia. La misma gracia que los libera de la condena los liberará del control. ¿Amén? {Amén} Amigos, si no damos evidencia en nuestras palabras del hecho de que hemos creído y hemos recibido Su gracia que posibilita, damos evidencia de que no hemos creído y recibido Su gracia indulgente. {Eso es cierto.} No podemos discutirlo. No podemos tener gracia indulgente sin gracia que permite. Es la misma gracia. Santiago 2:17, “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” Somos salvados por la fe, no por obras, pero la fe que salva siempre obra. {Amén} Así, en el juicio, si nuestra fe es verdadera debe estar ratificada en nuestras obras. No porque seamos entonces justificados por ellas, sino que ratifican nuestro reclamo de ser justificados por fe en Sus obras. ¿Está claro esto? Quiero que esto se entienda claramente. Observen ahora cómo la fe y la lengua son inseparables si la fe va a convertirse en fe salvadora. Es una visión fascinante; no se lo pierdan. Romanos 10:9: “Si…” “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás,” ¿qué? “…salvo.” Observen por favor las dos cosas: “Si,” ¿qué? “…confesares con tu boca,” ¿y qué más? “…creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” ¿Es suficiente con creer en el corazón? No. ¿Por qué? “La fe sin obras es,” ¿cómo? “…es muerta.” {St 2:20} ¿Cuál es la primera obra que realizará una fe salvadora? Una confesión de la boca. {Aleluya} ¿Entendemos esto? Por eso el próximo versículo dice, versículo 10: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para,” ¿qué? “…salvación.” ¿Decimos “amén”? {Amén} Ya ven, ustedes creen con vuestro corazón que Cristo es el Señor, nuestra Justicia. {Jer 23:6} Pero si esa fe es genuina, vuestra boca dará evidencia de Su Señorío, y la confesarán con vuestra boca. Amigos, precisamente por eso el ladrón de la cruz estará en los cielos; ¡piénsenlo! ¿Estará el ladrón de la cruz en los cielos? Sí. Cristo dijo; “De cierto te digo que hoy estarás Conmigo en el paraíso.” {Lc 23:43} ¿Qué tipo de obras hay en sus registro para ratificar su fe? ¿Cómo lo llamó a Cristo mientras Él colgaba de la cruz?: Señor, “Acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” {Lc 23:42} Fue el único en toda la multitud que Lo llamó Señor. Ni siquiera los discípulos estaban dispuestos a ello. {DA 750.3} Su fe era verdadera, ¿no? Era verdadera. Y se manifestó en la confesión de su boca. Confesó a Cristo como el Señor. Lo confesó como el Mesías. “Acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” {Lc 23:42} Esa era una gran fe. A pesar de todas las apariencias, había allí un hombre despreciado y rechazado por los hombres {Is 53:3}, y aparentemente rechazado aun por Dios {Is 53:4}; golpeado, magullado y sangrante, y por la fe el ladrón ve más allá de todas estas apariencias y reconoce que es el Mesías; que ése es el Hijo de Dios al lado suyo, {Alabado sea Dios, Aleluya } y lo llama: Señor. Amigos, ninguno de nosotros será salvado a menos que Lo llamemos: Señor, y que nuestras lenguas manifiesten Su Señorío. {Amén} Por favor sépanlo. No es opcional. No es opcional. Mateo 10:32, “A cualquiera, pues, que Me confiese delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que Me niegue delante de los hombres, Yo también le negaré delante de Mi Padre que está en los cielos.” ¿Escuchan cuán solemne es esta verdad, amigos? Si nuestras bocas no confiesan el Señorío de Cristo, Su boca no puede confesarnos delante del Padre. ¿Por qué? Porque no se lo hemos permitido. ¿Por qué? Porque no puede ser nuestra Justicia ante el Padre a menos que sea nuestro Señor aquí en la Tierra. Y Su Señorío se manifestará en lo que surja de nuestras bocas. Queridos amigos, esto es… Por favor escuchen, compañeros Laodiceanos. Por esto precisamente Cristo dice que si las cosas no cambian, Él tendrá que, ¿qué? …vomitarnos de Su boca. {Apoc 3:16} Tendrá que dejar de confesarnos delante del Padre como Su pueblo si no comenzamos a confesarlo ante la raza humana. Por favor entiendan lo importante que es lo que estamos diciendo… ¡Les ruego! Cristo está viniendo, amigos. {Amén} “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado.” {Apoc 14:7} Aprendan a confesarlo con vuestra lengua. Cuando Él venga, ¿qué sucederá? Toda rodilla se doblará y jurará toda lengua que Cristo es el Señor. {Flp 2:10, 11} Toda lengua lo confesará cuando Él venga. Pero, amigos, lo trágico es que la gran mayoría de las lenguas harán esa confesión con agonizante remordimiento. {Mar 346.1} Dios nos conceda que la hagamos con gozo clamoroso. {Mar 346.2} {Amén} Podremos hacerlo solo si hemos aprendido a confesarlo con nuestras lenguas aquí y ahora. Hermanos y hermanas, les ruego: Conozcan el Señorío de Cristo. Conózcanlo como vuestra Justicia para poder ser justificados. Conózcanlo como vuestro Señor para poder ser santificados. Conozcan Su Señorío tan plenamente que Él será capaz no solo de llevar a cautiverio todo pensamiento a la obediencia a Cristo {2 Cor 10:5}, sino también cada palabra. {Amén} Ese es nuestro objetivo. Por el amor de Cristo, avancen hacia ese objetivo. {Flp 3:14} {Amén} ¿Nos ponemos de pie para orar? Dios Padre, Tu gracia es suficiente. En la fortaleza de Cristo, seremos conquistadores. {Amén} Sin Ti nada podemos hacer. Pero por el amor de Cristo y a través del Espíritu de Cristo, podemos hacer lo que Tú nos pides hacer. Tú nos has pedido que llevemos a cautiverio cada pensamiento y que conquistemos y domemos nuestras lenguas. Creemos que Tu gracia es suficiente para permitirnos hacerlo. Señor, ayúdanos con nuestra falta de fe, y ayúdanos a ratificar que nuestra fe es genuina permitiéndote hablar Tus palabras por nuestras bocas, para que en el juicio, tengas suficiente evidencia para ratificar que es genuina nuestra fe en la Palabra hecha carne, cuya Justicia, únicamente, puede justificarnos. Padre, estamos en el tiempo del juicio; ayúdanos a asegurarnos de que nuestras lenguas ratifican nuestro reclamo de nuestra fe en Cristo. Esta es nuestra oración en Su Nombre y por Él, y todos dijeron: “Amén.”
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